20 años del Acuerdo de Viernes Santo: ¿cómo está hoy el Ulster?

El 10 de abril de 1998, unionistas y republicanos firmaron en Belfast un pacto con el que se ponía fin a tres décadas de violencia en Irlanda del Norte que dejaron más de 3.500 muertos en el conflicto conocido como ‘The Troubles’.

Imagen de un mural en Belfast en honor a Bobby Sands, miembro del IRA fallecido tras una huelga de hambre en la prisión de Maze en 1981.
Imagen de un mural en Belfast en honor a Bobby Sands, miembro del IRA fallecido tras una huelga de hambre en la prisión de Maze en 1981.
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El 10 de abril de 1998 marcó un antes y un después en el futuro de un conflicto que atenazaba la vida de miles de personas en Europa y que causó más de 3.500 muertos. 'The Troubles’ (los problemas), como se conocían popularmente los enfrentamientos armados entre católicos (republicanos) y protestantes (unionistas) en Irlanda del Norte de la segunda mitad del siglo XX, se iniciaron en 1968, momento en el que empezaron a ser frecuentes los disturbios y los desórdenes públicos a raíz de las manifestaciones de la Nicra (Asociación por los Derechos Civiles de Irlanda del Norte), que el año anterior había hecho una campaña pacífica para defender los derechos civiles de la minoría católica.

La organización armada de republicanos socialistas en el IRA Oficial y el IRA Provisional, los cuales ansiaban una Irlanda unida, originó una serie de atentados tanto en este país como el resto de Reino Unido que se extenderían durante tres décadas y que, unidos a la violencia ejercida por algunos grupos paramilitares unionistas y a la represión llevada a cabo por las fuerzas de seguridad británicas en diversas ocasiones hicieron del Ulster (la región que conforman los seis condados de Irlanda del Norte y tres del norte de Irlanda) un infierno en la tierra.

Las ansias de paz que varios agentes sociales y políticos perseguían desde hace años cristalizaron por fin en el ‘Acuerdo de Viernes Santo’, que establecía una serie de puntos para lograr la concordia en el Ulster. Entre ellos, destacaban el desarme de los grupos paramilitares, el reconocimiento del idioma irlandés en Irlanda del Norte, la creación de una Asamblea Legislativa en ese país, el establecimiento de la regla de la ‘doble mayoría’ para las decisiones principales de esta (que habían de ser aprobadas por ambas comunidades) o la formación de un Ejecutivo en la región por un sistema de ‘poder compartido’, repartiéndose los ministerios proporcionalmente a la fuerza electoral obtenida por los principales partidos de diferente signo.

Ambas partes tuvieron que ceder y enfrentar duras oposiciones en sus respectivas filas para poder lograr el pacto, que fue refrendado con un 71% de votos positivos en Irlanda del Norte y un 94% en la República de Irlanda.

La situación en la actualidad

Los miembros del IRA Provisional que no aceptaron el ‘Acuerdo de Viernes Santo’ se agruparon en el IRA Auténtico, que continuó la vía de la lucha armada con mucha menos actividad que sus predecesores pero con algunos atentados cruentos como el de Omagh el 15 de agosto de 1998 (29 muertos). Refundado como el ‘Nuevo IRA’, esta facción no se ha desarmado oficialmente pero las autoridades consideran que su capacidad está considerablemente mermada.

La estabilidad institucional vivida en el Ulster en los últimos años se vino abajo en 2017, cuando el viceministro del Gobierno y líder republicano del Sinn Fein, Martin McGuinnes, dimitó de su cargo por desavenencias con la ministra del Partido Unionista Democrático (PUD), Arlene Foster, a causa de la gestión de un polémico programa energético. Esto provocó la convocatoria de nuevas elecciones que repartieron de forma ecuánime los escaños entre ambos partidos (28 el PUD y 27 el Sinn Fein), lo que, tras no haber acuerdo, llevó al país al desgobierno y a ser controlado desde Londres a la espera de nuevos comicios.

Aunque la situación ha mejorado notablemente y la violencia se ha reducido a niveles previos a 1968, la división política, religiosa y social sigue existiendo en Irlanda del Norte. Decenas de muros que separan zonas católicas de protestantes continúan presentes en Belfast y el resquemor entre vecinos de diferentes identidades no se ha diluido por completo. Además, el 'Brexit' ha avivado la llama de la fragmentación, dado que no existe acuerdo sobre lo que ocurrirá con la frontera que divide la isla y los peligros que esta situación podría entrañar para la convivencia (ya que Reino Unido saldría del Mercado Común y la Unión Aduanera). Asimismo, el reciente pacto de la primera ministra británica, Theresa May, con Foster para formar Gobierno en Londres también ha sido muy criticado desde diversos foros por considerarse que rompe el consenso alcanzado.

En cualquier caso, cada año que pasa desde 1998 son más las personas que nacen sin haber conocido los años de plomo y que ansían vivir en un Ulster en armonía. Algo que parece cada vez más real conforme va pasando el tiempo.

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