guerra de ucrania

La UE y EE. UU. se plantean enviar a Kiev 33.000 millones en armas para reactivar la ofensiva

Washington propone un suministro masivo de material y crear fábricas de obuses, mientras Bruselas piensa en un plan de defensa a cuatro años.

Una fotografía proporcionada por el Ayuntamiento de Zaporiyia muestra las consecuencias de un ataque con cohetes contra una infraestructura civil en Ucrania.
Una fotografía proporcionada por el Ayuntamiento de Zaporiyia muestra las consecuencias de un ataque con cohetes contra una infraestructura civil en Ucrania.
Efe/Epa

Estados Unidos y la Unión Europea se proponen invertir al menos 33.000 millones de euros en la fabricación y adquisición de armas para el ejército ucraniano y así reactivar una contraofensiva cuya lentitud parece molestar más en Washington y Bruselas que en la propia Kiev, donde el presidente Volodímir Zelenski ha debido advertir a sus socios que la guerra "no es ninguna película". En otras palabras, que cada mínimo avance sobre las sólidas y terribles defensas rusas cuesta un gran número de vidas humanas.

Quizás esta parte es la que menos explicaron a sus socios los altos representantes europeos y estadounidenses cuando ensalzaron la formación occidental de los soldados ucranianos y las elevadas expectativas del contragolpe de primavera sobre los invasores. El escepticismo ha cundido. Y el primero que se enfrentará a él es Joe Biden en septiembre en el Congreso. El líder estadounidense ha pedido a los legisladores que aprueben una partida de 22.000 millones de euros, de los cuales 13.000 se invertirían en armas y el resto en ayuda económica, humanitaria y asistencial a Ucrania,

El arsenal propuesto resulta abrumador. Munición para lanzaderas Himar y Patriot, antiaéreos Stinger e Hydra-70, drones Hornet, carros de combate y blindados Striker, además de 28 millones de rondas de munición para fusiles de asalto y pistolas. Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos es la preocupación por proporcionar obuses de 155 mm, básicos en la ofensiva ya que la artillería de Ucrania en primera línea se fundamenta en piezas de este calibre y gasta 8.000 unidades diarias de media.

El Departamento de Defensa, según el 'Financial Times', está decidido aumentar la capacidad de producción hasta los 90.000 proyectiles mensuales (ahora son 24.000) gracias a la apertura de nuevas fábricas en Texas, Kansas, Iowa y Arkansas. También está previsto incrementar por parte de Occidente la fabricación de drones. Expertos europeos afirman que la frustración de Kiev con el escaso avance de sus tropas ha derivado en una espiral de ataques contra Moscú y Crimea con aviones no tripulados, que estaría perdiendo a centenares.

Biden deberá convencer de la necesidad de la inversión a los parlamentarios desanimados con el curso de los acontecimientos. El horizonte es complejo. Según distintos análisis, a Ucrania le quedan un par de meses, tres a lo sumo, antes de que las lluvias atasquen el campo de batalla. Algunas predicciones apuntan a que la contraofensiva no llegará hasta la próxima primavera.

Políticos y mandos militares han llegado a sugerir en privado que las tropas defensoras no están aprovechando las lecciones y el material occidental adecuadamente y que siguen utilizando tácticas a la antigua usanza. El ejército ucraniano ha respondido con dureza: ni siquiera EE. UU. se ha enfrentado nunca a un enfoque defensivo como el ruso, que combina el minado, trincheras, drones de vigilancia y misiles hipersónicos, lo más efectivo de la Segunda Guerra Mundial y de la industria militar del siglo XXI. Una suerte de esquema que, según los estrategas, se desmoronará únicamente por desgaste.

El Congreso prevé una confrontación interesante. A muchos representantes les pesan ya los 60.000 millones desembolsados hasta ahora en asistencia militar y social y los republicanos más a la derecha quieren promover un plan exigente de recortes presupuestarios para el año próximo.

Una Unión de armas tomar

A los Veintisiete les corresponderá abordar este asunto el 29 y 30 de este mes en la cumbre de ministros de Defensa y Exteriores de Toledo, El jefe de la diplomacia, Josep Borrell, propone enviar armas y ayuda a Ucrania durante los próximos cuatro años por valor de 20.000 millones de euros. Esta partida acercaría a 100.000 millones el material que el bloque ha enviado desde el inicio de la invasión, un arsenal récord para una organización que ha tenido históricamente sus principales armas de disuasión en la diplomacia, la economía y el comercio,

El plan quiere "transformar el apoyo" en un "compromiso a largo plazo" que satisfaga las "necesidades de defensa de Ucrania", una garantía de seguridad ante la incertidumbre del ingreso en la OTAN y la eventualidad de una guerra larga. La mayoría de los comunitarios, salvo Hungría, parecen ver el gasto con buenos ojos, pese a que poco se parece a la Unión definida por Federica Mogherini, la predecesora de Borrell: "La UE de la seguridad y la defensa no va sobre militarización, sino sobre combinar el poder duro con la diplomacia, con la prevención de conflictos, con la reconciliación y con la reconstrucción".

Mientras tanto, Kiev prosigue sus esfuerzos logísticos. Además del cañón británico AS-90 y el obús M777, el Gobierno negocia con Alemania la recepción de misiles de largo alcance Taurus, aunque la cancillería de Olaf Scholz quiere modificarlos primero para que no lleguen a Rusia. 'The New York Times' ha desvelado además cómo "en nombre de llevar armas al frente, los líderes (ucranianos) han resucitado figuras del pasado turbulento", en referencia a un exdiputado vinculado supuestamente con el comercio de equipos militares, denostado por Zelenski como corrupto hace tres años y al que el Ejecutivo estaría comprando granadas, cohetes y armas cortas por valor de decenas de millones.

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