Bofetada de la Eurocámara a Macron

El rechazo como comisaria europea a Sylvie Goulard, hostigada por las sospechas de corrupción, obliga a Paris a buscar un nuevo candidato.

Sylvie Goulard
Sylvie Goulard
FRANCOIS LENOIR/REUTERS

Fracasó la pasada semana en su audiencia ante los eurodiputados, ese examen al que se someten todos los aspirantes a entrar en el Ejecutivo comunitario. Tampoco convenció con las respuestas que les entregó por escrito el miércoles en la que era su segunda oportunidad; y este jueves fue definitivamente invalidada. Fueron 82 votos en contra frente a 29 a favor: un contundente rechazo a Sylvie Goulard, la aspirante francesa a formar parte del equipo de Ursula von der Leyen la próxima legislatura europea. Un 'no' rotundo y una bofetada a Emmanuel Macron, que la propuso para el cargo. El presidente galo reaccionó con sorpresa. Y no solo no ocultó su malestar sino que se defendió del desaire con un doble ataque: a la propia Von der Leyen y al grupo de los populares europeos.

Goulard fracasó después de varios intentos en la misma reválida que el lunes superó a la primera el español Josep Borrell. Y eso que el aún ministro de Exteriores en funciones se sometía al escrutinio de los eurodiputados en un ambiente ya enrarecido, precisamente porque la francesa estaba en la cuerda floja. Para entonces habían sido rechazados los candidatos de Hungría y Rumanía. Pero hablamos de Francia. De la apuesta de un Macron líder europeo de los liberales (tercera familia en la Eurocámara), a la que los conservadores (primera) y un importante sector de los socialistas (segunda) cerraban la puerta.

Goulard, ya desde su nominación, tuvo que lidiar con las sospechas de corrupción porque está siendo investigada en su país y por la agencia antifraude europea (OLAF) por un presunto desvío de fondos cuando era europarlamentaria del partido centrista MoDem. En 2017, de hecho, abandonó el cargo de ministra de Defensa por ese mismo asunto. A ello se sumaba otro reproche: que también como eurodiputada cobrase de un instituto de investigación estadounidense en torno a 10.000 euros al mes. Siempre defendió que estaba "limpia" e incluso se había comprometido a dimitir si llegado el caso se dictaba una sentencia condenatoria en firme.

Pero ni por esas. Así que Macron estalló. Tras darse por definitivo el veto desveló que a Von der Leyen le puso en su día no uno sino tres nombres sobre la mesa y le advirtió de que Goulard podría ser el más "problemático" por las investigaciones judiciales en curso. Pero fue la futura presidenta de la Comisión Europea quien decidió seguir adelante con ella, después de valorarlo con las tres familias del Parlamento (Populares, socialistas y liberales).

La factura de los populares

"A Francia lo que le interesa de verdad es la cartera", insistió Macron -Goulard tenía asignada el área de Mercado Interior-. Pero la realidad es que el presidente no encajó bien el golpe: "Necesito saber si ha habido resentimiento o mezquindad" en el veto, añadía. Un dardo directo contra los populares, a quienes acusaría de hacerle pagar la factura por haber sido el principal artífice de poner fin al 'cabeza de lista', esto es, al 'spitzenkandidaten'.

Esta fórmula abogaba por que el presidente de la Comisión Europea fuera uno de los candidatos que se presentaron a las elecciones del 26 de mayo pasado. Pero ni Manfred Weber (PPE), ni Frans Timmermans (S&D), ni tampoco Margrethe Vestager (liberales) consiguieron el apoyo de los jefes de Estado y de gobierno, que al final acabaron eligiendo a dedo a Ursula von der Leyen. Ahora ella, junto con el Elíseo, tendría que proponer un relevo para Goulard si quiere evitar finalmente un choque frontal con la Eurocámara el día 23, cuando el equipo al completo de la alemana deberá someterse a la votación del pleno.

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