EL FUTURO DE FIGUERUELAS

Los alemanes votan hoy para que nada cambie en la postura de Berlín sobre Opel

Todas las posibilidades postelectorales respaldarán los planes de Magna y la defensa de las plantas germanas

Angela Merkel, en el acto de cierre de su campaña.
Los alemanes votan hoy para que nada cambie en la postura de Berlín sobre Opel
michael gottschalk/afp

La sorpresa saltaba el pasado 10 de septiembre: justo cuando parecía que la opción de Magna perdía fuelle, General Motors revelaba su intención de venderle el 55% de Opel a la fabricante de componentes austriaco-canadiense, apadrinada por el Gobierno alemán. La decisión, una auténtica hipoteca sobre el futuro de la planta de Figueruelas, cayó como un jarro de agua fría en Aragón.

 

Desde entonces, distintos miembros del Ejecutivo autonómico se han esforzado por enmarcar esa noticia en el contexto general de las elecciones alemanas. Durante estos días, el presidente de la DGA, Marcelino Iglesias, ha apelado a la paciencia de los aragoneses para negociar sobre Opel "con más serenidad" al término de la campaña electoral germana. Hoy expira ese plazo.

 

Cierto es que la confirmación de la venta, realizada por la propia Angela Merkel en estado de éxtasis, difícilmente puede abstraerse de los comicios que han de prorrogar cuatro años su estancia en la cancillería. Sin embargo, quien espere un volantazo en la postura germana se equivoca. Sea cual sea el resultado que hoy arrojen las urnas, la posición de Berlín en la polémica transacción de Opel apenas variará.

La Gran Coalición

Anudados por una 'Gran Coalición' que contradice su naturaleza de fuerzas antagónicas, la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel y el Partido Socialdemócrata (SPD) han compartido los mandos de la locomotora económica de Europa esta pasada legislatura. Su exitosa tarea conjunta, preñada de recelos en un comienzo, confirma en Alemania la existencia de cierta visión de estado, un fenómeno reservado en otras latitudes a la política-ficción.

 

Juntos pero no demasiado revueltos, conservadores y socialistas han logrado así reducir el paro, mitigar los efectos de la crisis, afrontar coordinamente el reto de Opel y devolver a Alemania un papel de intermediación entre Estados Unidos y Rusia. Estos dos últimos logros, además, parecen estrechamente vinculados. Detrás del plan de Magna -que desperdiga la mayor parte de los recortes laborales fuera de Alemania- se adivina un acuerdo diplomático a tres bandas: apoyo financiero desde Berlín (4.500 millones en créditos públicos), participación accionarial de Moscú (a través del banco semipúblico Sberbank), e imprescindible aquiescencia política de Washington.

Las posibilidades

Cuatro años después, los alemanes renuevan su Bundestag con la única duda de saber quién acompañará a la CDU en el Gobierno. Si los resultados se lo permiten, Merkel promete forjar una mayoría de centro-derecha junto a los liberales del FDP; si no, Alemania se aboca a la secuela de la 'Gran Coalición'. Ninguna de las dos opciones supondría cambio alguno en el horizonte de la marca del rayo.

Los liberales, cuyos principios predican oposición a cualquier forma de intervención estatal, han respaldado en los cuatro 'Länder'

(regiones) con plantas de Opel todo tipo de subvenciones públicas a la automotriz. "El Gobierno federal no va a cambiar de rumbo si a partir de mañana tiene ministros del FDP, sería un fracaso total para Merkel", pronostica Thomas Hanke, jefe de opinión del diario económico 'Handelsblatt'. Para Hanke, el FDP ni siquiera planteará el tema de Opel en los hipotéticos acuerdos de gobierno.

 

Por su parte, una reedición de la vigente mayoría parlamentaria CDU-SPD no modificaría un ápice, como es lógico, la postura esgrimida hasta ahora: esto es, que Alemania ha liderado la operación de rescate de Opel en beneficio de sus socios europeos y en perfecta armonía con las directivas comunitarias que regulan las ayudas públicas.

 

Precisamente, si Berlín se lanzó en favor de Magna fue por el componente socialdemócrata del Gobierno. Sin embargo, su candidato, Frank-Walter Steinmeier, no ha conseguido rentabilizar su temprana apuesta por los austriacos -a la que inicialmente se oponía Merkel- y, salvo sorpresa, firmará hoy los peores resultados del SPD desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

 

El escrutinio, más ajustado de lo previsto, desequilibrará la balanza esta noche en uno u otro sentido, pero para Opel todo seguirá igual. El futuro de Figueruelas no pasa por las urnas alemanas sino por la determinación de la Comisión Europea de estudiar con lupa los avales germanos. Y, sobre todo, por aumentar la implicación de los gobiernos español y aragonés a la hora de defender los criterios de viabilidad económica que obvia el proyecto de Magna. La aparición de Rodríguez Zapatero en Pittsburgh, por tardía y artificiosa que sea, ayuda más que cualquier baile de siglas en Berlín.