La socialdemocracia danesa defiende su liderazgo, pero queda pendiente de apoyos centristas

Los primeros sondeos a pie de urna de la televisión pública DR, difundidos minutos después del cierre de los colegios electorales, daban al gubernamental bloque de centroizquierda un 47,5 %.

Elecciones en Dinamarca
Elecciones en Dinamarca
Tim Kildeborg Jensen

La socialdemocracia danesa defendió su liderazgo en las elecciones parlamentarias celebradas en ese país nórdico, pero todo apunta a que su primera ministra, Mette Frederiksen, necesitará nuevos apoyos para gobernar.

Los primeros sondeos a pie de urna de la televisión pública DR, difundidos minutos después del cierre de los colegios electorales, daban al gubernamental bloque de centroizquierda un 47,5 %.

El Partido Socialdemócrata de Frederiksen fue de nuevo el partido más votado -con un 23,1 %-, diez puntos por encima del directo perseguidor, el Partido Liberal.

Con estos porcentajes, Frederiksen y sus aliados quedarían cinco escaños por debajo de los 90 que precisan para tener la mayoría parlamentaria. El bloque rival de centroderecha estaría en los 73 puestos.

En el contexto actual danés, con una gran fragmentación y 14 partidos en liza, pueden ser determinantes los 17 diputados que aparentemente tendrán Los Moderados, un nuevo partido liderado por el exprimer ministro liberal Lars Løøkke Rasmussen. Es decir, el predecesor de Frederiksen en el cargo.

Se cumplirían así los pronósticos ante la que se vislumbraba como una elección de final incierto. La victoria en términos porcentuales de Frederiksen se daba por segura, si por victoria se entiende defender la primera posición para los socialdemócratas. Pero en sistemas parlamentarios como los nórdicos, quedar primero no significa necesariamente ganar.

Rasmussen, quien fue primer ministro entre 2009 y 2011 y repitió luego entre 2015 y 2019, había despegado en la recta final de la campaña al frente de su nuevo partido. Es un político carismático o hasta cercano, a ojos de los daneses, y con una reconocida tenacidad a la hora de tejer -y lograr- alianzas convenientes para su formación.

Ya en la fase final de campaña, Frederiksen, empezó a tantear complicidades con Rasmussen, consciente de su creciente gancho entre el electorado. De consolidarse la correlación de fuerzas apuntada por los primeros sondeos, el exprimer ministro liberal está predestinado a convertirse en figura clave o hasta árbitro para la formación del futuro gobierno.

La reaparición de Rasmussen ha trastocado el tablero danés en lo que concierne al centro.

También han cambiado las cosas en los extremos del tablero. El ultraderechista Partido Popular Danés (DF), una formación xenófoba que se catapultó como segunda fuerza más votada en las elecciones de 2015, perpetua la caída libre de los últimos tiempos al quedar en un 2,5 %, apenas medio punto por encima del mínimo para obtener escaños.

El voto a la derecha radical no ha desaparecido, sino que se ha desplazado o fragmentado: Democrátas de Dinamarca, asimismo de ese espectro, se situó en un cómodo 6,9 %.

Los comicios parlamentarios daneses se celebraban por anticipado, tras años de fuertes presiones sobre la jefa del gobierno. El detonante fue el sacrificio de 15 millones de visones dictado en 2019. Fue una decisión vinculada a una alerta sanitaria en plena pandemia de la covid y ante la eventualidad de que una mutación quitara efectividad a la futura vacuna.

Frederiksen, con reputación de líder fuerte o incluso autoritaria, no dudó en dictar esa orden, pese a no tener el respaldo legal preciso. La poderosa industria peletera de un país líder en ese sector puso el grito en el cielo. Entró en una fase de inestabilidad, atacada por la oposición y presionada dentro de su bloque. Finalmente, uno de aliados de gobierno la abandonó, lo que precipitó la llamada a las urnas.

Dinamarca dejó atrás hace mucho las restricciones por la covid -que por lo demás fueron de las más leves de Europa-, pero el escándalo político siguió. Los algo más de cuatro millones de electores de este pequeño país nórdico fueron finalmente convocados a votar en unos comicios que se producen siete semanas después de los de sus vecinos suecos.

También en Suecia la socialdemocracia defendió la primera posición. Pero su primera ministra, Magdalena Andersson, tuvo que ceder el puesto al conservador Ulf Kristersson, que había quedado en el tercer puesto. Al segundo, el ultraderechista Jimmie Äkeson, se le ha adjudicado el papel de "aliado externo" de la nueva coalición de centro-derecha, al excluirlo como socio varios de sus miembros.

La situación en Dinamarca es distinta a la sueca. A Frederiksen, socialdemócrata de línea dura y con posiciones respecto a la inmigración similares a las del bloque derechista, se la considera capaz de negociar o asociarse con cualquier fuerza del espectro centrista. Todo puede depender de Rasmussen.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión