¿Oprah for president?

Oprah Winfrey es una de las mujeres más poderosas de la industria del entretenimiento en Estados Unidos. Buena parte de su fama responde a su enorme capacidad comunicadora y a su continuo interés por las causas sociales más variadas.

El domingo, la actriz y presentadora demostró su carisma ante las cámaras y puso la piel de gallina a los asistentes a la gala de entrega de los Globos de Oro, con un discurso emocionado en defensa de las mujeres y contra la ola de abusos que ha salido a la luz en Hollywood.

Winfrey no habló solo de las grandes estrellas manoseadas por tipejos como Harvey Weinstein, el productor que acumula ya cientos de denuncias. Se refirió a todas las mujeres de clase media, a todas las madres de familia de cualquier país o raza, que han soportado abusos de sus jefes y se han callado porque tenían que llevar un sueldo a casa.

Oprah sabe de lo que habla: su madre era una mujer humilde que fregaba suelos para pagarle los estudios. Y el esfuerzo mereció la pena. La hija de esa limpiadora ha fundado un emporio televisivo y ahora se estaría planteando presentar su candidatura a la presidencia de EE. UU.

Ella siempre había dicho que se sentía poco preparada para el cargo, que no tenía los conocimientos suficientes. La llegada de Trump al poder ha dinamitado ese argumento. Si él puede hacerlo, debe pensar la comunicadora, no será tan difícil.

Oprah tendrá que superar dos grandes hándicaps en una supuesta carrera a la Casa Blanca: es mujer y es negra. Pero podría tener el apoyo de los millones de espectadores de sus programas de televisión.

Tras un magnate cuya estabilidad mental está siempre en duda, no sería tan raro que los estadounidenses eligiesen a una mujer hecha a sí misma que conoce la pobreza y parece interesada en temas sociales.

Quizá en la era post-Trump Estados Unidos necesite un presidente de corte más político y no una cara famosa. Pero, hasta ahora, nada ha parado a Oprah. Si quiere llegar a la Casa Blanca, habrá que tenerla muy en cuenta.