LA VENTA DE OPEL

Merkel suma apoyos entusiastas, pero también significativos silencios

El pasado viernes, un influyente diario alemán acusaba a Angela Merkel de moverse "en un mundo paralelo". Para el 'Süddeutsche Zeitung', cuando la canciller niega la carga que los créditos multimillonarios a la nueva Opel supondrán para los contribuyentes, o cuando insiste en que los gobiernos europeos le agradezcan la tarea realizada por Alemania, simplemente da muestras de manejar unas premisas "fantasiosas".


Pues bien, esa enajenación automovilística se ha extendido a otros miembros del Ejecutivo teutón. Ayer, el secretario de Estado de Economía germano, Peter Hintze, parecía completamente contagiado por el optimismo orgulloso de su canciller: "Creo que hemos logrado demostrar que lo que ha hecho Alemania sirve a toda Europa", proclamaba ufano.


Hintze se mostró convencido de que la venta de Opel a Magna será rubricada en las próximas semanas ("antes del 30 de noviembre"), mientras en paralelo Berlín convence al resto del continente para cofinanciar los avales públicos comprometidos por Merkel. "La meta está a la vista", resumía el alto cargo germano.


Convocado de forma excepcional por la comisión económica del Bundestag (parlamento alemán), Hintze se deshizo ayer en elogios hacia el plan presentado por el fabricante de componentes austriaco-canadiense Magna y su socio, el banco ruso Sberbank, para hacerse con el 55% de las acciones de Opel. "Es un proyecto en firme, el de mayores virtudes industriales que hemos podido encontrar", aseguraba, sin reparar en las sombras que plantea tanto dentro como fuera de Alemania.


Para el representante del Gobierno alemán, "las cosas han cogido la dirección adecuada" desde que el pasado 10 de septiembre el Consejo de Administración de GM escogiera a Magna como futura dueña de la marca del rayo. Esa decisión permitió a Angela Merkel -aspirante, este domingo, a la reelección como canciller por la conservadora CDU- apuntarse un tanto electoral después de presionar durante meses a favor de la propuesta ruso-austriaca.


Hintze -también miembro de la CDU- admitió en un exceso de cordura que aún restan algunos detalles por pulir. Entre ellos mencionó el necesario acuerdo con los trabajadores -cuyos representantes europeos se reúnen hoy en Amberes- y la auditoría encargada desde Berlín a Pricewaterhouse Coopers, que ha de corroborar la viabilidad del plan de Magna. "Todo indica que esa auditoria dará buenos resultados, estoy convencido", afirmó, regresando a la senda del triunfalismo por la que transitan estos días casi todos los miembros del Ejecutivo alemán.

La Comisión Europea

Además, el ojo escrutador de la Comisión Europea no debería constituir ningún obstáculo para el proceso, según el secretario de Estado germano: "Persuadiremos a la CE de que el camino que hemos elegido respeta escrupulosamente las directivas comunitarias", confesó. Los gobiernos de Reino Unido, Bélgica y España -donde se ubican las plantas más castigadas por los recortes laborales que propone Magna- han exigido la intervención de la comisaria europea de la Competencia, ante los indicios de proteccionismo económico alemán.


Peter Hintze defendía así de forma entusiasta el mismo libreto argumental que la canciller Merkel viene interpretando últimamente. Sin embargo, su intervención ante la comisión económica del Bundestag no está exenta de lecturas encontradas. En un primer momento, la oposición exigió la comparecencia de su superior, el ministro de Economía Karl-Theodor zu Guttenberg, quien declinó el requerimiento esgrimiendo un acto de campaña electoral de su partido. Mientras los diputados de 'Los Verdes' clamaban por semejante "desprecio parlamentario", algunos analistas apuntan la existencia de desavenencias en el gabinete de Angela Merkel.


Guttenberg es miembro de la CSU, la marca electoral del partido de la canciller en Baviera. Sin embargo, el hecho de compartir ideología no le ha impedido oponerse al enérgico apoyo mostrado por la canciller Merkel a Magna.

Los 4.500 millones

El pasado 29 de mayo, después de que la líder democristiana oficializara su respaldo a Magna, Guttenberg amagó con dimitir por considerar muy arriesgados los créditos públicos anunciados -4.500 millones de euros- para la nueva Opel.


Los mismos temores esgrimieron los dos representantes del Gobierno alemán en la sociedad fiduciaria que gestiona la automotriz y que hace dos semanas se negaron a ratificar la venta de Opel. Ayer también estaban invitados por la Comisión Económica: como Guttenberg, se escudaron en sus agendas para no asistir.