Los bruselenses entre el temor a más ataques y el deseo de recuperar la normalidad

Continúan las redadas policiales, las detenciones y la presencia policial y militar en las calles de la capital belga.

Varias personas se reúnen en la plaza Bourse de Bruselas tras los atentados.
Varias personas se reúnen en la plaza Bourse de Bruselas tras los atentados.
Agencias

Los ciudadanos de Bruselas se debaten, una semana después de los atentados en el aeropuerto internacional de Zaventem y la estación de metro de Maelbeek, entre el temor a nuevos ataques terroristas, y el deseo de recuperar la normalidad.


La vuelta al día a día no resulta fácil tras el duro golpe sufrido, acompañado de las continuas redadas policiales y detenciones de sospechosos, así como de la presencia militar, que recuerdan a los ciudadanos que la vida no es la de siempre.


Siete días después de los peores atentados de la historia en el país, el transporte público aún no está plenamente operativo, en particular el metro, que hasta este martes tiene un horario restringido y tiene abiertas poco más de la mitad de sus estaciones.


Desde este miércoles, el horario se ampliará y todas las estaciones estarán abiertas, a excepción de Maelbeek, según ha informado la Sociedad de Transportes Intercomunales de Bruselas (STIB).


Los controles sistemáticos en todas las estaciones de metro al día siguiente de los atentados, con policías que registraban los bolsos y cacheaban a todo el que entraba al subterráneo, duraron solo 48 horas, y han sido reemplazados por controles aleatorios.


Son todavía pocos los viajeros que se aventuran a entrar en el metro, donde se respira cierta tensión en el ambiente y hay miradas de desconfianza entre los pasajeros.


Algunos, como Encarna Fernández, española residente en Bruselas, dicen que ya no volverán a utilizar ni ese ni otro medio de transporte público.  "La ciudad no ha vuelto a la normalidad", asegura esta gallega, que añade que pese a la presencia de "policías y mucho militar", ella siente "mucho miedo".


El caos que en otro momento hubieran podido generar las limitaciones del transporte público se ha evitado en gran medida por la fecha, que ha coincidido con la Semana Santa, y en particular con las vacaciones escolares, por lo que la ciudad está prácticamente desierta.


En el centro de Bruselas el ambiente está apagado, pese a que comercios, restaurantes y lugares de ocio han seguido abiertos desde los atentados, a diferencia de lo que ocurrió el pasado noviembre tras los atentados de París.


Entonces se elevó al máximo el nivel de alerta en el país por riesgo de atentado terrorista y se produjo un cierre generalizado de todos los locales, y hasta de las escuelas y el metro.


Un español que no quiso dar su nombre, de visita por primera vez en Bruselas, admite que ha podido percibir la tristeza y falta de animación en la ciudad. "La ciudad la encontré un poco apagada. Metros cerrados, mucha presencia policial y de militares", afirma este joven, que añade que la gente está poco animada, y se ven caras "de incertidumbre".


Las continuas redadas policiales, sobre todo en barrios de Bruselas, retransmitidas casi en directo por los medios de comunicación en los últimos días, recuerdan que las investigaciones avanzan, pero a la vez insuflan cierta inquietud entre los habitantes de la capital.


También preocupa saber que, pese a haber identificado a algunos de los autores, las fuerzas de seguridad aún buscan activamente a al menos dos personas que participaron en los atentados: el conocido como hombre "del sombrero", presente en los ataques del aeropuerto, y supuestamente a otro que participó en las explosiones de la estación de metro de Maelbeek.


Pese al dolor por los acontecimientos y a todas las alteraciones en la vida cotidiana, los ciudadanos subrayan la necesidad de volver lo antes posible a la vida de siempre.


Es el caso de Julen Fernández, abogado español instalado en Bruselas, quien afirma que "hay que intentar hacer vida normal todo lo posible. Habrá gente que no pueda, o que le cueste", admite.


Añade que "riesgo es probable que lo haya, estamos acostumbrados en España (,...) a vivir estas situaciones de riesgo e intentar sobrellevarlas de la mejor manera posible para poder demostrar que no pueden con nosotros".


Por su parte la estudiante belga Catherine Poot, dice que "los acontecimientos seguirán en nuestro corazón y en nuestra cabeza, pero hay que continuar. No hay que darles la razón".


Añade que "antes me paseaba por Bruselas sin problemas. Pero después de estos acontecimientos tengo cierto miedo, pero sigo viajando en metro (...) no hay otra solución, cuando no se está motorizado hay que seguir utilizando el transporte público".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión