Incendio en Hawái: "Muchos niños estaban solos en casa y tememos que estén muertos"

Solo seis de las 111 víctimas del fuego en Lahiana han sido identificadas, mientras veteranos del 11-S ayudan en la búsqueda de 1.300 desaparecidos.

Un miembro del servicio de rescate examina los restos de una zona devastada por el fuego en Lahaina, Hawái.
Un miembro del servicio de rescate examina los restos de una zona devastada por el fuego en Lahaina, Hawái.
US ARMY/Reuters

La identificación de víctimas en Lahaina, la localidad histórica de la isla hawaiana de Maui que sucumbió en un incendio la semana pasada, es un goteo insoportable. Hasta el jueves, se conocía el nombre de seis fallecidos, para un recuento temporal de 111 muertos. Todo el mundo aquí sabe que son números que no significan nada: la factura del fuego, que se calcinó con violencia la que fue la capital del Reino de Hawái en el siglo XIX, será mucho mayor.

«Las autoridades creen que pueden ser 600 o 700 personas», dijo Kole Kalekhi, cerca del amasijo de hierros, hormigón hecho migas, cajas de aire acondicionado fundidas que fue un edificio al norte de Lahaina. Él no vive en esta localidad, pero vino a ayudar a los familiares que sí lo hacían hasta que el fuego se comió sus casas. Ahora es uno de muchos voluntarios en un centro de entrega de comida, agua, combustible y atención médica, montado en un pequeño centro comercial donde no llegaron las llamas. El ambiente es a la vez sombrío y emocional. Los vecinos se regalan abrazos a cada paso, conscientes de que queda mucho por soportar. Diez días después de la tragedia, cerca de mil vecinos no habían sido localizados.

«Es muy triste. Mucha gente murió atrapada en el coche, intentando escapar», explicó Kalekhi poco después de ayudar a otros compañeros a sacar bolsas de basura llenas de ropa para entregar a los miles de supervivientes que han perdido todo menos la vida. Una de las víctimas mortales pudo ser Tony Takafua, de 7 años. No está en el listado de fallecidos identificados por las autoridades, pero su familia lo da por muerto, junto a su madre y sus abuelos.

Hasta el momento, las seis víctimas identificadas tienen todas más de 70 años. Era de esperar que entre los fallecidos hubiera muchas personas mayores, con problemas de movilidad para escapar del fuego. Pero Lahaina teme que el paso de los días ofrezca una realidad siquiera más dura: que muchos de los fallecidos sean niños.

«Es una de las cosas que más nos cuesta pensar», dice Julian Hummel-Casserley, que trabaja como enfermero en la UCI del hospital de Wailuku, cerca de la localidad devastada. «No hubo clases para muchos pequeños y los padres tenían que trabajar. Muchos chicos se quedaron solos en casa y se teme que muchos hayan muerto».

Lo mismo piensa el hijo de Tanya Upunui, una vecina de Lahaina que consiguió escapar del fuego. Tendrá unos 10 años y va descalzo mientras ayuda a su madre a llenar el coche de víveres que reparten los voluntarios. «No sonaron las alarmas y si los niños estaban con sus teléfonos o tabletas, allí no recibieron ningún mensaje de alarma», dijo.

Familias enteras

La mayoría de escuelas y colegios cerró el martes, el día en el que el fuego asoló la región. En algunos casos, por cortes eléctricos debidos a los focos de incendio que aparecían en las inmediaciones de Lahaina. En otros, porque no había comenzado el calendario lectivo. Pero era un día laborable y muchos de sus padres tuvieron que ir a trabajar. En muchos casos, eso les salvó la vida. Pero quizá no la de sus hijos.

Esto no se podrá confirmar hasta que las autoridades no avancen en la identificación, algo que apunta a alargarse durante semanas. Pero ya hay voces que vislumbran esa posibilidad. Es el caso de Elle Cochran, diputada en la Cámara de Representantes de Hawái por el distrito que incluye a Lahaina, y que aseguró al diario estadounidense The Wall Street Journal que espera que la cifra total de muertos sea de varios cientos. Y que una porción grande de los fallecidos sean menores.

El gobernador de Hawái, Josh Green, ha reconocido que los equipos de búsqueda han encontrado los restos de familias enteras, atrapadas en sus casas o en coches. Y, con ellas, sus niños. «Es una de las partes más duras de esto», ha lamentado. «Es una de las razones por las que pedimos un poco de paciencia mientras entramos en la zona cero del incendio. Porque lo que hay en algunos lugares es demasiado duro para compartir o para ver, simplemente desde una perspectiva humana».

Hasta el jueves, las autoridades, con equipos especializados venidos desde todo EE UU, -entre ellos, veteranos de la búsqueda de restos de víctimas tras los atentados del 11-S-, solo habían rastreado el 38% del terreno calcinado en Lahaina. Queda mucho por sufrir.

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