Elecciones francesas en Aragón

Sarkozy y Hollande se disputan 1.400 votos en Zaragoza

El liceo Moliére de Zaragoza ha sido, a lo largo del domingo, la única sede electoral de los franceses en Aragón.

Varios carteles en la fachada del Moliére
Sarkozy y Hollande se disputan 1.400 votos en el Moliére
A. M. B.

No son demasiados, pero su decisión cuenta como la de cualquier compatriota. Los cerca de 1.400 franceses con derecho a voto en la Comunidad se han dado cita, a lo largo del domingo, en el liceo Móliere de Zaragoza para emitir su sufragio en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El de la capital aragonesa ha sido uno de los 45 colegios habilitados en España para dilucidar el envite inaugural de los comicios galos.


Nicolas Sarkozy y François Hollande, los dos candidatos favoritos en la carrera presidencial francesa, conocerán el contenido de las urnas ubicadas en la avenida de los Pirineos después de las 18.00, hora oficial de cierre.


Se trata de un proceso con tintes protocolarios, envuelto en un aura casi ceremonial. El voto en Francia es más que secreto. Es sagrado, dicen algunos. No hace falta que lo juren. Para empezar, los electores tienen prohibido llevar el sobre de casa, sino que resulta obligatorio tomarlo de la primera de las mesas, donde se entrega tras mostrar el documento nacional de identidad. El segundo paso lleva al compromisario a coger, al menos, dos papeletas para evitar que nadie a su alrededor obtenga pista alguna sobre su democrática decisión.


A continuación, y de forma obligatoria, el francés pasa por la cabina para introducir la tarjeta elegida y desechar las demás. Una vez el interventor lo permite, aloja la cédula en la urna y, a la voz de "¡a voté!", el presidente da el visto bueno al sufragio. Finalmente, el elector rubrica en un documento oficial su estancia en el colegio. Un ritual que requiere de suma pulcritud.


En busca de "un cambio"


"Disculpa, pero no hablo muy bien el español", se excusaba Jordy, un parisino que disfruta de su merecida jubilación en Fraga. El amor fue lo que le llevó a la localidad oscense, donde vive con su novia desde hace un año y medio. "He votado por Hollande, porque es lo que mi país necesita. Francia va mal y necesitamos un cambio", razonaba este galo, cuyos padres, aragoneses, se vieron obligados a emigrar al país vecino tras la guerra. Al ser preguntado por dónde se vive mejor, no duda ni un instante. "Aquí, en España, hay más sol, se come mejor y la gente es más abierta. No volvería a París", sentenciaba.


Jordy no es el único francés que vive en Aragón 'por culpa' del amor. Christophe, un transportista galo algo parco en palabras, habita en la capital de la Comunidad, junto a su pareja, desde 2004. Procedente de Saint-Jean-de-Luz, en la región de Aquitania, este joven afirmaba haber votado "por la izquierda", opción que consideraba "la única capaz" de tomar las riendas de su país.


Con el secreto en el voto por bandera, María se resistía a pronunciarse por un candidato, aunque reconocía necesario "un cambio". También ella llegó a Zaragoza junto a su marido, cuyo trabajo le condujo a orillas del Ebro. Esta francesa de mediana edad no sabía afirmar dónde se vive mejor: "Es la eterna pregunta, tanto España como Francia tienen sus cosas buenas y malas", explicaba con una sonrisa.


También los franceses son humanos


Los errores en el censo, olvidos del documento de identidad y otras anécdotas propias de los domingos electorales no son algo único de España. Mayada, una zaragozana de 34 años y madre francesa, se mostraba "bastante mosqueda" a la salida del colegio al no haber podido ejercer su derecho. "Antes votaba en Francia, a través de mi tía, por procuración. Este año hice el cambio de papeles con tiempo para poder votar en Zaragoza, pero se han equivocado y tendré que esperar a la segunda vuelta para poder votar", se lamentaba.