Brasil elige presidente sumido en el extremismo

El ultraderechista Bolsonaro y su rival izquierdista Haddad libran su decisivo duelo en la segunda vuelta de las elecciones.

Combo de imágenes de Bolsonaro y Haddad
Brasil elige presidente sumido en el extremismo

Tras una campaña electoral que se tornó muy dinámica al final, más de 147 millones de brasileños acuden a las urnas para elegir al presidente de la mayor democracia latinoamericana para los próximos cuatro años. Los votantes deberán escoger entre un candidato ultraderechista, el excapitán Jair Bolsonaro -que despierta temores por su retórica machista, homofóbica y racista- y su adversario progresista, el profesor Fernando Haddad, exalcalde de Sao Paulo y abanderado del Partido de los Trabajadores (PT) que tiene a su líder histórico, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, preso por corrupción.

Mientras Haddad celebraba este sábado que "la remontada ya comenzó" y que el pueblo brasileño "descubrió que Bolsonaro es un mentiroso y un cobarde", el pastor evangélico Silas Malafaia, que visitó al ultraderechista en su residencia de Río de Janeiro, expresó que no había "clima de ya ganó" en el equipo de campaña.

Los sondeos de Datafolha señalan que el favorito es Bolsonaro con el 56% de intención de voto. Según este estudio, Haddad llegaría segundo con un 44% de preferencias. No obstante, algunos encuestadores advirtieron de que en los últimos diez días hubo un cambio de tendencia que podría acelerarse con el correr de las horas hasta el cierre de la jornada electoral. Aludieron así a una paulatina pero constante reducción de la ventaja que había logrado el líder ultra tras la primera vuelta.

El 7 de octubre, Bolsonaro, líder del Partido Social Liberal (PSL) cosechó un 46% de los votos frente al 29% de Haddad. El resultado proyectaba una victoria cómoda del primero en la segunda vuelta y un gigantesco desafío para el aspirante del PT que debía conseguir alianzas con otros dirigentes para aunar fuerzas.

Con un discurso abierto al diálogo, Haddad confió en sumar a votantes temerosos de la arenga autoritaria de Bolsonaro en la cita de hoy con las urnas, donde también habrá segunda vuelta para elegir gobernadores en 13 Estados de los más populosos como Sao Paulo, Río de Janeiro, Minas Gerais y en el distrito federal. Ayer agradeció el apoyo del exjuez supremo Joaquim Barbosa, un magistrado negro prestigioso por su lucha contra la corrupción. Barbosa dijo que Bolsonaro le inspiraba "miedo" y que votaría por Haddad.

Más renuente, Ciro Gomes, el candidato desarrollista que quedó tercero en primera ronda, pidió ayer "votar contra la intolerancia y a favor del pluralismo". Y omitió dar un apoyo explícito a Haddad como había requerido el PT. Gomes se fue a Europa tras la primera vuelta y se rehusó a involucrarse en la campaña del partido de Lula, un gesto que le podría haber sumado entre tres y cuatro puntos a Haddad.

La falta de un debate

Al margen de los respaldos notables, las mayores oportunidades de Haddad estaban en los debates televisivos. No obstante, Bolsonaro esquivó el reto. Escudándose en las secuelas del atentado que sufrió en setiembre cuando un desconocido lo atacó a puñaladas, el derechista se excusó y centró su campaña en entrevistas y vídeos y mensajes en las redes sociales en los que mantuvo la retórica agresiva contra las minorías, jueces, adversarios políticos y contra Venezuela.

Así discurrió todo hasta que en los últimos días la caída en las encuestas del favorito alteró el escenario. El fenómeno de crecimiento de último momento de Haddad entusiasmó a militantes del PT, que salieron a las calles a tratar de captar el favor de indecisos.

Pero también en la campaña de Bolsonaro el discurso belicoso se atenuó. "La forma de cambiar Brasil es a través de la defensa de las leyes y la obediencia a la Constitución", manifestó un Bolsonaro desconocido en redes sociales. "Haremos todo de acuerdo a la ley. Todos los ciudadanos tendrán sus derechos preservados", prometió en un giro de 180 grados.

También desechó su idea original de retirar a Brasil del Acuerdo de París, descartó la posibilidad de unificar el Ministerio de Agricultura con el de Medio Ambiente y más aún retrocedió de sus amenazas contra el régimen de Nicolás Maduro. Bolsonaro había dicho hace una semana: "Vamos a ir a la guerra contra Venezuela". Asimismo, aseguró que Brasil buscará solucionar el problema de las migraciones con la ONU.

El líder ultra tampoco alardeó ya de su conocida homofobia. Dijo que "el Estado no tiene nada que ver con la orientación sexual de cada ciudadano". Y para dar pruebas de su nueva apertura a la diversidad comentó que seguramente en la rueda de prensa había algún homosexual pero que él nada tenía que ver con eso.

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