La Europa de Macron

En su discurso-conferencia del 26 de septiembre en la emblemática Sorbona de París, Emmanuel Macron presentó un proyecto para dar nuevo impulso al proceso europeo, basado en el fortalecimiento de las instituciones y de las políticas comunes.

La Sorbona parisina fue, el pasado 26 de septiembre, el solemne escenario para que el presidente francés, Emmanuel Macron, presentase al mundo sus líneas visionarias del futuro de Europa. Partiendo de una mirada retrospectiva, hizo un llamamiento para relanzar la averiada máquina europea, carente desde hace tiempo de impulso, perspectivas y proyectos, debilitada por la globalización, encadenada por la burocracia reglamentista o por un procedimiento decisorio que requiere casi siempre la unanimidad. Macron proclamó la urgencia de robustecer la Europa actual despejándola de los populismos y nacionalismos en auge, propiciados por el cinismo de ciertos dirigentes que se aprovechan del miedo colectivo y prometen paraísos inexistentes.

Tras reclamar mayor democracia y respeto de los valores y derechos que definen la esencia europea, Macron desgranó los puntos esenciales de su propuesta. La política de defensa, dijo, precisa de reglas aceptadas por todos sin reservas: una Europa militar con una estructura estratégica común, con un ejército propio de intervención formado por militares de todos los países, así como un presupuesto militar y una doctrina de intervención comunes. Todo ello, para el año 2020. En definitiva, integrar las fuerzas armadas europeas para así darles más vigor e influencia internacionales.

En lo que se refiere a la política de seguridad y el terrorismo, el presidente francés propiciaba la creación de una Academia de Servicios de Inteligencia que garantice la conexión de las capacidades nacionales de espionaje, al igual que una Fuerza de Protección Civil para intercambiar ayuda en caso de catástrofes. Con relación a la emigración, propuso fortalecer las fronteras europeas, recibiendo dignamente a los inmigrantes pero expulsando con rapidez a quienes no tienen el derecho de quedarse. Es partidario de crear una oficina europea de asilo y una policía de fronteras europea, al objeto de armonizar y acelerar los procedimientos migratorios, crear ficheros de intercomunicación supranacional y documentos de identidad biométricos, así como de un programa europeo de formación e integración para todos los refugiados admitidos.

La protección medioambiental requeriría igualmente una mayor atención, con un programa industrial de apoyo a los vehículos de fabricación propia, con controles supranacionales de fabricación y con una agencia para la innovación. Habría que financiar además a nivel europeo nuevas investigaciones, sobre todo en el desarrollo de la inteligencia artificial, como ha hecho Estados Unidos.

La eurozona debería convertirse en el corazón económico y el resorte de la potencia europea en el mundo, con un presupuesto común para inversiones y con impuestos establecidos en función de aquellas, asegurando las convergencias social y fiscal de los estados. Habría impuestos de sociedades convergentes para 2020, un salario mínimo interprofesional, así como una tasa sobre las transacciones financieras. Finalmente, expuso, mirando hacia la cultura continental, cada universitario debería pasar al menos seis meses en un país diferente del suyo y todo estudiante debería hablar más de dos lenguas europeas.

En resumen, Macron presentó un proyecto pensado para aunar y dar impulso a una Europa deseada por los países que voluntariamente la integren y no para un mero club de mercaderes nacionalistas.

Entre las reacciones al discurso veo muchas críticas, desde ámbitos diversos, a su idea de una Europa fuerte, a esos objetivos de supranacionalidad por los que abogamos los verdaderos europeístas: aunar para fortalecer y no dividir para debilitar. ‘Monsieur le président’ no es arrogante, como se decía en ‘Der Spiegel’, solo dice lo que piensa y explica aquello en lo que cree. Habrá quien recuerde al general De Gaulle y los improperios que tuvo que padecer cuando se oponía con decisión al ingreso del Reino Unido en la Unión, porque consideraba a los británicos como isleños desligados del continente. Al final, la historia le ha dado razón, como ha puesto de manifiesto el ‘brexit’. Ahora es otro presidente francés, Macron, con su energía juvenil y su mirada futurista, quien se lanza al fortalecimiento generacional de Europa, en su diversidad plurinacional, pero mediante la configuración de un Parlamento aglutinado por listas transnacionales encuadradas dentro de sus grupos ideológicos y elegidas en convenciones democráticas. Apuesta por una Europa solidaria y democrática, camino de consolidar una potencia política y económica de primera fila, capaz de competir exitosamente con Estados Unidos y con China.