El Gobierno de Bélgica se descompone

Charles Michel queda en minoría tras abandonar el Ejecutivo la ultraconservadora N-VA, contraria a firmar el Pacto Mundial para la Migración.

El primer ministro belga, Charles Michel.
Charles Michel rechaza las dimisiones de los ministros de Interior y Justicia
Afp

"Aprecio el trabajo que hemos realizado conjuntamente". Así dio carpetazo Charles Michel, primer ministro belga, a la crisis definitiva de su Gobierno de cristiano-demócratas, liberales y los independentistas de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA). La disparidad ideológica en el 16 de la Rue Loi, sede del Ejecutivo federal, ha conseguido durar cuatro años y medio no exentos de convulsiones.

Pero la estructura de alfileres que lo sustentaba ha terminado cediendo. Lo hizo la noche del sábado cuando los ultraconservadores de la N-VA llevaron a Michel a la disyuntiva de tener que elegir entre ellos y el Pacto Mundial para la Migración, que mañana y pasado firmarán un largo centenar de países en Marrakech (Marruecos). Este acuerdo promovido por la ONU es solo una declaración de intenciones, no es vinculante para ningún Estado, pero se ha convertido en los últimos meses en la diana de los partidos reaccionarios y los gobiernos que exhiben mano dura con los flujos migratorios.

Michel, de 45 años, ha elegido seguir alineado con ese compromiso internacional. Y el cisma en el Gabinete le deja con la difícil papeleta de agotar los seis meses que restan de legislatura en absoluta minoría. El 'equilibrista' del Movimiento Reformador (MR), que ni tan siquiera fue el político más votado en su región, Valonia, comparecía hoy en rueda de prensa tras comunicar al rey belga Felipe las nuevas caras de su equipo.

Dieciocho carteras se condensan ahora en trece. Los hasta ahora secretarios de Estado, Pieter de Crem (del partido cristiano demócrata flamenco, CD&V) y Philippe de Backer (liberal, también flamenco del Open VLD) y los vice primeros ministros Dider Reynders (MR) y Alexander de Croo (Open VLD) y la ministra de Sanidad Maggie de Block (Open VLD), asumirán las carteras que dejan los nacionalistas de la N-VA Jan Jambon (Interior), Johan Van Overtvedlt (Finanzas), y Sander Loons (Defensa), además de Theo Francken, el controvertido secretario de Estado para el Asilo y la Migración, y Zuhal Demir, secretaria de Estado para Igualdad.

El primer ministro acudirá a Marruecos dispuesto a firmar un pacto para el que cuenta con el apoyo de todos los partidos de la Cámara federal a excepción de la N-VA que, curiosamente, hasta el pasado septiembre no lo había cuestionado, no al menos con la virulencia de las últimas semanas. Michel, que incidió en que las acciones claves que guiarán los próximos meses de la legislatura serán fortalecer el poder adquisitivo, la política socioeconómica y una "ambiciosa" estrategia climática, aboga por un diálogo continuado y fluido con el Parlamento. No le queda más remedio.

Su coalición solo cuenta con 52 escaños de los 150 en el legislativo federal por lo que tendrá que buscar apoyo en otras formaciones, ya sea de la N-VA, su excompañera de viaje, que tiene 31 escaños, o en la oposición de siempre. La N-VA, en cualquier caso, parece que no le pondrá más palos en la rueda. Ya ha asegurado que no le va a negar una eventual cobertura.

La estela de Austria y EE UU

En la salida del Ejecutivo que ha protagonizado esta formación ultraconservadora belga (la misma que abrió la puerta a Carles Puigdemont y los exconsellers huidos y de la que han salido las críticas al Gobierno por la 'cuestión catalana' que han tensado las relaciones diplomáticas entre España y Bélgica) ha pesado mucho la lectura del Pacto Mundial para la Migración que hizo el conservador canciller austriaco Sebastian Kurz, cuando anunció que su país tampoco la firmaría. Kurz, que también gobierna con la ultraderecha, aseguró en octubre que "tememos una amenaza a nuestra soberanía nacional".

Este pacto lo rechazó desde su gestación Estados Unidos. Una estela que han seguido Israel, Australia y varios países europeos además de Austria, partidarios de una política migratoria restrictiva. Es el caso de Hungría, Polonia, Estonia, Bulgaria, la República Checa e Italia.

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