Consultora internacional sobre Afganistán: "Esta semana va a ser clave para que la gente salga del país"

Charlemagne Gómez, doctora en Derechos Humanos y Democratización, reivindica la situación de activistas, periodistas e intérpretes en Afganistán.

Charlemagne Gómez, doctora en Derechos Humanos y Democratización, en una imagen de archivo en Afganistán.
Charlemagne Gómez, doctora en Derechos Humanos y Democratización, en una imagen de archivo en Afganistán.
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Charlemagne Gómez, doctora en Derechos Humanos y Democratización por la Universidad de Padua, ha estado viviendo durante cinco años en Afganistán en diferentes etapas por su labor como consultora internacional. Ha trabajado en asuntos de género, de derechos humanos y también en el ámbito electoral. La ONU, la Comisión Europea y alguna oenegé han sido algunos de los destinatarios de sus trabajos.

La primera vez que pisó el suelo afgano fue en 2004, después vivió diez meses en 2005 y de forma más continua de 2007 a 2010. La última vez que aterrizó en Kabul fue en 2015, cuando dice que ya el país no era como lo había conocido en sus primeros viajes. En 2016 y 2017 también ha colaborado con proyectos, pero a distancia por razones de seguridad y de la pandemia de coronavirus.

¿Qué siente con las noticias de estos días de Afganistán?

Estoy en contacto con mis amigos. He vivido allí en varias etapas y cada vez iba a peor. En 2015, la última que estuve allí, no reconocía mi Afganistán. Estaba en un complejo que un año después lo atacaron y mataron a personas allí.

¿Y qué le dicen sus amigos?

Mis colegas tienen miedo, pero no solo de los talibanes, sino también de la reacción de la población. Acabamos de hacer un grupo de Facebook para ayudar a las personas de allí, si se puede, y también para cuando vayan a su destino, para colaborar a que se integren. A ver si se les puede ayudar a salir a través de pequeñas vías. Hay personas que han trabajado para las embajadas o para oenegés, pero también traductores, activistas, intérpretes o periodistas y para ellos es más difícil porque no han trabajado directamente con instituciones. Son los blancos más específicos. Muchos están escondiéndose en sus casas e intentando buscar algo para salir.

Las imágenes de los afganos en el aeropuerto han dado la vuelta al mundo.

Es un caos porque la gente quiere salir. Me han contado que el aeropuerto está cerrado, pero es la única vía de escape porque los talibanes tienen cerradas todas las fronteras, no pueden ir por tierra. Pero, como decía un amigo, no se pueden meter a las personas como si fueran vacas u ovejas en un avión. Hay que planificarlo un poco más y a dónde van y qué hacen cuando lleguen a sus destinos.

¿Cuál es la solución?

Los talibanes están allí y en Afganistán no hay solución en estos momentos, no creo que la comunidad internacional vaya a volver después de haber salido. Les estamos apagando las luces de Kabul y tenemos que darle un poco de luz. Una persona me ha preguntado si todo lo que había hecho había sido en vano y lo será si esta gente no puede salir. Hay buenísima gente que podrían aportar cosas a nuestros países y, a lo mejor, volver algún día.

La contraposición es que se han visto imágenes de celebración.

Imagino que es algo como dice el refrán: mejor mal conocido que bueno por conocer. Tal vez sea para asegurarse que todo saldrá bien porque no hay gobierno ni nadie que proteja. El 95% de las personas que he conocido creen en la democracia, pero también hay gente que piensa que las mujeres no deben de tener derechos o que los talibanes son buenos y ahora se están empoderando más.

¿Qué recuerdo guarda de allí?

Siempre me han arropado, incluso en los peores momentos, pero la seguridad empeoró mucho. En 2004 podía andar sola por la calle, pero en 2015 en Kabul ya había barreras de seguridad en todas calles. No era el mismo Afganistán que conocí la primera vez.

¿Cómo es la situación de las mujeres?

Mis amigas se están escondiendo en sus casas porque han trabajado públicamente por la figura de la mujer y la gente sabe quiénes son. Si en 2001 había esperanzas en los derechos de la mujer, ahora vamos a ir a peor porque antes eran silenciosas y ahora activistas. Por ejemplo, los talibanes han reemplazado a mujeres que trabajaban en bancos por parientes varones. La situación de la mujer va a ser como hace 20 años o peor. Hay un refrán en Afganistán que dice que la población es como un pájaro, en el que los hombres y las mujeres son las alas y con una rota no puede volar. No hemos puesto tanto énfasis en la mujer y en su poder de negociar.

¿Cuál es el papel de la mujer?

Muchas son la cabeza de la familia porque los hombres han salido. Entonces, ¿cómo van a dar de comer a sus niños, mantener sus casas...? Dos mujeres ya me han dicho que los mismos afganos les miran mal porque también ha habido un poco de celos por el trabajo que se ha hecho en los últimos años con ellas.

¿Qué ha supuesto la salida del presidente?

Los afganos con los que hablo están sorprendidos de que haya sido tan rápido, aunque predecible. Cuando me fui en 2010 me puso triste que un amigo me dijera que a mejor no se iría nunca. Desde entonces se ha visto más violencia en las calles, pero en los últimos meses la gente estaba más preocupada por sobrevivir con la covid-19. Se han gastado billones y billones en la formación de la policía, pero para mí no ha sido de manera estratégica porque no se han tratado aspectos básicos, como la educación o el derecho de la mujer.

¿Cómo puede evolucionar la situación en los próximos días?

No se ve la luz en Kabul y esta semana va a ser clave para que la gente salga del país. No creo que la gente vaya a protestar porque ya se ha visto en Birmania que les pueden matar. Además, la mayoría de los afganos son gente de paz y no tienen recursos para luchar contra los talibanes, tal vez me equivoque. Hay países que se están limpiando las manos, pero otros no, como España y otros países que han mandado aviones.

¿Cómo opina que se recibe esa noticia?

Mi miedo es que haya una reacción negativa a los que vengan, sea aquí o a otro sitio de Europa, pero en los medios se está haciendo bastante bien porque está saliendo en portada. También la ayuda que van a necesitar cuando lleguen, por ejemplo, cómo van a rellenar los formularios. Mi otro dilema es elegir quién sale porque supongo que muchos querrán salir. Si no hacemos nada, estamos llevando a la gente a la matanza. Aunque no les maten, les van a asesinar emocionalmente, especialmente las mujeres.

¿Cuál ha sido el punto de inflexión?

Las prisas. No soy diplomática, pero yo y muchas de las personas con las que he trabajado hemos dicho que hay que tener una estrategia. Una democracia no se crea en un día y menos con las circunstancias de Afganistán, con su pobreza, nivel de educación…

¿Cómo ha sido la actitud de las grandes potencias?

No puedo opinar de eso personalmente, pero sé que muchos afganos culpan a los grandes poderes que se ha ido y se están limpiando las manos. Hay que ser más conscientes de que son vidas, son personas. Creo que tendríamos que tener más humanidad.

¿Se podría hacer algo deferente?

La comunidad internacional tiene su parte de responsabilidad, pero también el país ha caído muy fácilmente, y eso también señala a los líderes afganos.

Gómez está en contacto con la Asociación Aragonesa de Traductores e Intérpretes, entidad que está tratando de apoyar con difusión de información la situación de los intérpretes en Afganistán y la labor que realizan. “Los intérpretes han sido determinantes en lo que los gobierno querían en momento de guerra y de dificultad socio política en todo el mundo”, reivindica María Pilar Cardós, presidenta de la asociación.

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