La destrucción de la sabana y los furtivos amenazan la supervivencia de los leones

En solo 25 años las manadas han quedado reducidas a menos de la mitad y la especie se ha extinguido en 26 países, alerta WWF.

Imagen de archivo.
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Pixabay

El futuro del rey de la sabana está amenazado. El león, que durante siglos ha ocupado la cúspide del poder en el África salvaje, donde ningún animal era capaz de hacerle sombra, está siendo arrinconado y asesinado a marchas forzadas por el hombre.

El cóctel explosivo que forman la acelerada urbanización del continente y el comercio ilegal está acabando cada año con cientos de ejemplares hasta el punto de que el futuro de las manadas está seriamente comprometido, como lo demuestra que sea un animal protegido en todo el planeta y lleve ya varios años en la 'lista roja' de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Los datos más recientes dejan pocas dudas sobre lo alarmante y dramático de su situación. Solo en los últimos 25 años, advierten los técnicos de WWF, el número de leones ha quedado reducido a menos de la mitad. Se calcula que hay menos de 20.000 ejemplares en toda África. Esto significa que, en paralelo a la pérdida de territorio en el que desarrollar la vida (ocupan una décima parte de las áreas que colonizaron históricamente), han desaparecido hasta un 90% de los leones que llegó a haber hace décadas.

Es por este negro panorama por lo que la oenegé naturalista lanza literalmente un SOS y pide la colaboración de los ciudadanos, porque sus expertos están convencidos de que los leones, que ya se han extinguido por completo en 26 países, no podrán salvarse como especie salvo que se tomen medidas drásticas y urgentes. Además de ser el icono de la vida salvaje de la sabana, este animal, explican, "juega un papel esencial en el mantenimiento de poblaciones sanas de antílopes, búfalos, cebras, jirafas y ñúes; en el equilibrio de la naturaleza en el continente africano".

Su extinción viene de la mano de la pérdida de su hábitat natural con el avance de la agricultura sobre la sabana, de la falta de alimento que les supone la caza por los hombres de sus habituales presas, de los ataques de ganaderos y, sobre todo, de la caza furtiva alimentada por el lucrativo comercio ilegal que existe en el mundo con esta especie. Los furtivos se saltan la prohibición y cazan estos animales protegidos para venderlos vivos o para comerciar con los trofeos que son su cabeza o su piel, así como sus dientes y garras.

WWF pide la colaboración ciudadana para la campaña con la que la oenegé financia desde hace décadas un reserva de leones en Soknot (Kenia), que persigue duplicar el número de estos animales para 2050, y para continuar con las labores de persecución de los furtivos, a los que le ofrece a cambio de que dejen la caza convertirse en guardaparques de las reservas.

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