Por
  • Fernando Sanmartín

La mano en el fuego

El bombero Miguel Roldán.
El bombero Miguel Roldán.
Ana Belinchón / Efe

Los admiro. Y mucho. Y el alma se asoma a la ventana cuando pasan, con las sirenas encendidas, dentro de sus camiones rojos. Una vez salvaron mi piso de las llamas. Debería, por eso, colocar una foto suya, foto de bomberos, en mi biblioteca. Igual que otros lo hacen con una imagen de San Francisco de Asís.

Pronto llegará el verano y saldremos de vacaciones a Dubái, a los castillos del Loira o a Salou. Las agencias de viajes editan catálogos que ofrecen el paraíso a un precio razonable. Pero alguno de los que trabajan en un parque de bomberos también ayuda en sus días libres a quienes lo necesitan. Es otra forma de mirar a los ojos. Aunque eso, a veces, causa unas consecuencias que son difíciles de explicar y se adentran en lo incomprensible. Tengo un ejemplo: Miguel Roldán, bombero en Sevilla, que en el año 2017 estuvo tres semanas de sus vacaciones en un barco de pesca transformado en barco de rescate por una ONG alemana. Con sus manos, allí, sacó a la gente del agua, de día y de noche, en el Mediterráneo, inmigrantes, y ahora, hoy, se ve envuelto por un proceso penal en Sicilia, acusado de cooperar en el tráfico de personas.

Europa es el espectáculo de un fracaso cuando Miguel Roldán tiene que defenderse por esta acusación. Hay decenas de hombres y mujeres que, gracias a él, no se han ahogado. También siguen a flote, con su ayuda, la ética y la dignidad, para las que no descarto una acusación por cómplices.

Fernando Sanmartín es escritor

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión