Hipérboles

"La arquitectura internacional establecida al final de la Segunda Guerra Mundial se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes se van a barajar de nuevo", dice el analista Ignacio Ramonet sobre las convulsiones del tablero internacional. En un fenómeno muy preocupante, la democracia parece haber perdido parte de su capacidad de ilusionar, pero seguramente el problema no es la democracia, sino que es la política lo que no funciona. Instalado ya en la Casa Blanca, Donald Trump se ha permitido cuestionar cosas, como la OTAN o las relaciones con Europa, que ninguno de sus antecesores habría osado tocar. En su libro ‘El arte del negocio’, el hoy presidente mantenía que su éxito se debía a que jugaba con las fantasías de la gente: "La gente quiere creer que algo es lo mejor, lo más grande, lo más espectacular. Yo lo llamo la hipérbole verdadera. Una forma de exageración inocente y una forma muy efectiva de promoción". A partir de hoy, el mundo sabrá si la ‘efectiva promoción’ que le ha llevado a dirigir Estados Unidos se convierte en un muy mal negocio. Las exageraciones difícilmente pueden ser inocentes si se dirige la nación más poderosa del mundo.