El papa dice que la violencia deforma y destruye la religión

En la ciudad italiana de Asís, lamentó que "la gran enfermedad" de las sociedades modernas es "la indiferencia".

El Papa ha asistido a un encuentro en Asís con distintos líderes mundiales
El papa dice que la violencia deforma y destruye la religión
Efe

El papa Francisco afirmó hoy que "ninguna forma de violencia representa la verdadera naturaleza de la religión", sino que es su deformación y "contribuye a su destrucción".


"Reunidos aquí una vez más, afirmamos que quien utiliza la religión para fomentar la violencia contradice su inspiración más auténtica y profunda, que ninguna forma de violencia representa la verdadera naturaleza de la religión. Es más bien su deformación y contribuye a su destrucción", sostuvo el pontífice durante la ceremonia de clausura del encuentro interreligioso de Asís.


Ante líderes religiosos y políticos de todas partes del mundo reunidos en la plaza de San Francisco de la ciudad de Asís (centro de Italia), el papa hizo un llamamiento para condenar la utilización del "nombre de Dios para justificar la violencia" y subrayó que "sólo la paz es santa y no la guerra".


Lamentó que "la gran enfermedad" de las sociedades modernas es "la indiferencia", un virus que "paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia".


"No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz. En muchos países se sufre por las guerras, con frecuencia olvidadas, pero que son siempre causa de sufrimiento y de pobreza", dijo.

En su discurso también mencionó su visita este año a la isla griega de Lesbos, donde se entrevistó con el patriarca ecuménico ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé, -también hoy presente en Asís- y junto a quien pudo ver "en los ojos de los refugiados el dolor de la guerra, la angustia de pueblos sedientos de paz".

Francisco condenó "las guerras, el terrorismo y la violencia" que existen en diversas partes del mundo y defendió fomentar la paz que tanto "anhela la humanidad".

Un paz, matizó, que "no puede brotar de los desiertos del orgullo y de los intereses particulares, de las tierras áridas del beneficio a cualquier precio y del comercio de las armas".

La paz, prosiguió, debe ser "verdadera, no ilusoria", y solo se consigue poniendo "en el primer lugar a los que sufren" y afrontando "los conflictos y sanarlos desde dentro".

A juicio del papa, "paz quiere decir perdón", "fruto de la conversión y de la oración", pero también "acogida, disponibilidad para el diálogo, superación de la cerrazón", "colaboración, intercambio vivo y concreto con el otro" y "educación, una llamada a aprender cada día el difícil arte de la comunión, a adquirir la cultura del encuentro".

Finalmente, el papa hizo un llamamiento para que todas las personas, con independencia de su confesión religiosa, "se reúnan y susciten concordia, especialmente donde hay conflictos", y se liberen "de las pesadas cargas de la desconfianza, de los fundamentalismos y del odio".

Pero también dirigió un mensaje a los "líderes de las naciones, para que no se cansen de buscar y promover caminos de paz, mirando más allá de los intereses particulares y del momento".

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