Biden y Xi Jinping se pasan horas al teléfono en su primera llamada

El nuevo presidente de EEUU no retirará a China los aranceles de Trump hasta que negocien un acuerdo comercial.

El presidente chino, Xi Jinping.
El presidente chino, Xi Jinping.
Reuters

Joe Biden hizo esperar a China tres semanas para la primera llamada con su presidente, pero cuando al fin se produjo el miércoles por la noche, valió la pena. "He estado al teléfono con Xi Jinping durante dos horas seguidas", contó ayer a la prensa, durante un encuentro sin relación ocurrido en el Despacho Oval. "Como no nos pongamos las pilas se nos van a comer el almuerzo".

Biden se hacía eco de lo que muchos llevan años observando, que el país asiático avanza a pasos agigantados en tecnología para dar caza a EEUU y ponerse a la cabeza del mundo. Le impresionó particularmente los esfuerzos que hace en automóviles, sector en el que "están trabajando muy duro", alabó. El nuevo presidente de EEUU ha ordenado a todos los departamentos de gobierno que descontinúen el uso de coches con motores de gasolina y reemplacen paulatinamente la flota de 650.000 automóviles por vehículos eléctricos de fabricación estadounidense, con la meta de que en 2040 no quede ningún coche de gasolina en manos del gobierno federal.

Son grandes noticias para Tesla, Rivian, Lordstown, Ford y General Motors, pero el mercado es mucho más grande que la flota federal. Y la ambición de China sin duda llega más lejos que los coches. También las relaciones entre ambos, ensombrecidas por la nueva disposición de reclamar al gigante asiático sus faltas en los derechos humanos.

La represión en Hong Kong, el genocidio de Uighurs en Xinjiang y las aspiraciones territoriales sobre Taiwán son los obstáculos clave en los que ninguno de los dos gobiernos quiere ceder. Para China, Taiwán es incluso más importante que las negociaciones comerciales que se quedaron empantanadas con el Gobierno de Trump, y parece estar a la espera de ver los pasos que da el gobierno de Biden antes de mover ficha.

En su comunicado sobre la llamada, el presidente Xi advirtió que considerará "una interferencia en sus asuntos internos" cualquier movimiento de EEUU en esas tres áreas, pero también se mostró dispuesto a identificar "áreas de colaboración" mientras aprenden a "manejar las diferencias", por lo que le recomendó "cautela".

Ambos comunicados interpretaban la llamada de forma muy diferente. El Gobierno chino difundió la idea de que el todopoderoso estadounidense lo había llamado para felicitarlo por el Año Nuevo Lunar, mientras que Washington dice haberlo hecho para informarle de que manejará sus relaciones de forma "muy distinta" a como lo hacía Trump.

Sin embargo, el Gobierno de Biden no piensa levantar aún los aranceles de hasta el 25% que impuso Trump, dispuesto a aprovechar su mano dura en esa guerra en la que aún hay que firmar un armisticio favorable a Washington. Tiene también que negociar nuevas medidas contra el cambio climático y sanciones contra Myanmar, que intenta sacar en colaboración con Japón y Corea del Sur.

Se trata de la segunda llamada del presidente Biden a uno de sus adversarios, después de haberle advertido a Vladimir Putin que le pasará factura por todo lo que no le ha cobrado Trump. En la nueva geografía mundial de EEUU, los aliados tradicionales están de vuelta, pero también lo rivales de siempre. 

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