La terrible orden del jefe del Grupo Wagner: "No hagáis prisioneros, matad a todos"

El jefe de Wagner, Yevgei Prigozhin, ordena a sus mercenarios "destruir todo en el campo de batalla".

Soldados ucranianos transportan el cadáver de un compañero fallecido en Bajmut
Soldados ucranianos transportan el cadáver de un compañero fallecido en Bajmut
EP

La guerra en Ucrania habrá llegado a un despiadado y desconocido nivel de encarnizamiento si el jefe del Grupo Wagner, Yevgei Prigozhin, materializa la orden que aparentemente ha impartido a sus mercenarios para que no hagan prisioneros entre los soldados ucranianos. "Matadlos a todos", advierte en un mensaje colgado este lunes en Instagram que revela su indignación ante una conversación difundida en las redes en la que dos militares kievitas habrían mandado ejecutar a un mercenario capturado. "No sabemos el nombre de nuestro herido, al que dispararon los miserables ucranianos. Pero mataremos a todos en el campo de batalla. No tomaremos más prisioneros", manifiesta Prigozhin.

El jefe paramilitar se muestra decidido a "destruir" todo lo que sus tropas encuentren al paso y recurre a su cruel hipocresía, ya conocida en otros mensajes anteriores, para justificar que no se "tomen más prisioneros de guerra" porque éstos tienen derecho a unas garantías mínimas de seguridad por parte de sus captores. Prigozhin es un individuo acostumbrado a las bravatas y las mentiras por lo que no resultaría extraño que sus palabras busquen simplemente amedrentar a sus enemigos. Pero también es un tipo imprevisible y ha demostrado tener arrestos, como en su confrontación con el Estado Mayor del Kremlin.

Una de las últimas ocasiones en que el jefe de Wagner apareció en las redes fue el pasado 3 de abril, en una imagen nocturna donde se le veía ondear la bandera rusa supuestamente en el tejado del Ayuntamiento de Bajmut. Desde entonces, sus efectivos han avanzado un kilómetro y medio: una distancia corta en condiciones normales, pero brutal en el infierno en que se ha convertido esta localidad del Donbás desde el verano. Hay allí entablada una guerrilla urbana donde los dos ejércitos compiten por el control de cada bloque residencial con una ferocidad superior a la de Mariúpol, Solédar o Járkov.

Los mercenarios habrían avanzado en total unas nueve manzanas, las dos últimas entre el fin de semana y ayer, y dejado a los ucranianos confinados en el borde occidental de la ciudad que concentra ahora mismo toda la potencia dramática de la invasión. Según Prigozhin, los defensores ocupan un espacio de dos kilómetros cuadrados -en realidad, sería algo superior- y solo disponen de una carretera de suministros más o menos hábil, cuyo control cambia de uno a otro bando alternativamente en cuestión de horas o de días.

Foto de archivo de Yevgei Prigozhin
Foto de archivo de Yevgei Prigozhin
Reuters

Se trata de desgastar al enemigo hasta las últimas consecuencias en medio de casas derruidas y jardines sembrados de restos de obuses. "Mucha gente está muriendo aquí. Ni siquiera sabemos lo que sucederá en una o dos semanas", señala un sargento ucraniano en el 'Washington Post'. "Venimos, hacemos nuestro trabajo y nos vamos. Nadie espera en el mismo lugar. Puede morir si se queda quieto en un punto durante demasiado tiempo. Las batallas son más duras ahora", añade.

El frente actual es una línea frágil y voluble. Las patrullas no saben a veces si son suyas o del enemigo esas calles en ruinas, silencio y oscuridad nocturna de las que han desaparecido la práctica totalidad de los 70.000 habitantes que Bajmut tuvo en su día. Rusos y ucranianos avanzan y retroceden decenas de metros a diario. Crean un ballet violento que forma parte de una crónica anunciada hace meses. Los documentos secretos de Estados Unidos subidos a internet supuestamente por el miembro de la Guardia Nacional Jack Teixeira , en lo que constituye el mayor escándalo en el espionaje militar en los últimos años, confirman que el Pentágono ya había avisado a Kiev de que abandonara el enclave ante el peligro de "cerco" y de sufrir enormes pérdidas humanas y materiales.

Otros informes aseguran que Kiev ha perdido a la mayoría de sus grupos de élite, de la misma manera que ha conseguido eliminar a miles de mercenarios forzosos de Wagner, uno de sus principales objetivos, y que sus reservas de munición escasean. A día de hoy, los morteros de los resistentes apenas escupen fuego, una media de seis rondas diarias. Su acantonamiento es un acto de fe. Los mandos dicen que este sacrificio proporciona tiempo para recibir nuevas municiones y adiestrar a unidades más preparadas para el combate.

Hasta ahora una de sus ventajas frente al invasor ha sido la autonomía para tomar decisiones, lo que facilita ofensivas urbanas más rápidas y efectivas en las distancias cortas frente a un ejército que desde el primer día de la ocupación sigue aferrado a la lenta cadena de mando del Kremlin. Sin embargo, los mercenarios se han desmarcado de este patrón, lo que les ha transformado en ese arma capaz de taladrar las fortificaciones de Bajmut por el norte, este y sur.

La importancia de los tejados

Gran parte de la lucha se sostiene en los drones y la capacidad de ucranianos y rusos de interferir sus señales. Los aparatos sin tripulantes buscan sus objetivos en un radio de cinco kilómetros y lo señalan a los artilleros o a los tiradores. Los defensores contaban al principio con la ventaja de los tejados. Posicionados en lo más alto de los edificios, resultaba mucho más fácil atacar y contener al enemigo. Pero ahora los rusos se dedican a destruir los bloques y reducirlos a escombros mediante bombardeos sistemáticos.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, recalcó este lunes la importancia de no ceder Bajmut, ya que facilitaría al Kremlin hacerse con Kramatorsk y Slovians y "expandir" el frente. Sin embargo, dos periódicos, el Pravda ucraniano y el Censor.Net coincidían significativamente en remarcar las reticencias de algunos aliados occidentales, que creen que la guerra se acerca a un "punto muerto sangriento" y hace necesario un alto el fuego y una negociación posterior para la paz. Evaluaciones norteamericanas y británicas creen que Kiev puede recuperar "incluso la mayoría, de los territorios ocupados", pero las fuerza rusas, "firmemente atrincheradas en Donbás y Crimea, no permitirán que se liberen todas las tierras" ni los progresos que espera lograr el Gobierno ucraniano.

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