Ola de solidaridad en Italia para donar máscaras de buceo a los hospitales

Después de que una empresa consiguiera convertir las conocidas máscaras de snorkel de Decathlon en dispositivos de respiración, la respuesta de la sociedad ha sido masiva

Gracias a una pieza impresa en 3D se pueden adaptar a los respiradores

Después de que una empresa consiguiera convertir las conocidas máscaras de snorkel de Decathlon en dispositivos de respiración para los saturados hospitales italianos, la respuesta de la sociedad ha sido masiva, con la donación de cientos de máscaras particulares a los hospitales.

La iniciativa llegó de un médico del hospital de Gardone Valtrompia (en Brescia, una de las provincias más afectadas por el coronavirus), que trasladó a la empresa Isinnova la idea de usar estas máscaras que cubren todo el rostro como dispositivos de respiración en las UCI, material escaso ahora en el país.

Primero se probaron en el hospital de Brescia, pero iniciativas en otras ciudades como Parma, también golpeada por el COVID-19, han supuesto un aluvión de donaciones de máscaras en sus hospitales: en pocas horas se ofrecieron 800 donantes para las 50 máscaras que necesitaba el hospital.

Los autores de esta recogida fueron Filippo Schianchi y Nicolò Bortone, los dos estudiantes universitarios y el segundo hijo de un anestesista del hospital principal de la ciudad, que lanzaron en redes sociales la campaña #ParmaRespira para pedir a sus vecinos que donaran estas máscaras de snorkel.

"Empezamos la campaña a las 6 de la tarde y a la 1 de la madrugada ya habíamos conseguido todas las que necesitaba el hospital", explicó este viernes Schianchi en una entrevista en la radio local, Radio Parma.

Ni él ni su compañero, ambos estudiantes de ingeniería, esperaban esta respuesta masiva que ha llevado a crear un registro de usuarios de las máscaras para futuras donaciones, lo que demuestra según Schianchi que "la solidaridad es contagiosa".

Todo empezó cuando el doctor Renato Favero, inventor de esta reconvertida máscara, contactó con la empresa Isinnova, ya conocida por haber utilizado impresoras 3D para crear válvulas de respiración que luego puso a disposición de los hospitales.

Las estructuras sanitarias de Lombardía, región donde se encuentra Brescia, estaban sufriendo escasez de máscaras hospitalarias C-PAP, las que se usan en la terapia subintensiva para pacientes con problemas respiratorios, como aquellos infectados con el coronavirus.

Isinnova se puso en contacto con Decathlon, la empresa fabricante de las máscaras Easy Breath, que les entregó el diseño para poder modificarlas. En la empresa añadieron un nuevo componente también impreso en 3D, la llamada válvula Charlotte, y el conjunto fue enviado al hospital Chiari de Brescia, donde se probó con éxito.

Las autoridades sanitarias recibieron con entusiasmo la idea hasta el punto que la Protección Civil de Brescia compró 500 máscaras para repartir entre los diferentes hospitales, en una región, la de Lombardía, donde hay más de 22.000 infectados, de los cuales 1.263 en unidades de cuidados intensivos.

Rápidamente los ingenieros de Isinnova patentaron la válvula Charlotte, pero pusieron a libre disposición el diseño para que todo el mundo pudiera crearla mediante una impresora 3D, ya que se trata de "una válvula de fácil construcción", según explican en su página web.

Decathlon también decidió colaborar con la donación de 10.000 máscaras de este tipo a las regiones italianas, siempre a la espera de que termine la fase de experimentación en la universidad Politécnico de Milán.

Son ya varios los municipios italianos que han pedido a sus ciudadanos que posean estas máscaras de buceo que las donen, como el ayuntamiento de Acqua Termi, en el Piamonte (noroeste), que lanzó una llamada a la población y en pocas horas recibieron una respuesta masiva.

Mientras, los dos jóvenes estudiantes que lanzaron la primera campaña en Parma, confían en extender esta solidaridad y "convertirla en algo mundial", visto que la situación del coronavirus sigue empeorando a nivel global y los hospitales llegan al límite en muchos otros países. 

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