Un año catastrófico para millones de personas en Oriente Medio y el norte de África

Amnistía Internacional ha publicado un informe sobre el estado de las libertades en el mundo.

Sesión del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas
Un año catastrófico para millones de personas en Oriente Medio y el norte de África
Efe

2014 fue un año catastrófico para millones de personas de Oriente Medio y el norte de África, con conflictos armados incesantes y terribles abusos contra los derechos humanos, dice Amnistía Internacional (AI) en su informe anual sobre el estado de las libertades en el mundo difundido en Londres.


La población de Siria e Iraq fue masacrada y, en algunos casos, objeto de limpieza étnica, los civiles de Gaza se llevaron la peor parte de los combates más mortíferos librados entre Israel y Hamás, y las sociedades de Libia y Yemen mostraron una profunda división que, en el caso de la primera, terminó en una guerra civil.


En su informe, AI explica que las esperanzas de cambio que impulsaron los levantamientos populares que en 2011 derrocaron a los gobernantes de Túnez, Egipto, Libia y Yemen eran en 2014 un recuerdo lejano, con la excepción tunecina, pues se celebraron elecciones sin percances y se tomaron al menos algunas medidas para perseguir a los responsables de violaciones flagrantes de los derechos humanos.


En Egipto, el general lideró en 2013 el derrocamiento del primer presidente tras el levantamiento, asumió la presidencia y mantuvo una oleada de represión dirigida no sólo contra los Hermanos Musulmanes, sino también contra activistas políticos, periodistas y activistas de derechos humanos, que se saldó con la imposición de miles de penas de cárcel y cientos de condenas a muerte.


En el Golfo, las autoridades de Arabia Saudí, Baréin y los Emiratos Árabes Unidos fueron implacables en su empeño por acallar la disidencia y erradicar cualquier señal de oposición a quienes ejercían el poder, convencidas de la escasa probabilidad de que sus aliados en las democracias occidentales pusieran objeciones.


La mayor barbarie de la que fue testigo el mundo en 2014 tuvo lugar en Siria e Iraq, de la mano del Estado Islámico (EI).


En Siria, sus combatientes y los de otros grupos armados impusieron en las zonas bajo su control "penas" como ejecuciones, amputaciones y flagelaciones públicas.


El EI también dominó amplias zonas de Iraq, donde desplegó un imperio del terror, ejecutando sumariamente a cientos de soldados gubernamentales capturados, musulmanes chiíes y suníes opositores, mientras lanzó una campaña de limpieza étnica contra las minorías étnicas y religiosas, expulsando y matando a cristianos y yazidíes, cuyas mujeres y niñas fueron convertidas en esclavas sexuales.


El rápido avance militar del EI, combinado con sus ejecuciones sumarias de rehenes occidentales y otras personas, llevó a EEUU a crear en septiembre una coalición internacional que bombardeó sus posiciones y las de otros grupos, con muertos y heridos civiles.


Las fuerzas de EE. UU. también atacaron con drones y otras armas a colaboradores de Al Qaeda en Yemen, mientras Rusia mantuvo su protección en la ONU al régimen sirio, al que le transfería armas y municiones para alimentar sus iniciativas bélicas sin tener en cuenta sus crímenes de guerra.


La población civil también pagó el precio más alto durante los 50 días de conflicto en Gaza entre Israel, por un lado, y Hamás y los grupos armados palestinos, por otro, en el que ambas partes cometieron con impunidad crímenes de guerra y otros abusos graves.


Las fuerzas israelíes atacaron deliberadamente viviendas habitadas, matando en algunos casos a familias enteras, así como instalaciones médicas y escuelas: más de 2.000 palestinos murieron en Gaza, de los cuales 1.500 eran civiles y más de 500, niños.


Hamás y los grupos armados palestinos lanzaron de forma indiscriminada miles de cohetes que mataron a seis civiles israelíes, entre ellos un niño, en un conflicto en el que además fueron asesinados más de 60 soldados de Israel.


Aunque las tensiones políticas en la zona alcanzaron su forma más extrema en los países en guerra, en toda la región hubo problemas: falta de tolerancia de los gobiernos y de grupos armados a la disidencia, inexistencia de órganos legislativos que pudieran actuar como freno o contrapeso de los abusos del Ejecutivo, falta de independencia judicial e impunidad, sólo por citar algunos.