La derecha italiana resucita al unirse

Notable avance de las formaciones conservadoras en las elecciones municipales y 'aviso' para el PD de Matteo Renzi.

Berlusconi, el pasado día 21.
Berlusconi, el pasado día 21.
Remo Casili/Reuters

El centro derecha italiano no estaba muerto, solo desunido. Las elecciones municipales a las que estaban llamados a participar 10 millones de personas y cuya segunda vuelta tuvo lugar el pasado domingo, demostraron que cuando los partidos conservadores dejan a un lado sus diferencias y se presentan ante los votantes de forma unida tienen capacidad para echarle un pulso al centro izquierda. Y también para ganarle.

La alianza entre Forza Italia (FI, marca política de Silvio Berlusconi), la xenófoba Liga Norte y la formación derechista Hermanos de Italia conquistó 59 de los 158 ayuntamientos de ciudades mayores de 15.000 habitantes en juego. Entre ellos estaban capitales importantes que eran hasta ahora enclaves históricos del centro izquierda, como Génova. «Los electores nos quieren unidos», comentó Giovanni Toti, gobernador regional de Liguria y uno de los hombres fuertes de FI.

El problema para Berlusconi y compañía es que nadie parece dispuesto a poner su ego por detrás del interés común de la derecha. Este lunes se peleaban por ver quién era el responsable del éxito electoral y cómo actuar a partir de ahora. El ex Cavaliere, por supuesto, espera liderar la eventual coalición de cara a las elecciones generales, que aún no tienen fecha pero que se celebrarán en menos de un año por la conclusión natural de la legislatura. El problema es que el líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, también aspira a ese puesto.

Tampoco se ponen de acuerdo sobre cómo construir la coalición. Berlusconi apuesta por una unión entre fuerzas políticas «diversas» pero unidas por su actitud «liberal, moderada y basada en las raíces cristianas». Hermanos de Italia, formación heredera del neofascismo, rechaza en cambio la vitola de 'moderados'. «La moderación -comentó su líder, Giorgia Meloni-, es una categoría que en política ya no existe. A mí me interesan los contenidos, no las etiquetas».

Si consiguieran apartar sus divisiones y plantear un frente común, los partidos de centro derecha serían una amenaza seria para el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi, quien no ve el momento de hacer caer al Gobierno de Paolo Gentiloni para tratar de recuperar el poder. Los últimos rumores apuntan a que querría que se convocaran comicios parlamentarios el próximo noviembre. Para ello tendrá primero que terminar de acordar una nueva ley electoral con la oposición, algo que hoy parece aún lejano.

Pese a que no faltó en las filas del PD quien calificó de «derrota» el resultado del domingo, Renzi trató de vender que la botella estaba medio llena al subrayar que el PD se había hecho con 67 de las 158 ciudades mayores de 15.000 habitantes en juego. Se apoyó en un vistoso gráfico en el que no contaba en cambio el retroceso que ha sufrido el PD respecto a los comicios anteriores. En su análisis, el ex primer ministro insistió en que no se podía hacer una lectura en clave de política nacional del resultado de las municipales, que en su opinión habían ido por barrios y no permitían percibir tendencias en todo el país.

Tampoco admitió su derrota el Movimiento 5 Estrellas (M5E). El partido anticasta liderado por el cómico Beppe Grillo solo conquistó 20 de las 158 urbes más pobladas y ni siquiera se clasificó para la segunda vuelta en las 4 capitales regionales en las que se votó. Pese a los malos datos, ayer sus miembros sacaban pecho asegurando que eran la primera fuerza política del país si no se tenían en cuenta las coaliciones, que uno de sus diputados, Danilo Toninelli, calificó de «mercancía falsificada». El mayor problema para el M5E es precisamente ese: sea cual sea la ley electoral, habrá alianzas a uno y otro lado del arco ideológico que pueden dejar a Grillo y a los suyos como meros espectadores.

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