Un empate entre Erdogan y Kilicdaroglu acerca a Turquía a la segunda vuelta para elegir presidente

Con el 90% escrutado, el líder islamista contaba con una ligera ventaja sobre su rival, indignado por la forma selectiva de ofrecer el recuento.

Erdogan saludando a sus seguidores en Estambul este domingo
Erdogan saludando a sus seguidores en Estambul este domingo
EP

La noche fue larga en una Turquía pegada a los televisores para seguir minuto a minuto el recuento de votos de unas elecciones presidenciales marcadas por la fuerte participación, la calma en las calles y la división total entre los partidarios y detractores de Recep Tayyip Erdogan. Superado el 90% del recuento el líder islamista figuraba en cabeza con un 49,86% de apoyo, aunque todas las opciones seguían abiertas con la posibilidad de una segunda vuelta en el horizonte, ya que quedaban por contabilizar importantes feudos de la oposición. Si ninguno de los candidatos supera la barrera del 50% de los sufragios, los turcos tendrán que votar de nuevo el 28 de mayo.

En esa ocasión solo tendrán la opción de elegir entre Erdogan y Kemal Kilicdaroglu. La entrada en escena del candidato ultraderechista Sinan Ogan, que a esas alturas de recuento reunía más de dos millones de votos, acercaba la opción de una nueva ronda. Los datos preliminares arrojaban también la victoria en el Parlamento de la alianza que lidera el Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) de Erdogan.

Desde primera hora de la mañana los turcos acudieron a las urnas y colapsaron algunos centros de votación en los barrios más poblados de ciudades como Estambul. En las elecciones presidenciales de 2018 la participación fue de un 86% y en esta ocasión pronto se vio que la cifra iba en esa dirección o superior. Finalmente llegó al 88%. Los dos principales candidatos votaron a media mañana rodeados de una enorme expectación. Erdogan lo hizo en Estambul y declaró que esperaba "que al concluir el recuento el resultado sea bueno para el futuro de nuestro país". Kilicdaroglu depositó su papeleta en una escuela de Primaria en Ankara.

Pese a la fuerte polarización en este país y a la intensidad de una campaña electoral, con mítines multitudinarios hasta el último segundo, la jornada se desarrolló con absoluta calma, sin incidentes y a las 5 cinco de la tarde, al cierre de las urnas, las calles se vaciaron para seguir el recuento. El silencio solo se rompió por la denuncia de manipulación del alcalde Estambul, Ekrem Imamoglu, contra la agencia Anadolu, responsable de dar el escrutinio. Imamoglu acusó al organismo estatal de ofrecer el recuento de manera selectiva para mostrar un arranque fuerte de Erdogan y Kilicdaroglu recurrió a Twitter para decir a los suyos que con el 45% escrutado "vamos por delante", aunque Anadolu no lo reflejaba.

Preocupación y miedo

En zonas como el distrito de Moda, en el barrio asiático de Kadikoy, la espera para votar por la mañana era de más de una hora. "Estoy preocupada por lo que pueda pasar. No sabemos si el proceso será limpio, si Erdogan será capaz de asimilar una derrota en caso de que se produzca. No sabemos nada", reflexionaba en voz alta Ozlem, ingeniera de 42 años para quien "urge un cambio. Necesitamos aire fresco". La gente esperaba su turno sin quitar el ojo de los móviles, atentos a todas las novedades relacionadas con la jornada de voto en las diferentes partes del país.

Kadikoy es un tradicional bastión de la oposición y allí vive y vota Yigit Ilke, director de cine, para quien estas elecciones son "como una película de Star Trek, una batalla de la Federación contra los Borgs. Realmente esto es una guerra, un combate abierto entre partidarios y detractores de Erdogan". Se mostraba nervioso porque "estamos ante una oportunidad clave. Si no conseguimos moverle de la silla ahora, puede que no lo hagamos ya nunca. Por eso he votado por Kilicdaroglu y porque tengo la esperanza de que nos devuelva la Turquía que creó Ataturk. No tenemos miedo, es ahora o nunca".

No hay que alejarse mucho de Kadikoy para darse de bruces con esa Turquía de Erdogan en barrios como Uskudar, zona conservadora en la que depositó su papeleta el presidente a media mañana antes de poner rumbo a Ankara. Son apenas diez minutos en taxi, una distancia insignificante en una mega urbe de dieciséis millones de habitantes, que separan a los dos mundos diferentes que libran el pulso en las urnas por el modelo de país.

"Ha hecho tanto por Turquía que se merece seguir al menos otros cinco años, no hay una alternativa posible. Es la voluntad de Alá", responde con seguridad Memet, jubilado de 65 años, a las puertas de la escuela Halil Rustu. Los seguidores del presidente repiten de memoria éxitos en materia militar, de transporte o construcción logrados en los últimos años y que han sido un mantra diario en los medios de comunicación durante la campaña. "Es verdad que hizo de Turquía un país más rico y libre. Pero en sus primeros diez años, cuando tenía gente competente a su alrededor. Después, les cambió por hombres que le decían a todo que sí y se volvió más autoritario e irracional", escribió el periodista y escritor Mustafa Akyol en su perfil de Twitter. Unas palabras compartidas por esa mitad de Turquía que votó a favor de acabar con Erdogan.

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