Wikileaks desnuda el espionaje de la CIA

El portal revela que los agentes penetran en dispositivos electrónicos pero no pueden leer los mensajes.

Foto de archivo de un teléfono móvil.
Wikileaks desnuda el espionaje de la CIA
Efe

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EE. UU. vigila cuando ponemos los dedos en el teclado virtual de nuestro teléfono o de nuestro iPad e incluso activa los micrófonos de algunos de nuestros televisores haciéndonos creer que están apagados. A grandes rasgos, eso es lo que desvelan al lector común los 8.761 documentos que Wikileaks colgó en su plataforma digital, pero para los expertos digitales 'Año cero' es sólo la primera entrega de una serie bautizada como 'Bóveda 7', que contiene cientos de millones de líneas de códigos "que dan a quien las posea toda la capacidad de la CIA para interceptar" información.

Según el portal de Julian Assange, los archivos con los instrumentos de espionaje de la CIA circulaban "de forma no autorizada" entre los contratistas y piratas a los que utiliza. Uno de ellos, "preocupado por que la agencia de Inteligencia esté excediendo con sus capacidades el mandato oficial", entregó a Wikileaks parte de esos archivos "para iniciar el debate público". El portal dice haberlos editado para dejar fuera de la arena pública "cientos de miles" de nombres y direcciones informática conocidas como IP correspondientes a objetivos de la CIA en Europa, Latinoamérica y EE UU (22.000 sólo dentro de su propio país).

Su publicación lanzó un escalofrío a lo largo y ancho de la industria tecnológica de Silicon Valley, que desde que este mismo portal reveló el alcance de la vigilancia que ejerce la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) gracias a las filtraciones de Edward Snowden se había esforzado en desarrollar métodos de encriptación que devolviesen la confianza de los consumidores en los aparatos y aplicaciones que vende. Según Wikileaks, esta filtración de Inteligencia es la mayor de la historia, por encima de la de Snowden y la de Chelsea Manning. Su fuente, por ahora, conserva el anonimato.

En una primera lectura, los principales medios interpretaron que la CIA había encontrado la fórmula para traspasar todas esas complicadas medidas de seguridad que utilizan aplicaciones como WhatsApp, Signal, Confide, Telegram, Weibo y Cloakman. El análisis más detenido a cargo de los expertos revela que, en realidad, la Agencia todavía no es capaz de descifrar esos mensajes, pero ha encontrado la manera de introducirse en los aparatos para observar el teclado mientras lo utiliza el usuario. O en otras palabras, puede mirar por encima del hombro mientras escribimos, aunque no sea capaz de leer los contenidos enviados.

La industria respiró aliviada, convencida de que sus esfuerzos para encriptar las comunicaciones han forzado a las agencias de Inteligencia a utilizar métodos más precisos y arriesgados con los que ya no es posible barrer masivamente las comunicaciones, al modo de la NSA. "Para nosotros es la confirmación de que lo que estamos haciendo funciona", dijo a 'New York Magazine' Moxie Marlinspike, creador de la aplicación Signal que utilizan hasta los funcionarios de la Casa Blanca. Ahora la CIA se ve obligada a infiltrar 'malware' (programas maliciosos) en los aparatos que quiere violar, a derrotar a los antivirus existentes y, a menudo, a hacerlo manualmente exponiendo al agente encargado.

Ayuda fundamental

Androids o iPhones, Mac o Windows, tabletas u ordenadores y hasta los llamados televisores inteligentes que están conectados a Internet, aunque se desconoce si en estos se puede interferir remotamente. Los más sonados en estos documentos son los modelos de Samsung, que habrían sido interceptados con la ayuda de la Inteligencia británica después de desarrollar un "implante" que permite utilizar sus micrófonos para espiar las conversaciones que se producen en la sala mientras el aparato refleja un "falso apagado".

Londres no es el único aliado agraviado con las filtraciones, que también desvelan al Consulado estadounidense en Fráncfort como el centro de operaciones de espionaje europeo y, desde el ataque a la legación diplomática de EE UU en Bengasi, también de Africa y Oriente Próximo. El adelanto publicado por Wikileaks el mes pasado reveló que Washington había espiado a los candidatos de la campaña electoral francesa en 2012, lo que ponía de manifiesto la hipocresía de la clase política estadounidense, indignada ahora con las injerencias rusas.

Hay, sin embargo, una diferencia clave. El espionaje entre aliados parece ser común y aceptado. Donde Rusia cruzó la 'línea roja' fue al entregar la información pirateada a Wikileaks para influir en la opinión pública en favor de Donald Trump, según el informe de la Inteligencia estadounidense. El portal de Assange niega que sus fuentes fueran rusas.

Como la CIA, el portavoz de la Casa Blanca Sean Spicer, no quiso confirmar ni negar la autenticidad de las más de 70.000 páginas hechas públicas.

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