Las puertas de la muerte

Los cierres de seguridad que las escuelas utilizan en EE. UU. para prevenir la entrada de perturbados armados frenaron a la Policía en Uvalde.

Acto de recuerdo a las víctimas del tiroteo en la escuela de Uvalde
Acto de recuerdo a las víctimas del tiroteo en la escuela de Uvalde
VERONICA CARDENAS

El diseño de seguridad de las puertas de la escuela de Uvalde (Texas) se convirtió por desgracia en uno de los factores que retrasaron la intervención policial durante la masacre ocurrida el pasado 24 de mayo. Mientras Salvador Ramos permanecía encerrado en un aula con los escolares y sus profesoras, a los que asesinó sistemáticamente con un fusil de asalto, la Patrulla Fronteriza y los agentes del Departamento del Sheriff trataron con escaso éxito de forzar varias entradas, según se desprende de las investigaciones en curso sobre cómo un joven de 18 años pudo matar a 19 niños y dos docentes en medio de la demora de las fuerzas de seguridad, que tardaron 77 minutos en abatirle.

Aunque pueda parecer propio de una sociedad distópica, el colegio de Robb disponía, al igual que la mayoría de escuelas elementales de Estados Unidos, de medidas especiales de protección para prevenir masacres al estilo de la que sacudió este pueblo rural. Entre ellas destaca que las aulas dispongan de puertas metálicas, dinteles reforzados y apertura hacia el exterior (de este modo, es imposible derribarlas a empujones). Lo que en principio está estudiado para transformar las clases en un fortín contra intrusos y dificultar incluso que un perturbado pueda reventar las puertas a tiros se convirtió aquí en un obstáculo para unas patrullas que aparentemente no estaban preparadas ni disponían de medios para superar este tipo de diseños.

Las pesquisas apuntan a que los policías pudieron perder un tiempo precioso buscando las llaves de las puertas -«llegaron a probar docenas»- o herramientas para forzarlas en medio del caos, con el personal docente y los alumnos refugiados o tratando de huir mientras sonaban decenas de disparos, según fuentes de la investigación citadas por el 'Washington Post'. La aplicación de planes de seguridad en EE. UU. viene al menos de dos décadas atrás, como consecuencia de la epidemia de tiroteos perpetrados por estudiantes o exalumnos que se ha cobrado ya las vidas de más de un centenar de niños.

En Robb presumiblemente todo falló porque Ramos encontró un acceso abierto y él mismo aprovechó las medidas anti-asalto para atrincherase en una clase. Los colegios deben permanecer con las puertas cerradas durante el horario escolar mientras en los campus universitarios, habitualmente abiertos, existe un sistema de alarmas en caso de que se detecte la presencia de un tirador.

Las unidades policiales y los equipos de élite utilizan arietes para entrar en casas habitadas por traficantes y otros delincuentes. Normalmente, las puertas se abren hacia dentro. «Pero una puerta que se abre hacia afuera es lo peor cuando intentas abrir una brecha», explica un sargento de Fort Worth.

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