El cortejo fúnebre con los restos mortales del expresidente portugués Mário Soares llegó poco antes de las 16.00 (hora GMT) al cementerio lisboeta dos Prazeres, donde se celebrará el funeral.

Tras una ceremonia de homenaje en el Monasterio de los Jerónimos, que contó con la presencia de numerosas autoridades nacionales y extranjeras, entre ellas el rey Felipe VI de España, el cortejo fúnebre de Soares puso rumbo al cementerio.

El féretro, cubierto con la bandera de Portugal y rodeado de rosas, fue trasladado en una marcha lenta por las calles de Lisboa en un coche de caballos de la Guardia Nacional Republicana, ante la mirada de centenares de portugueses que se concentraron en varios puntos del recorrido.

El cortejo realizó breves paradas en algunos de los lugares de Lisboa que marcaron la vida del histórico dirigente, como el Palacio de Belém -residencia oficial de los presidentes de Portugal-, la Asamblea de la República -sede del Parlamento-, la Fundación Mário Soares, en la que trabajó los últimos años, y la sede del Partido Socialista, que él mismo fundó desde el exilio.

A las puertas de la Asamblea se congregaron numerosos diputados lusos, que homenajearon al expresidente con fuertes aplausos, mientras que centenares de personas en la sede socialista entonaron "Soares é fixe" (Soares es guay), lema de su campaña en las elecciones presidenciales de 1986.

A su llegada a la Plaza João Bosco, a las puertas del cementerio, fue recibido con "honras fúnebres" por militares de las Fuerzas Armadas lusas y decenas de ciudadanos anónimos. El funeral tendrá una parte de la ceremonia pública, en la que participará el presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, y otra privada reservada sólo a la familia.

El de Soares, presidente entre 1986 y 1996 y primer ministro en tres ocasiones, será el primer funeral de Estado en Portugal desde la Revolución del 25 de abril de 1974.

La despedida de Soares, fallecido el pasado sábado a los 92 años, está acompañada de tres días de luto nacional, que comenzaron este lunes.