MEDIDAS CONTRA LA CRISIS

Zapatero admite que su reforma laboral no garantiza una reducción del paro

El presidente del Gobierno cambia su discurso optimista por uno más realista y reconoce que la mejora de la economía es "tan débil que no asegura un cambio de tendencia".

La crisis también se ha llevado por delante el sempiterno optimismo del presidente. José Luis Rodríguez Zapatero admitió ayer que la reforma laboral que su gobierno aprobó por decreto en junio y el PSOE sacó adelante sin apoyos en el Parlamento no garantiza una progresiva reducción del paro. Tras desgranar los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre, la primera desde que entró en vigor la reforma, el jefe del Ejecutivo expresó su «cautela» y «preocupación» porque «la mejora es aún tan débil que no asegura un cambio de tendencia» y «el número de desempleados sigue siendo inasumible».


El primer pleno monográfico sobre empleo evidenció el escepticismo del presidente sobre la efectividad a corto plazo de sus propias políticas. Y eso que Rodríguez Zapatero echó mano ante los diputados de las cifras de la EPA de julio-septiembre -positivas por abarcar el período de verano y toda la actividad que genera-, que reflejó la creación de 70.800 empleos netos. Los partidos de la oposición prefirieron echarle en cara los datos publicados cinco días más tarde por los Servicios Públicos de Empleo (antiguo Inem), que cifraron en 68.214 las personas que se quedaron en la calle en octubre.


Efectos limitados

El compareciente se aferró a los limitados efectos positivos de la reforma laboral. En agosto, septiembre y octubre los contratos de fomento de la contratación indefinida crecieron a un promedio del 44% interanual, tras caer un 12% entre enero y julio y más de un 57% en 2009. También aludió al aumento de las conversiones de temporales en contratos de fomento, que pasaron de suponer el 17% del total de indefinidos firmados cada mes antes de la reforma a casi el 30% en octubre. Asimismo, presumió de su «impulso» a los contratos en prácticas y de formación.


En resumen, para el Gobierno la reforma laboral que impuso a empresarios y sindicatos y que le costó una huelga general empieza a dar frutos, pero no será un revulsivo contra el paro, que podría volver a repuntar. Para la oposición, con el PP a la cabeza, la nueva regulación no sirve. «Ni siquiera es capaz de frenar la destrucción de empleo, y mucho menos de crearlo», señaló Mariano Rajoy, que cree que la perspectiva que ahora ofrece Zapatero es «un estancamiento económico».


Por la derecha, CiU suscribió que la reforma se queda corta y propuso medidas para profundizar. Los grupos de izquierda ERC, Iniciativa per Catalunya y BNG exigieron a Zapatero que la rectifique, pero por considerarla excesiva, servil y atentatoria contra los derechos de los trabajadores. «En Europa manda quien manda y su Gobierno es una sirvienta disciplinada, con la cofia puesta para no pisar ningún callo», le espetó el republicano Joan Ridao.


El presidente expuso los efectos devastadores de la crisis. En los casi tres años de turbulencias la economía española ha destruido casi dos millones de puestos de trabajo y la tasa de paro ha aumentado en torno a doce puntos, desde el 8% -el mínimo en la historia de la democracia- logrado en 2007 hasta el casi 20% actual.


Zapatero atribuyó ese desastre a dos circunstancias. Una, la evolución de la población activa, que en España aumentó en 800.000 personas en este período, frente a su reducción en países como Alemania. Por otra parte, al «ajuste brusco de la construcción», sector al que estaban adscritos el 56% de los empleos destruidos en este período. «De no haberse producido estos dos factores diferenciales en España, la tasa de paro sería sólo 2 puntos superior al promedio europeo del 12%», señaló antes de acusar al PP de haber alentado la burbuja inmobiliaria durante sus años de gobierno.


Tras afirmar que la clave ahora está en el crecimiento, el jefe del Ejecutivo dulcificó los últimos datos del PIB y señaló que la economía «se ha mantenido estable en el tercer trimestre», cuando su crecimiento fue nulo (0,0%). «Se trata de una recuperación lenta pero sostenida». «El Gobierno estima que continuará en el cuarto trimestre y que debería acelerarse en 2011 con un crecimiento del PIB del 1,3%», explicó sin mencionar que el programa de estabilidad prevé una caída interanual de la actividad del 0,3% para este año.


Zapatero aseguró que ahora sus prioridades son la austeridad para cumplir el compromiso de reducir el déficit y las reformas estructurales pendientes, entre ellas la de las pensiones y las que afectan a las políticas activas de empleo. Para asegurar su cumplimiento, serán incluidas en un Plan de Acción para los próximos quince meses que el Consejo de Ministros aprobará hoy.