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Trump intenta disolver su comité científico mientras EE. UU. supera los 70.000 muertos

El jefe de la Casa Blanca apuesta por reactivar la economía y sugiere que los expertos busquen vacunas y terapias

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US President Donald J. Trump returns to White House from Arizona
Donald Trump.
Yuri Gripas / POOL

Hace mucho que el doctor Anthony Fauci resulta una figura incómoda para Donald Trump. La doctora Deborah Birx, coronel del Ejército, es más de su agrado, pero también le lleva la contraria en las entrevistas. Sin la conferencia de prensa diaria que mantuvo durante mes y medio, el Grupo de Trabajo del Coronavirus al que ambos pertenecen ya no sirve a sus propósitos mediáticos. Entonces, ¿por qué no quitársela de encima?

El anuncio triunfante de que comenzaría a desmantelar al grupo de científicos que le asesora porque "empezamos una fase de seguridad en la apertura" dejó a medio país sin aliento. Con más de 71.000 muertos y la perspectiva de alcanzar los 3.000 diarios para el 1 de junio, en Estados Unidos pocos conciben la desaparición de las únicas caras en las que confían. Por eso, desbordado por el número de llamadas personales que recibió tras el anuncio de su desmantelamiento, el presidente cambió este miércoles de estrategia.

Un primer paso entre los cambios que se esperan para recuperarse de una pandemia que ha reducido notablemente la cantidad de pasajeros

"No tenía ni idea de lo popular que era este Grupo de Trabajo", admitió. "Recibí llamadas de gente muy respetable". El astuto mandatario ha encontrado una fórmula mejor para sus propósitos: dejarla en pie "indefinidamente" con una cláusula: "Puede que añadamos y quitemos gente", tuiteó.

La diana que lleva colgada en la espalda el doctor Fauci por llevarle la contraria públicamente es más visible que nunca. Trump le prohibió testificar este miércoles ante el comité de Asignación de Presupuestos de la Cámara de Representantes, aunque podrá hacerlo el martes próximo ante uno del Senado que controlan los republicanos.

A partir de ahora el grupo de trabajo al que pertenece se centrará, según el tuit de Trump, en vacunas y terapias, una tarea que debería encajar con el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, admirado por sus investigaciones en el tratamiento de enfermedades como el sida y el ébola. Entre la veintena de premios que acumula, este científico de 79 años ha recibido la Medalla Nacional de la Ciencia de manos de George W. Bush y la de la Libertad de Barack Obama. Fauci podría recibir otra de Trump si cree poder seguir beneficiándose de su popularidad, pero por ahora el mandatario ha decidido retirarse de las conferencias de prensa del grupo. Tras convertirse en objeto de mofa mundial por recomendar el uso interno de desinfectantes para combatir el virus, sus asesores le informaron de que la sobredosis mediática le estaba perjudicando claramente en las encuestas.

Y ese es el baremo que más tiene en cuenta, particularmente en año electoral. Según todos los expertos, el factor decisivo será la marcha de la economía. Por eso se ha propuesto reabrir el país a toda costa, "aunque cueste algunas vidas", avisó este miércoles durante su primer acto fuera de Washington.

Trump se paseó sin mascarilla por una fábrica de Arizona reconfigurada precisamente para fabricar mascarillas. Lo mismo hizo su vicepresidente la semana pasada en un hospital. De fondo, mientras Trump desfilaba por la fábrica, sonaba la popular canción de Guns & Roses 'Vive Libre y Deja Morir'. El presidente llevaba puestas las gafas de plástico requeridas por la instalación industrial, pero ignoraba los carteles sobre la pared de llevar mascarilla. «Si se la hubiera puesto, tal vez el 23% que según las encuestas todavía confía en él también hubiera empezado a hacerlo», protestó en MNSBC Nicolle Wallace, que fue directora de comunicación de la Casa Blanca con George W. Bush.

Disputa con Nueva York

Pese a que el país con más casos confirmados del mundo acumula ya 1,2 millones de positivos, Trump está decidido a limpiar el historial para alentar la vuelta a la normalidad. "Todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, pero no sus propios hechos", dice a diario el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, cuando empieza su conferencia con las últimas estadísticas. Trump no está de acuerdo. Según Axios, el mandatario se ha quejado ante sus asesores de la forma en la que se contabilizan las muertes de Covid-19, convencido de que la cifra real es menor. Algunos de ellos están de acuerdo y se disponen a revisar las cifras a la baja, pese a que Cuomo cree que "cuando se hayan contado todos los muertos, será sustancialmente mayor", insistió en las últimas horas.

A Trump le molestan especialmente los 3.700 muertos que Nueva York añadió a la cuenta a mitad de abril como "probables" víctimas de coronavirus, sin que se les hiciera la prueba al haber fallecido en sus casas. El mandatario, siempre desconfiado, cree que el Estado de Cuomo intenta engordar las cifras para obtener más ayudas federales y dañarle políticamente, por lo que en privado sugiere que se haga una autopsia a todos esos muertos sin confirmar. Una tarea titánica y dolorosa que puede empezar a defender públicamente muy pronto.

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