Éxodo de cristianos en el norte de Iraq por la persecución de los yihadistas

El miedo y el pánico al castigo de los insurgentes suníes se apodera de miles de familias cristianas.

Los yihadistas del Estado Islámico (EI) continuaron su avance por el norte de Iraq, vaciando numerosas poblaciones de mayoría cristiana y obligando a decenas de miles de personas de esa religión a desplazarse hacia otras zonas.


El presidente de una ONG independiente de derechos humanos, Dia Butrus, calculó en más de 120.000 los cristianos que se desplazaron en las últimas horas para escapar del EI desde las localidades de Qaraqosh (la mayor ciudad cristiana de Iraq) y Telkif hacia las de Erbil y Dohuk, en la región autónoma del Kurdistán iraquí.


Los combatientes del EI tomaron el control de varias zonas de mayoría cristiana ubicadas en la provincia septentrional de Nínive, después de expulsar en combates a las tropas kurdas.


"Por la noche nos enteramos de que los yihadistas estaban a unos seis kilómetros de nosotros. Todos huimos a la región de Jazar, hacia el Kurdistán iraquí", afirma Maha Qahuayi, una cristiana de 38 años procedente de Karmalis, en Qaraqosh, que presenció cómo los radicales entraron en la ciudad.


El miedo y el pánico al castigo de los insurgentes suníes se apoderó de las familias cristianas, sobre todo cuando escucharon un intenso tiroteo y voces de los terroristas gritando "Allah u Akbar" (Dios es grande).


Los yihadistas también lograron controlar las áreas de Bertala, Al Kuir y Bashiqa, compartidas por musulmanes y cristianos, y próximas a la frontera de Erbil, capital del Kurdistán, informó el jefe de la comité de seguridad en Nínive, Mohamed al Bayati.


Al Bayati añadió que los combatientes radicales se hicieron con el control de la presa de Mosul, que conecta con la provincia de Dohuk, tras de violentos enfrentamientos con los "peshmergas"o tropas kurdas.


El EI controla Mosul, la segunda ciudad de Iraq, desde el pasado 10 de junio y lucha en el norte del país para ampliar su declarado "califato", como cuando hace tres días tomó la población de Sinyar, donde desencadenó una crisis humanitaria denunciada por la ONU.


Decenas de miles de personas de la minoría kurda yazidí que residían en Sinyar se refugiaron entonces en las montañas y permanecen allí atrapadas sin agua ni alimentos, por lo que han tenido que recurrir a comer hojas de árboles en un intento desesperado por sobrevivir, según el portal kurdo de noticias Rudaw.


El portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, David Swanson, denunció que miles de desplazados iraquíes en esos montes necesitan "urgentemente" agua, comida, refugio y medicinas.


Swanson alertó de esta situación y de la de los casi 200.000 desplazados, en su mayoría yazidís, que huyeron en los últimos días hacia el Kurdistán escapando de la ofensiva yihadista.


En el Kurdistán ya hay más de 300.000 desplazados y 230.000 refugiados sirios, lo que hace de esta situación un "desastre de proporciones inmensas", señaló el representante de la ONU.


La asesora de Amnistía Internacional (AI) Donatella Rovera, que está actualmente en el norte del país, detalló que la situación es cada vez más "desesperada" para los iraquíes, sobre todo los que pertenecen a las minorías yazidí y cristiana.


El Gobierno del Kurdistán, como consecuencia del aumento de desplazados, ha tomado estrictas medidas de seguridad para la entrada de las familias por miedo a que se infiltren radicales del EI.


Se espera que las autoridades del Kurdistán levanten un campamento en la zona de Ainkaua, que albergará a gran número de familias.


Mientras, miles de familias cristianas continúan esperando en el puesto de control a la entrada de Erbil para pasar las medidas de seguridad preventivas adoptadas por las autoridades kurdas.