Milagro en un ascensor en caída libre desde la planta 95

Seis personas, entre ellas una mujer embarazada, sobreviven al desplome del ascensor de un emblemático rascacielos en Chicago.

Operación de rescate en el ascensor de un rascacielos de Chicago.
Milagro en un ascensor en caída libre desde la planta 95
Katy Martínez vía Reuters

Si a Agatha Christie le hubiesen contado una historia como ésta en vida hubiese escrito una novela de éxito. Los personajes: un matrimonio cuya esposa está embarazada, dos estudiantes y dos turistas mexicanos. La ubicación: el ascensor del emblemático rascacielos de la 875 North Michigan Avenue, antes conocido como John Hancock Center, en Chicago. La trama: una caída en picado desde la planta 95 del edificio, muchos gritos de auxilio en un trayecto infernal hacia la base, un frenazo en la planta once y tres horas atrapados en un "pozo ciego". El desenlace: un milagro.

Esta historia es tan novelesca como real. Ocurrió en la noche del pasado 16 de noviembre en la 'ciudad del viento', cuando un grupo de personas quedó atrapado en uno de los edificios más altos de Chicago. "Creía que íbamos a morir", dijo Jaime Montemayor, un mexicano de 50 años que estaba de visita en la ciudad y se encontraba con su esposa en el ascensor. Gritaron, lloraron, rezaron y, en un hálito de esperanza, llamaron a emergencias y a sus conocidos.

Montemayor dijo que inicialmente sintió que bajaban normalmente y luego caían. "Hubo un repentino ruido de clack, clack, clack y el polvo comenzó a filtrarse en la cabina", explicó a un medio local. Su pareja, Mana Castillo, afirmó que el aparato "se movía a una velocidad normal, pero que empezó a descender haciendo ruido". Por su parte, uno de los jóvenes que iba a bordo aseguró que comenzaron a caer "cada vez más y más rápido, sin detenerse". El 'Chicago Tribune' recogió las declaraciones de un estudiante de Derecho de la Universidad Northwestern que describió que su sensación fue similar a las que se sienten durante turbulencias en un avión.

Por suerte, la máquina, cuyo fallo fue provocado por la rotura de un cable de elevación, según los informes del siniestro, quedó suspendida en la planta undécima gracias a que el resto de cables, aún conectados a la cabina, soportaron el peso, evitando la colisión contra el suelo y, asimismo, la catástofe.

El rescate, sin embargo, no se pudo hacer de forma convencional. El aparato quedó en un "pozo ciego", es decir, un tramo donde no había puertas por las que los bomberos pudieran acceder, explicó el jefe de los bomberos de Chicago, Patrick Maloney, a los medios estadounidenses. "Fue una situación precaria, se partió el cable en la parte superior del ascensor y no pudimos hacer un rescate de ascensor a ascensor; tuvimos que romper una pared", agregó Maloney. Esto provocó que el rescate se prolongase tres horas.

A las tres de la madrugada, los seis afectados fueron liberados y recibidos entre aplausos por sus amigos y familiares. Ninguno de ellos necesitó ser hospitalizado y los visitantes de la torre pudieron seguir utilizando ascensores de carga para llegar a la cima. El elevador había sido inspeccionado por última vez en julio. Además, el equipo de mantenimiento visitó el rascacielos en dos ocasiones en los últimos cuatro años, la última en 2017.

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