Las autoridades egipcias amenazan con multar a quien no vote en las presidenciales

El único candidato con posibilidad de ganar los comicios es el actual presidente, Abdelafatá el-Sisi.

Las autoridades esperan que el último día de las votaciones sea el más concurrido.
Las autoridades egipcias amenazan con multar a quien no vote en las presidenciales
Reuters

Egipto afronta su tercera y última jornada de elecciones presidenciales con la gran incógnita de la participación. La Autoridad Nacional Electoral aseguró que esta sigue siendo "alta" e informó de que "casi la mitad de las mujeres que están registradas en las listas" ya han votado, pero no precisó cifra alguna. Estas informaciones del organismo oficial no se correspondieron con la imagen de tranquilidad en colegios del centro de El Cairo como el de El-Saneya, en el barrio de Saida Zeinab, donde el juez al frente de la mesa electoral elevó a "un 15%" la participación y vaticinó que "si a este ritmo llegamos a un 35% final, será una buena cifra".

La apatía en amplias zonas de la capital recibió un aviso por parte de la agencia oficial egipcia de noticias, Mena, que difundió un comunicado para recordar a los ciudadanos que el voto es "obligatorio por ley" y que quien no deposite la papeleta se puede enfrentar a "una multa de 500 libras egipcias" (unos 23 euros).

La presencia de un único candidato con posibilidad de ganar, el actual presidente, Abdelafatá el-Sisi, y la falta de apoyo que generan sus políticas entre una parte de la población, obligaron a las autoridades a movilizar a sus seguidores para mantener el ambiente electoral en las calles. Ahmed Shalaby, responsable del colegio El-Taliaa, también en Saida Zeinab, una zona decorada con incontables carteles de Sisi, señaló que "la gente solo conoce al presidente y, como ya se sabe que va a ganar, se ha podido relajar, aunque esperamos que el último día sea más concurrido porque los egipcios lo dejamos todo para el final".

La música atronadora de los DJs sonó una vez más, aunque a menos decibelios, y en Gemaleya, barrio natal de Sisi en El Cairo Islámico, uno se podía encontrar con camellos con las fotos del presidente para pasear a los niños y hasta con un maniquí vestido de militar que representaba a quien dirigirá el país los próximos cuatro años. Pero detrás del ruido, la imagen era la de la soledad de las fuerzas de seguridad a las puertas de cada colegio y la de algunos funcionarios que pedían a la prensa que no se tomaran imágenes de lugares vacíos. Nada que ver con las noticias de los informativos o las portadas de los periódicos en las que se hablaba de "millones de votantes" esperando en los centros de voto y "grandes fiestas" en cada plaza. En la mítica Tahrir, escenario de la revolución de 2011 que en tres semanas acabó con las tres décadas de régimen de Hosni Mubarak, la única fiesta era la de una furgoneta con grandes altavoces y fotos de Sisi que, conducida por varios jóvenes, no paró de dar vueltas por el centro de la capital. La mayoría de los que encabezaron aquella revuelta hace siete años están muertos, encarcelados o fuera de Egipto.

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