Zelenski pide a Suecia sus cazas Gripen, en una visita sacudida por nuevos ataques a Ucrania

Un bombardeo ruso sobre una céntrica plaza de Chernígov, a 140 kilómetros de Kiev, deja siete muertos y 117 heridos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski
EP

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, acudió ayer a Estocolmo en busca de más apoyo militar, concretamente los cazas de fabricación sueca Gripen, y la perspectiva de poder producir próximamente en Ucrania los blindados CV-90s, 50 unidades de los cuales fueron suministrados ya por Suecia a su país.

Su visita no había sido previamente anunciada por razones de seguridad y, algo inusual, le acompañó su esposa Olena. Además del encuentro con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, Zelenski tenía en su agenda una reunión con el rey Carlos Gustavo, según anunció el propio mandatario ucraniano a través de su cuenta en X (antes Twitter) en un primer mensaje difundido a su llegada a Estocolmo.

La ayuda militar era la cuestión prioritaria de la visita, pero el bombardeo con un misil Iskander sobre una plaza en el corazón de la ciudad de Chernígov, a 140 kilómetros de Kiev, que ocasionó siete muertos -entre ellos varios menores- y 117 heridos trasladó la tragedia diaria que vive su país a Estocolmo.

"Quiero expresarle mi profunda condolencia por este nuevo acto de brutalidad", dijo Kristersson, en su comparencia conjunta con Zelenski tras la reunión que ambos mantuvieron en Harpsund, la residencia de verano del jefe del Gobierno sueco, a unos 100 kilómetros de la capital.

La visita de Zelenski se produjo unos días después de que Estocolmo anunciara un nuevo paquete de ayuda militar a Ucrania, lo que eleva el total de su contribución desde el inicio de la invasión rusa a unos 1.500 millones de euros. 

Suecia es un firme aliado de Kiev, en lo que influye también el propio temor del país nórdico hacia Moscú. Suecia abandonó su tradicional neutralidad militar el año pasado, precisamente a raíz del inicio de la invasión de Ucrania, cuando pidió a la vez que Finlandia su ingreso en la OTAN.

La visita de Zelenski no había sido anunciada previamente, como suele ocurrir en viajes al extranjero especialmente sensibles para el líder ucraniano. Pocos días antes, Estocolmo había elevado la alerta antiterrorista al nivel cuatro de los cinco posibles. 

La medida se atribuyó, entre otros factores, a las amenazas y las protestas violentas generadas en el mundo islámico por las quemas públicas -bajo autorización policial- del Corán que ocurren desde hace unos meses tanto en Suecia como en Dinamarca. El mismo viernes se produjo una de estas acciones por parte de un refugiado iraquí, Salwan Momika, quien ha protagonizado ya varias de estas quemas pública ante la embajadas de su país de origen o ante la de Irán. Asimismo ha llevado a cabo acciones parecidas un destacado neonazi sueco-danés, Rasmus Paludan, en ambos países.

Suecia tiene aún pendiente de Turquía su proceso de incorporación como miembro de pleno derecho en la OTAN. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, mantuvo durante meses bloqueado el ingreso sueco. En la última cumbre de la OTAN, celebrada en la capital lituana, Vilna, el líder turco anunció su desbloqueo, pero no se espera la ratificación formal por parte de Ankara antes del otoño.

Turquía está entre los países de población mayoritariamente musulmana que ha condenado estas quemas del Corán. El Gobierno de Kristersson ha expresado su repudio absoluto a estas acciones, pero también ha explicado que no se pueden prohibir por estar respaldadas por la libertad de expresión amparada por la Constitución del país. Su Ejecutivo estudia cómo restringirlas, cuando menos, si se convocan ante embajadas extranjeras o ante mezquitas.

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