Muere una exasesora de Obama en unas fuertes turbulencias de un vuelo en EE. UU.

En poco más de una década ha habido 146 pasajeros y tripulantes heridos graves por estas perturbaciones en plena ruta aérea que algunos estudios relacionan con el cambio climático.

Foto de recurso de pasajeros de un avión
Foto de recurso de pasajeros de un avión
Pixabay

Las turbulencias son probablemente una de las cuestiones que mayor miedo provocan a bordo de un avión pero, más o menos intensas, casi siempre, se saldan con un 'simple' susto entre los pasajeros. No es lo que ocurrió el pasado viernes en un vuelo privado entre Keene (Nuevo Hampshire) y Leesburg (Virginia) tras el que falleció Dana Hyde, de 55 años, exasistenta especial de la Casa Blanca en la era Clinton y exasesora con Barack Obama, por las heridas que sufrió como consecuencia de esos fuertes movimientos a miles de metros de altura. La aeronave, un Bombardier Challenger 300, "de repente se convulsionó de una manera que nos arrojó violentamente a los tres", explicó su marido que, como su hijo, salieron ilesos. La tripulación (dos personas) salvó también la vida.

El caso de Hyde, que fue consejera de la comisión creada por el 11-S e investigó la preparación de los ataques terroristas, ha puesto el foco sobre el peligro de las turbulencias en pleno vuelo. En poco más de una década, según los informes de la Administración Federal de Aviación, un total de 146 pasajeros y tripulantes resultaron gravemente heridos -se tiene en cuenta a quienes han pasado al menos 48 horas ingresados- por este motivo en Estados Unidos.

Sólo unos días antes de la muerte de la ex alta funcionaria de la Casa Blanca, cuyo avión aterrizó de emergencia, otros siete pasajeros de una aeronave de Lufthansa que conectaba Texas y Frankfurt fueron hospitalizados con heridas por turbulencias extremas. Y, en diciembre, otros 36 sufrieron lesiones por el mismo motivo en la ruta aérea de Hawaiian Airlines entre Phoenix y Honolulu.

Las incidencias por turbulencias, calcula la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, están detrás de un tercio de los accidentes aéreos en este país y los aviones, en la inmensa mayoría de los casos, no suelen sufrir daños. La peor parte se la llevan quienes se encuentran en sus asientos, como Hyde, a quien esperaba una ambulancia para su traslado al hospital de Hartford -donde fue declarada muerta- nada más aterrizar. Una investigación rastrea ya varias grabaciones del viaje de la ex alta funcionaria, como la de voz de la cabina, y los datos meteorológicos y analiza asimismo "un problema de ajuste" detectado justo antes de la alteración del vuelo, que la llevaba de vuelta a casa.

Hay otros estudios ya sobre la mesa que alertan sobre la relación entre el cambio climático y las turbulencias aéreas. El calentamiento de la atmósfera influye en los vientos a diferentes alturas y, de hecho, cada vez más vuelos se encuentran con estos problemas en lo que se conoce como aire despejado, es decir, sin necesidad de atravesar una nube o pasar cerca de una tormenta. El grado en el que la velocidad del viento cambia en función de la altitud -una propiedad que se conoce como cizalladora del viento- ha crecido un 15% desde 1979 y, cuanto más alto, mayores son esas perturbaciones. Las aerolíneas, eso sí, cada vez estudian más cómo minimizar o evitar esos 'baches' para que los pasajeros puedan disfrutar de un viaje sin sobresaltos.

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