TELECOMUNICACIONES

Telefónica ratifica sus compromisos de ingresos y beneficios, pese a la desaceleración

En previsión de la ruidosa protesta sindical, el presidente renunció a pronunciar su discurso, y remitió a los accionistas a un texto escrito.

La crisis no va con ella. Telefónica, la mayor compañía no financiera española por ganancias y una multinacional en el más amplio sentido del término, mantiene su previsión de aumento de ingresos y beneficios para este año y el próximo, al tiempo que disfruta de un perfil financiero estable que -en su opinión- el mercado acabará por reconocer.


Su presidente, César Alierta, recordó ante la junta de accionistas que si hay un sector que va a experimentar un crecimiento muy superior al del conjunto de la economía es el de las telecomunicaciones. Y argumentó que la operadora, con presencia en 24 países, se beneficia del diferente impacto por regiones de los ciclos económicos.


En los países más desarrollados, España entre ellos, el negocio sigue evolucionando bien. Se empiezan a percibir, si acaso, algunos signos de la desaceleración económica, como el desplazamiento de las llamadas de móviles -que cuestan más caras- a los teléfonos fijos. Pero los expertos de la compañía apuntan que será después del verano cuando la nueva tendencia al ahorro se deje notar significativamente, sobre todo entre los consumidores domésticos.

Sin discurso



Alierta habló cuando ya habían transcurrido cuatro horas de junta porque, conocedor de la 'bronca' que suele acompañar el desarrollo de las juntas de Telefónica desde hace más de una década, renunció a dirigir la palabra a los accionistas al inicio de la asamblea.


Fue la novedad de este año: tras la lectura de los acuerdos, un somero anuncio de que los comentarios sobre el ejercicio iban a estar disponibles en un documento escrito dio paso al turno de ruegos y preguntas, y al ya tradicional abucheo por parte de algunas agrupaciones sindicales.


Los escasos 'pequeños accionistas' que no reunían otra condición -los protagonistas de la protesta también son propietarios del número de títulos exigidos, que se ha elevado a 300- fueron abandonando la sala poco a poco. Sólo el abundante servicio de seguridad y los movilizados resistieron hasta que, pasadas las cuatro de la tarde, se sometieron a votación los acuerdos.


Pero el quorum del 57% de accionistas presentes y representados resultaba suficiente para este fin.


Dieciseis personas pidieron la palabra, acompañados de gritos de "Alierta, dimisión". Fueron en su mayoría representantes de organizaciones como CGT o Alternativa Sindical de Trabajadores (AST), que realizaron proclamas por la negociación del convenio, la integración de los centros o la conciliación de la vida laboral y familiar de los trabajadores.


Bastantes protestaron por las elevadas remuneraciones de algunos consejeros -los 30 millones de Peter Erskine, el artífice de la compra de O2- y hasta hubo quien animó a Javier de Paz, ex secretario general de las Juventudes Socialistas y hoy consejero de la operadora, a trasladar al mundo de la empresa los principios que un día inspiraron su actuación. Manuel Pizarro, fugaz administrador de la compañía, apenas suscitó recuerdos.


También hubo clientes que sacaron a la luz los problemas que padecen en la prestación del servicio, empleados en conflicto con el sistema de protección complementario, y algunos -pocos- accionistas interesados en la marcha futura de la empresa.

Estabilidad financiera


A estos últimos les respondió el presidente que, frente a un escenario internacional complejo, Telefónica disfruta de un perfil financiero estable y alimenta buenas expectativas de desarrollo del negocio. Para ello ha puesto el foco en Latinoamérica como "principal motor de crecimiento". El presidente de la compañía aseguró que aquella región disfrutará de la mejor situación macroeconómica, lo que permitirá al grupo ampliar su base de clientes en unos 60 millones hasta 2010.


La diversificación geográfica permitirá, en todo caso, un crecimiento de los ingresos operativos del 6% al 8% este año, y del resultado operativo después de amortizaciones entre el 13% y el 19%. La existencia de una 'horquilla' y el riguroso proceso de elaboración de los presupuestos garantizan su cumplimiento, según la operadora.


Alierta evocó que, por primera vez, la compañía se ha comprometido a conseguir en 2010 un flujo de caja libre por acción -los fondos restantes, tras cumplir todos los requerimientos- de 2,87 euros, frente a los 1,87 euros del ejercicio 2006. Más concretamente, el beneficio por acción también crecerá un euro en ese cuatrienio, hasta alcanzar 2,304 euros por título al final del periodo.


A la realización de este objetivo contribuirá el nuevo programa de recompra de acciones propias anunciado el pasado 27 de febrero. La compañía adquirirá 100 millones de títulos -el 2,095% del capital social- durante lo que resta de 2008 y el primer semestre de 2009. En esa misma línea, la junta aprobó la reducción del capital social mediante amortización de 68,5 millones de acciones. 

La bronca, una tradición


La etapa de incidentes en la junta de Telefónica, compañía que protagonizó una dura reconversión laboral para adaptarse a la revolución tecnológica y la liberalización de los servicios, arrancó hace dos décadas con el socialista Luis Solana como presidente. Ya en el inicio de los noventa presidió Cándido Velázquez-Gaztelu la junta más breve. Celebrada en el hoy renovado Palacio de los Deportes madrileño duró exactamente 17 minutos, hasta que la bronca llevó al presidente a renunciar a la lectura de su discurso.


Después se sucedieron asambleas igualmente agitadas, protagonizadas por los afectados por los expedientes de regulación de empleo o los trabajadores de Sintel. En tiempos del presidente Juan Villalonga a las protestas laborales se sumaron las críticas por las 'opciones sobre acciones'. Ese mandato se caracterizó por la separación de los accionistas en dos salas: en una de ellas, los de 'confianza' tenían acceso físico y visión directa de la mesa presidencial; en la otra, los alborotadores, pero también los pequeños accionistas, tenían que seguir el desarrollo de la sesión entre gritos y lanzamientos de papeles y huevos rellenos de pintura, en algún caso.