Italia amaneció este miércoles sumida en el caos por la huelga de los trabajadores del transporte público, que afectó a todo el país y que, durante toda la jornada, mantuvo bajo mínimos los servicios de trenes, metro, tranvías y autobuses urbanos, con especial relevancia en la capital, Roma.

La huelga fue convocada por los sindicatos mayoritarios del sector, que reclaman la renovación del convenio colectivo desde hace siete años, lo que los mantiene enfrentados desde entonces con las empresas que gestionan los medios de transporte.

Según han venido refiriendo los medios de comunicación, el ministro de Transportes de Italia, Maurizio Lupi, ha intentado hasta el último momento evitar los paros y se ha ofrecido a negociar con los sindicatos, una invitación que estos han rechazado.

A pesar de que es habitual que los ciudadanos italianos sufran estos paros al menos una vez al mes, el de este miércoles cobra mayor magnitud y relevancia puesto que engloba a más organizaciones sindicales que de costumbre.

Ciudades como Roma, que ya de por sí padecen a diario un intenso problema estructural de movilidad, han registrado un seguimiento de la huelga del 45%, según la empresa que gestiona los transportes.

En algunos recorridos, como la línea B del metro (una de las dos que funcionan la capital italiana), el cierre fue total, para perjuicio de los usuarios de dicho transporte.

En otras ciudades, como Venecia (nordeste), el paro ha sido del 89% en tierra firme y del 60% en los servicios que navegan por el agua, según informaron los medios de comunicación regionales.

En Milán (norte), uno de los centros económicos e industriales del país, la huelga transcurrió desde las 8.00 hasta las 15.00 (07.00-14.00 GMT), un periodo de tiempo en el que cerraron completamente las cuatro líneas de metro que funcionan en la urbe.

Está previsto que la circulación de los medios de transporte públicos sea normal entre las 15.00 y las 18.00, pero a partir de ese momento volverán a sufrir paros hasta la medianoche.