Un millón de personas marchan en Chile contra Piñera y la desigualdad social

Se trata de la manifestación más grande en el país desde que cayó en 1990 el dictador Augusto Pinochet

Fotografía aérea que muestra a miles de manifestantes reunidos para pedir la renuncia de Piñera
Fotografía aérea que muestra a miles de manifestantes reunidos para pedir la renuncia de Piñera
Rodrigo Sáez/EFE

La manifestación más grande de Chile desde que cayó en 1990 el dictador Augusto Pinochet reunió este viernes en Santiago a al menos un millón de personas cuando se cumple una semana de protestas contra la desigualdad social en el país.

A pesar de que la convocatoria era para las 17.00 hora local (20.00 GMT), la inmensa plaza Italia, punto neurálgico de la mayor ola de protestas de la historia democrática de Chile, lucía abarrotada media hora antes mientras miles de personas se quedaban en las avenidas aledañas sin poder llegar.

Algo más de hora después de la hora citada, la concentración reunía ya a más de un millón de personas, según las cifras de la Intendencia Metropolitana, e iba en aumento conforme pasaban los minutos.

La muchedumbre rebosó el epicentro del descontento social para reclamar la salida del presidente Sebastián Piñera por la represión y presuntas violaciones de los derechos humanos cometidas por las fuerzas del orden contra los manifestantes en días anteriores.

También por considerar insuficientes el paquete de medidas propuesto por el mandatario para contentar las peticiones de mejores pensiones y salarios, y de precios más justos para la luz, el gas, la educación universitaria y los servicios de salud.

'No estamos en guerra'

Entre la multitud comenzó a desplegarse una gigantesca bandera con el lema 'Chile despertó', la consigna que ha proliferado por las redes sociales, acompañado de la frase "No estamos en guerra", en referencia a la declaración de guerra que hizo Piñera contra los causantes de incendios en supermercados y estaciones del Metro.

Otra gran pancarta solicitaba "asamblea constituyente" para redactar una nueva Constitución que reemplace la Carta Magna de la dictadura que rige en Chile desde 1980 y a la que los manifestantes culpan del modelo económico neoliberal que ha agudizado la desigualdad entre las distintas clases sociales.

"Por la dignidad de nuestro pueblo, a la calle sin miedo", se leía en otro gran cartel que se colgó desde lo alto de uno de los edificios que rodean la emblemática plaza santiaguina.

En el centro de la plaza protestaban hermanadas las barras bravas de la Universidad de Chile, Colo Colo y Universidad Católica, los tres clubes más históricos del fútbol chileno.

Ni las Copas América reunieron a tanta gente

Ni siquiera las dos Copas América que la selección chilena conquistó en 2015 y 2016 habían logrado reunir a tanta gente en la plaza Italia.

Con esta masiva manifestación se dio así inicio a un nuevo fin de semana de unas protestas que van en aumento desde que estallasen por el alza de las tarifas en el Metro de Santiago de 800 pesos (99 céntimos de euro) a 830 pesos (1,0,2 euros), lo que agotó la paciencia de los chilenos.

La gente salió a las calles como nunca antes desde el inicio de estas protestas a pesar de que a partir de las 23.00 hora local (02.00 GMT, del sábado) se fijó un nuevo toque de queda nocturno, el octavo consecutivo.

Las movilizaciones ya habían empezado temprano en otras partes de la ciudad con caravanas de taxis y camiones que bloquearon los accesos a la ciudad. Al mismo tiempo las manifestaciones se replicaron en otras ciudades como Concepción, en el sur.

"Chile vive una jornada histórica. Es una pacífica marcha que representa el sueño de un Chile nuevo, de forma transversal sin distinción", señaló la intendenta metropolitana, Karla Rubilar.

Esta ola de protestas, que tiene un saldo de 19 muertos, al menos 600 heridos y 6.000 detenidos, según la Fiscalía, se produce a escasas semanas de que Santiago acoja una serie de importantes cumbres.

En tres semanas debe albergar la cumbre de líderes del Foro Económico Asia-Pacífico (APEC), donde se espera la posible llegada de los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump; de Rusia, Vladimir Putin; y de China, Xi Jinping.

En un mes la misma ciudad debe organizar la final de la Copa Libertadores y en diciembre está fijada la vigésimo quinta cumbre mundial del clima (COP25), donde se espera que lleguen al menos 12.000 personas.

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