La ciudad faraónica

Egipto prepara para el año próximo el traslado de su capital a una nueva urbe. Se prevé que la metrópoli albergue a cinco millones de personas, 2.000 escuelas, 1.250 templos y 663 centros médicos.

Recreación de la futura capital de Egipo.
Recreación de la futura capital de Egipo.
Thecapitalcairo.com

La página web que aporta algunos datos del proyecto se denomina Thecapitalcairo.com, pero lo cierto es que, a día de hoy, la urbe destinada a recoger el testigo como capital administrativa y financiera de Egipto no ha sido aún bautizada de manera oficial. Sin embargo, la ciudad sin nombre promete números mareantes. Según la información que ofrecen sus diseñadores en internet, cuando esté concluida, la metrópoli podrá albergar a cinco millones de habitantes en una superficie total de 700 kilómetros cuadrados (Madrid ocupa 604) y dispondrá de 2.000 colegios, guarderías e institutos, 1.250 mezquitas e iglesias, 663 centros sanitarios, un aeropuerto, 40.000 habitaciones de hotel, un parque temático de cuatro kilómetros cuadrados, un corredor de lagos artificiales y zonas verdes con una superficie mayor que la del neoyorquino Central Park, 4.200.000 metros cuadrados de centros comerciales, 20 rascacielos, una torre de 345 metros y 91 kilómetros cuadrados de plantas energéticas, entre otras dotaciones.

Las abrumadoras cifras, extravagantes en algunos casos, obedecen al plan del Gobierno egipcio de descongestionar la caótica El Cairo. La actual capital del país concentra a más de 18 millones de habitantes en su área metropolitana y se calcula que cobijará a unos 40 millones de almas para el año 2050. A los problemas de comunicación, salubridad y vivienda se suma el de la contaminación atmosférica. El Cairo es, según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la segunda ciudad del mundo con el aire más polucionado, por detrás de la india Delhi. Un horror, vaya.

Con el faraónico proyecto, presentado en 2015, las autoridades de la República Árabe de Egipto pretenden desplazar la capitalidad de la nación unos treinta kilómetros al este del actual centro administrativo, en la que consideran "una ubicación estratégica, situada a lo largo del corredor entre El Cairo y el mar Rojo". Esto, dicen, "proporcionará un enlace con importantes rutas de transporte". Hace ya tiempo que las grúas, camiones y operarios trabajan en el enclave, situado en pleno desierto, por lo que ya son visibles las estructuras de algunos edificios y carreteras. Se estima que la primera fase, que abarca 167 kilómetros cuadrados, esté concluida a finales del presente año, de forma que en la primera mitad del próximo comiencen los traslados de ministerios y sedes administrativas. El cálculo gubernamental prevé que todas esas oficinas se encuentren instaladas en junio de 2019 en la ciudad naciente, que también albergará la sede parlamentaria. "La nueva capital ayudará a fortalecer y diversificar el potencial económico del país creando nuevos lugares para vivir, trabajar y visitar", dicen las autoridades. "La energía, en su mayor parte, vendrá de fuentes renovables", apuntó hace unos meses el ministro de Vivienda, Mostafa Madbouli, al destacar algunas de las bondades del futuro emplazamiento.

Promotora de mayoría militar

Las voces críticas con el proyecto, por contra, ven en él poco más que una exhibición megalómana del presidente del país, el general Abdulfatah Al Sisi, que llegó al poder en 2013 tras liderar un golpe de Estado y hace dos meses renovó su mandato al obtener un 97% de los votos en unas elecciones que registraron una pobre participación del 41%. Dada la naturaleza castrense del gobernante, no parece extraño que el Ejército egipcio sea con un 51% el socio mayoritario de la empresa pública creada para desarrollar el proyecto, que responde por las siglas de ACUD. El 49% restante de la sociedad pertenece al Ministerio de Vivienda.

La financiación es, por fuerza, una de las cuestiones clave en la creación de la nueva urbe. Cuando el plan se presentó hace tres años, se cifró el presupuesto en unos 40.000 millones de euros, pero hace ya tiempo que los responsables eluden hablar de esta cuestión. Sí se sabe que ACUD ha firmado acuerdos con constructoras estatales chinas y que existe una importante aportación de capital procedente del gigante asiático en la inversión total. La ayuda externa se antoja obligada en la tercera economía "más miserable" del mundo, según el último informe de la consultora y publicación estadounidense ‘Bloomberg’.

Si la nueva capital llega algún día a hacerse realidad en toda la dimensión proyectada, deberá resolver un problema fundamental en una latitud con temperaturas que, a menudo, superan los 40 grados centígrados durante siete meses del año. "La infraestructura de la nueva ciudad contará con un sistema que permitirá reutilizar y conservar el agua", apuntan las autoridades. Otra cuestión es el precio de las viviendas. Las más modestas se venden por 1.200.000 libras egipcias, algo más de 57.000 euros, en un país donde el sueldo medio apenas alcanza los 200€ mensuales. Para sus detractores, la nueva capital no será más que una vía de escape hacia un lugar más cómodo para las clases pudientes de El Cairo. El Gobierno incentivará con ayudas de hasta el 25% en la compra de casas a los trabajadores públicos que se trasladen.

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