La misión de la OMS en Wuhan empieza bajo la opacidad china

Terminada su cuarentena de dos semanas, los expertos trabajan desde este jueves sobre el terreno sin saber aún qué se les permitirá inspeccionar.

Un guardia de seguridad intenta evitar que se fotografíe el Instituto Virológico de Wuhan, en la ciudad china homónima.
Un guardia de seguridad intenta evitar que se fotografíe el Instituto Virológico de Wuhan, en la ciudad china homónima.
ROMAN PILIPEY/EFE

Tras dos semanas de cuarentena, este jueves empieza la investigación sobre el terreno de los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que han venido a Wuhan para intentar averiguar el origen del coronavirus. Después de pasar catorce días encerrados en el Hotel The Jade, que han aprovechado para entrevistarse por videoconferencia con sus colegas chinos, arranca la parte más importante de su misión bajo las dudas sobre la información a la que tendrán acceso y los lugares que podrán inspeccionar.

Parece claro que visitarán el mercado de Huanan, donde se vendían animales salvajes en malas condiciones higiénicas y se detectaron la mayoría de los primeros casos, pero no todos. Se sospecha que allí se originó o se propagó el coronavirus, que parece proceder de los murciélagos y, tras mutar supuestamente en una especie intermedia todavía sin identificar, habría pasado al ser humano. Pero trece de los primeros 41 casos confirmados, además de tres de los cuatro detectados al principio, no tenían relación con el mercado de Huanan y eso complica la búsqueda.

Lo que no se sabe todavía es si los catorce expertos de la OMS podrán visitar el superlaboratorio P4 del Instituto de Virología de Wuhan, enclavado a las afueras de la ciudad y sobre el que también han recaído las sospechas. La casualidad, el destino o lo que sea quisieron que el coronavirus estallara hace ahora un año en esta megalópolis del centro de China, que alberga el mayor laboratorio de virus de Asia y está especializado en los de murciélago gracias al trabajo de su directora, la prestigiosa doctora Shi Zhengli.

Durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos denunció, sin pruebas, que el coronavirus podría proceder del P4, donde habría sido creado o de donde se habría escapado. Pero China lo niega tajantemente y ha formulado otra rocambolesca 'teoría de la conspiración' que apunta a una base militar estadounidense, Fort Detrick, como origen del coronavirus. Aunque la mayoría de los científicos, tanto chinos como americanos, cree que el coronavirus es de origen natural, se ha convertido en una enconada disputa política entre ambas superpotencias.

"Hasta ahora no hay ninguna evidencia que indique que alguien estaba trabajando con este virus en el pasado ni que se haya escapado del laboratorio, pero por supuesto que lo tendremos en cuenta cuando busquemos el origen", dijo el jefe de la misión, Peter Ben Embarek, en un vídeo difundido por la OMS a principios de este mes.

De momento, lo único que se sabe es que este nuevo coronavirus, llamado SARS-CoV-2, coincide genéticamente en un 96,2% con otro coronavirus de murciélago hallado en 2012 en unas cuevas de Yunnan (suroeste de China), que precisamente se almacena en el P4. Aunque ese 3,8% restante indica una evolución de bastante tiempo, algunos estudios genéticos, entre ellos de Cambridge y Oxford, apuntan a que podría haber surgido en el sur de China y desde ahí se habría propagado. Pero esta hipótesis tampoco está demostrada. Entre otras cosas, porque el régimen chino corta los accesos a esa cueva donde se descubrió el virus similar, una mina abandonada de cobre donde en 2012 fallecieron por una extraña neumonía tres personas que recogían el guano (excrementos) de los murciélagos, un rico abono.

Cambiar el relato

Además, a menos de 300 metros del mercado de Huanan se ubica el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) de Wuhan, donde también se investiga con murciélagos. En los días posteriores al estallido, dos médicos chinos apuntaron como hipótesis, pero sin pruebas, que un investigador podría haberse infectado al ser mordido por un murciélago, como ha ocurrido en ocasiones anteriores. Pero, en lugar de ponerse en cuarentena, habría empezado a propagar la enfermedad.

Intentando cambiar el relato para descargarse de cualquier responsabilidad sobre el origen de la pandemia, Pekín apunta a que el coronavirus estaba en otros lugares del mundo y estalló primero en Wuhan. Se basa en estudios no concluyentes que han detectado el coronavirus o sus anticuerpos en Italia y también EE. UU., y hasta en las aguas residuales de Barcelona, antes del estallido en Wuhan. Aunque China data sus primeros casos en diciembre de 2019, el periódico 'South China Morning Post' de Hong Kong informó, citando documentos oficiales, de que los contagios se remontaban al 17 de noviembre.

Por ese motivo, otro de los especialistas de la misión, el virólogo Peter Daszak, explicó la semana pasada que "el objetivo era rastrear los contactos y actividades de los primeros casos conocidos y seguir sus pistas", recoge el SCMP. "Si eso nos lleva al laboratorio, empezaremos a investigarlo. Si nos lleva a otras partes de China, o incluso a otros países, allí iremos", asegura Daszak.

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