Platos, vinos y comensales de calidad

Los platos de Los Cabezudos y los vinos de Bodegas Conde Valdemar e Inspiración dieron mucho juego y disfrute gastronómico.

Carlos Melero, Mariano Bayarte, Ana Martínez Bujanda, Carlos Ayora y Pedro Tabuenca.
Platos, vinos y comensales de calidad
Vanesa Castellano

En un establecimiento zaragozano me pidieron hace unos años que plasmase algunas ideas gastronómicas en sus paredes y en una de ellas colocaron la siguiente inscripción, con la firma de quien suscribe: "Receta para unas horas de felicidad en torno a una mesa: buena comida, buen vino y buena gente".


Pues resulta que esa fue la fórmula que se aplicó el pasado jueves por la noche, en el restaurante zaragozano Los Cabezudos –calle de Antonio Agustín 12; teléfono 976 39 27 32– en la cena que prepararon con vinos de la familia Martínez Bujanda, en concreto de sus bodegas riojanas Conde Valdemar e Inspiración.


El propietario y gerente de Los Cabezudos, Carlos Ayora, se ocupó de que estuviese asegurada una parte de esa receta, pues el personal de cocina preparó unos platos exquisitos. La bodega lo tenía fácil para aportar otro de los ingredientes, pues elaboran algunos de los vinos más prestigiosos y modernos de La Rioja. Y los clientes y amigos del establecimiento pusieron el resto para que se cumpliese el objetivo.


Por parte de la bodega, asistió Ana Martínez Bujanda, responsable de marketing y miembro de la quinta generación bodeguera de esta familia, que hace unos meses cumplió los 125 años de dedicación a la elaboración de vinos de calidad. Estuvo acompañada por Mariano Bayarte, director comercial nacional de la bodega, y por responsables de Dispac, empresa distribuidora de los vinos en Aragón: su propietario, Pedro Tabuenca, y el comercial Carlos Melero.


Ana Martínez Bujanda hizo una completa presentación de su empresa, una bodega puntera y que ha estado siempre en la vanguardia de la elaboración de vinos, como lo demuestra el hecho de que fue la primera en aplicar el método de fermentación con temperatura controlada, una técnica que en la actualidad se aplica en todas las zonas elaboradoras. También fue una de las bodegas pioneras en la creación de un nuevo estilo de vinos frente a la tradición imperante en esa zona.Primer blanco en barrica 

Otra innovación cuyos resultados se pudieron contrastar durante la velada: fue seguramente la primera bodega española en la elaboración de los vinos blancos fermentados en barrica.


En concreto, su Conde Valdemar Finca Alto Cantabria de la añada 2014, elaborado con uvas de la variedad viura o macabeo, se combinó con un exquisito arroz meloso de rape gallego y langosta del Cantábrico. Este vino comenzó a realizarlo el bodeguero Jesús Martínez Bujanda a finales de los 80 siguiendo los deseos del cocinero donostiarra Pedro Subijana, que se quejaba de que no hubiese vinos blancos con estructura y potencia para acompañar platos contundentes.


La cena comenzó con un aperitivo de bienvenida que se acompañó del Conde Valdemar Rosé 2015, que se hace con uvas de garnacha (70%) y blancas de macabeo para obtener un vino de color rosa salmón, al estilo provenzal tan demandado en estos momentos en los mercados internacionales.


Las zamburiñas gallegas gratinadas que llegaron acto seguido se acompañaron del vino blanco Inspiración Valdemar Alto Cantabria 2015, un monovarietal de tempranillo blanco, uva que mutó de forma natural de la tempranillo negra y que se ha comenzado a elaborar recientemente.


A continuación llegó el turno de los vinos tintos. El primero en degustarse fue el Inspiración Valdemar Balcón de Pilatos 2012, que combinó con una selección de setas silvestres (pie azul, seta de cardo con pie, amanita ponderosa y shitake). Este vino se hace con uva de la variedad maturana y destaca por su potencia de color y sus complejos aromas a frutos rojos maduros, cacaos y tostados.


El asado de paletilla de ternasco de Aragón que llegó a continuación maridó a la perfección con Inspiración Valdemar Las Seis Alhajas 2010, varietal de graciano con 16 meses de barrica.


De postre, tomamos un surtido de quesos internacionales, ricos pero que tuvieron que dejar todo el protagonismo al Conde Valdemar Gran Reserva 1985 porque fue un producto exclusivo de verdad que se expresó con la sabiduría propia de un vino con 30 años de vida. Un final épico para una velada inolvidable.


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