Bares con solera

Belanche, 80 años vendiendo marisco en la calle Don Jaime de Zaragoza

En este bar las raciones se siguen gritando como antaño y se mantiene la canaleta para echar los desperdicios, aunque se utiliza poco.

César Osanz, junto a algunas de las camareras y cocineras de Belanche.
César Osanz, junto a algunas de las camareras y cocineras de Belanche.
Alejandro Toquero

La marisquería Belanche de la calle Don Jaime de Zaragoza celebra este año su 80 aniversario. Hoy el timón del negocio lo lleva César Osanz. Se implicó a finales de los años 90 de la mano de su padre y espera seguir al frente del mismo cuando llegue el centenario, allá por 2042. Lo que suceda luego, ya se verá.

De lo que resulta más fácil hablar es del pasado, del fundador Antonio Belanche y de Ángel Ferrer, que tomó el relevo. También se puede viajar a 1942, el año de la apertura. En aquella Zaragoza de la posguerra gobernaba el alcalde Francisco Caballero y en el entorno de Belanche había dos bares. Hoy, la realidad es bien distinta. En un radio de apenas 50 metros se contabilizan casi 70 establecimientos entre bares y restaurantes.

Del anecdotario resulta curioso destacar una frase que lució durante un tiempo en la  fachada: ´Aquí se venden las peores gambas a la plancha`. La clientela fija de este producto es la evidencia más clara de que nunca una mentira tuvo tanto éxito.

La marisquería está abierta en la misma ubicación desde 1942.
La marisquería está abierta en la misma ubicación desde 1942.
Alejandro Toquero

Lo cierto es que a día de hoy la gamba blanca de Huelva es su producto estrella, como lo ha sido a lo largo de toda su trayectoria. “La ración de media docena de gambas a la plancha es la que más vendemos; también tenemos la roja de Palamós, pero no se demanda tanto”, comenta César Osanz.

Como casi todo el sector hostelero, la marisquería Belanche ha resistido el tirón de la pandemia como buenamente ha podido. “La barra es nuestra principal seña de identidad y ha sido muy triste no poder utilizarla durante tanto tiempo –prosigue–, pero con media docena de toneles y con el comedor del fondo hemos ido aguantando”.

En su caso, además, trabajando un producto complicado como es el marisco. “Hay que ajustar bien las compras porque si no lo vendes te puede ocasionar muchas pérdidas, y en este tiempo de incertidumbre ha sido difícil hacer cálculos”.

La gamba blanca de Huelva es el producto estrella, pero se han incorporado otros como percebes y zamburiñas
La gamba blanca de Huelva es el producto estrella, pero se han incorporado otros como percebes y zamburiñas
Alejandro Toquero

En Belanche no se han producido grandes cambios en estos 80 años, aunque su propietario asegura que uno de los más importantes fue la decisión de recortar la barra y crear un pequeño comedor al fondo del bar. “Lo hicimos hace 15 años con la idea de crecer y de que la clientela pudiera disfrutar de una estancia más reposada alrededor de otros productos como pescados, arroces, algún guiso o raciones de alcachofas”. Especialmente el fin de semana conviene reservar para conseguir una de sus siete codiciadas mesas.

Echando la vista atrás, César recuerda curiosidades de Belanche que pasaron a mejor vida. Por ejemplo, los paños colgados del mostrador para limpiarse las manos. Hace más de 40 años también había otro elemento distintivo en la barra: el agua con limón para la higiene de los dedos, que algún despistado se llegó a beber.

En la canaleta de la barra todavía hay clientes que echan los desperdicios.
En la canaleta de la barra todavía hay clientes que echan los desperdicios.
Alejandro Toquero

Hoy, estos detalles han desaparecido, pero otros permanecen. Por ejemplo, la canaleta del suelo pegada a la barra para echar en ella los desperdicios, sobre todo las cabezas de las gambas y las servilletas. “Desde hace tiempo ponemos un plato al lado de la ración para la gente las deje ahí, pero hay clientes, no muchos, que las siguen tirando a la canaleta”.

Cuando uno acude a Belanche, enseguida se da cuenta de otra curiosidad. La camarera no apunta el pedido ni se lo pasa a cocina en un papel. Directamente lo grita. “Esto es algo que no ha cambiado a lo largo de los años y que forma parte de nuestra esencia; a la gente le parece increíble que nos puedan escuchar”. Pero sí, incluso en los momentos de más bullicio, las raciones llegan al cliente con rapidez. Es lo que tiene haber practicado esta técnica a diario y durante tanto tiempo.

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