Los héroes de Amatrice

Moteros y personas de diferentes países se unen a bomberos y voluntarios para labores humanitarias tras el terremoto en Italia.

Los héroes de Amatrice
Los héroes de Amatrice

El devastado e irreal escenario que deja un terremoto es un espacio propicio para que afloren algunos de los grandes valores humanos, como la solidaridad, la generosidad o el heroísmo. Estas virtudes refulgen en muchas de los alrededor de 4.500 personas que forman parte del dispositivo de emergencia. Se llevan probablemente la palma los bomberos.


Continúan removiendo los escombros en Amatrice pese a que se juegan la vida con las continuas réplicas: desde que el centro de Italia tembló el pasado miércoles se han sucedido más de 1.000 sacudidas, algunas de ellas muy fuertes, como la de 4,8 grados en la escala Richter registrada a primera hora de la mañana de el pasado jueves. Siguen teniendo esperanza de encontrar supervivientes, aunque las posibilidades son cada vez menores y las operaciones ya han entrado en su fase terminal, según protección civil. Desde hace dos días sólo hallan cuerpos sin vida entre los cascotes, añadiendo nuevas cifras al número de víctimas mortales, que va ya por 281.



"Nosotros nos formamos durante años para esto, para escarbar con nuestros perros en edificios derruidos con la esperanza de que un día vayamos a encontrar a alguien vivo. No importa el cansancio ni los sacrificios. La ilusión de salvar a una persona paga todos los esfuerzos". Son palabras de Michele, un bombero gigantón y con pinta de vikingo que llegó a Amatrice en la noche del jueves. "Muchos de nosotros también estuvimos en el terremoto de L'Aquila y lo mismo pasa con nuestros perros. Para ellos estas operaciones no son estresantes siempre que nosotros nos mantengamos tranquilos. Hay quien no entiende que los pongamos en peligro y parece que se les olvida que una vida humana vale más que la de un perro. Y lo decimos nosotros que tenemos estos animales en propiedad. Viven en casa con nuestras familias".


A Amatrice también han llegado estos días numerosos voluntarios de todo el país para echar una mano a los damnificados por el seísmo. Además de albañiles, miembros de ONG de todo pelaje y refugiados subsaharianos armados de palas, hay un grupo muy peculiar. Son los alrededor de 25 jóvenes que, con sus motos de motocross, están llevando alimentos, agua y bienes de primera necesidad a los lugares adonde no llegan los automóviles de la protección civil porque muchas carreteras han quedado dañadas debido a los temblores. Con sus vehículos recorren los caminos de montaña que cruzan los Apeninos hasta alcanzar las viviendas aisladas de la zona, la mayoría habitadas por ancianos.


El napolitano Ugo Filosa es el líder de los moteros, que se reúnen en la entrada del pabellón de deporte donde han sido acogidos unos 50 vecinos de Amatrice. A mediodía de el pasado jueves coordinaba a los suyos mientras cargaban sus mochilas con víveres y ataban a las motos paquetes con botellas de agua. "¡Pongámonos los cascos! ¡Nos dirigimos hasta la aldea de San Donato y luego desde ahí que nos guíe el que sea de la zona!" Pese a que gritaba a voz en grito apenas se le oía, pues el rugido de unas quince motos arrancando a mismo tiempo lo copaba todo, asustando incluso al perro de uno de los bomberos de los equipos de rescate.


"No formamos parte de ninguna organización. Algunos nos conocíamos y otros no. A través de Facebook nos pusimos a hablar y decidimos echar una mano", cuenta Filosa, embutido en su mono de cuero y con el pelo revuelto tras haberse quitado el casco.


"Somos los únicos que con nuestras motos podemos llegar rápidamente a algunos lugares. La protección civil se ha dado cuenta del servicio que podíamos prestar y está echando mano de nosotros. Creo que es la primera vez que ocurre esto". Otro de los moteros es Massimo, quien ha llegado a Amatrice desde Livorno: "Dicen de nosotros que somos unos criminales y que destrozamos el monte, pero ahora se está viendo que también nos preocupamos por los demás". Claudio, otro amante del motocross, asegura que no tiene precio ver la sonrisa que se les queda a la gente cuando les entregan sus paquetes. "Nos llaman los cowboys de la solidaridad".El sacerdote y los chinos


También se ha jugado la vida por ayudar al prójimo el sacerdote Savino D'Amelio, responsable de uno de los dos asilos de Amatrice. "Tras el terremoto principal conseguimos sacar a los veinte ancianos en menos de media hora sin que ninguno de ellos sufriera daño alguno. Había personas inválidas y no fue fácil". D'Amelio debió de sacar la madrugada del miércoles una fuerza sorprendente para sus alrededor de 70 años, pues sólo contó con la ayuda de otro cura y de un diácono para realizar toda la operación. el pasado jueves podía vérsele recorriendo las calles de la localidad para consolar a sus vecinos y parroquianos. Por la noche acudió al pabellón de deportes, donde hay menos damnificados del terremoto que voluntarios, la mayoría de la Orden de Malta y de la organización musulmana Islamic Relief.


En Amatrice se han concentrado estos días un buen número de personas que se han quedado con las ganas de echar una mano. Algunos vienen de muy lejos, como el grupo de unos 15 chinos de una organización especializada en el rescate de personas atrapadas entre los escombros. Esperaron durante todo el día a que las autoridades italianas les dejaran entrar en el casco antiguo del pueblo, la zona más devastada por el seísmo, pero no pudieron, pues ya empiezan a sobrar rescatadores. Al final de la tarde se dedicaron a hacerse fotos y vídeos en la escuela derruida. Haciendo una especie de teatrillo, hasta colocaron sobre la zona más baja de los escombros una enorme caja negra que, según decían, servía para saber si había supervivientes atrapados. Era una escena ridícula, pues el colegio lleva cerrado desde que acabó el curso, pero les valdrá para no volver a casa con las manos vacías y tener al menos una imagen de cierta acción.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión