Vitivinicultura

La vendimia llega a su fin en Aragón con una cosecha "cortísima" de apenas 100 millones de kilos de uva

La sequía y el calor han mermado las producciones de las cuatro denominaciones de origen (Cariñena, Calatayud, Campo de Borja y Somontano) incluso más de lo previsto al comienzo de la campaña.

Vendimia en la D. O. Cariñena.
Vendimia en la D. O. Cariñena.
José Miguel Marco

La vendimia ha llegado a su fin en Aragón, y en las denominaciones de origen –Cariñena, Campo de Borja, Somontano y Calatayud– cierran las últimas cifras en un año marcado no solo por la sequía sino por unas altísimas temperaturas "tanto de día como de noche" en la segunda quincena de agosto que han mermado todavía más una cosecha que ya era escasa. La producción conjunta apenas sumará los 100 millones de kilos de uva, una cifra que queda lejos de las previsiones iniciales cuando se esperaba una cosecha ya reducida, de poco más 116 millones de kilos, marcada por la ausencia de las precipitaciones y que suponía un descenso de casi el 20% respecto a la año anterior.

Los mayores descensos los ha registrado la D. O. Cariñena. Sus viticultores han vendimiado 53 millones de kilos de uva, una cifra "cortísima" que no recordaban desde mediados de los años 90, muy inferior a la media de la denominación (83 millones de kilos) y que ni siquiera se acerca a las prudentes cifras estimadas al comienzo del verano, cuando se esperaba recolectar hasta unos 65 millones de kilos.

Las temperaturas de más de 40 grados en la última quincena de agosto terminaron por dar la puntilla a una viña que ya llegaba apurada por la extrema sequía. "En apenas 10 días perdimos el 20% de la cosecha", señala Antonio Ubide, presidente de la denominación más grande de Aragón, que ha vivido "el peor verano de la historia".

No terminaron los problemas cuando el fruto comenzó a llegar a la bodega. "Los primeros ocho días de la vendimia fueron desastrosos porque la uva entraba con muchísimo grado alcohólico", explica Ubide, que reconoce que las lluvias de septiembre contribuyeron a calmar esa situación.

Menos producción que, sin embargo, tiene una "muy buena calidad" con la que se obtendrán "blancos muy intensos y aromáticos" y tintos "con mucha acidez que se podrán guardan durante años", matiza.

Tampoco en Campo de Borja se recogerá lo estimado a comienzos de verano. Entonces se calculaba que la producción podía alcanzar hasta los 25 millones de kilos –un 20% menos que 2022–, pero con las cifras aún por cerrar definitivamente, su presidente, Eduardo Ibáñez, ya anticipa que no se llegará a los 21 millones de kilos. "El pinchazo ha sido gordo", asegura, porque aunque el regadío ha aguantado bien, la merma es importante en el viñedo que está en el monte (secano). Y eso que "ayudaron las lluvias de verano, porque sin esas precipitaciones, la sequía hubiera terminado con todos los leñosos", añade. La uva está muy sana, pero Ibáñez reconoce que la falta de agua y la temprana maduración afectaran a otros parámetros muy apreciados por los enólogos.

"Muy corta" ha sido también la vendimia en la Denominación de Origen Calatayud, donde con los últimos racimos por recoger se calcula que la cosecha no se acercará a los 12 millones que se esperaban. Aún más se quedará por debajo de los 9 millones. De nuevo, la sequía y el intenso calor tienen la culpa. "En septiembre llovió y aunque algunas zonas se beneficiaron, en otras muchas no sirvió para nada e incluso fue perjudicial", insiste su presidente, Miguel Arenas.

Algo más de 19 millones de kilos ha vendimiado la D. O. Somontano. La cifra también es menor que la estimada a comienzos de campaña (un millón de kilos menos), pero supera en un 10% la obtenida en 2022. Y dado que también es superior a la media de la denominación oscense –17 millones de kilos– su presidente, Francisco Berroy, la califica como "una buena cosecha".

Desánimo y preocupación

Las mermas que la sequía y las altas temperaturas han dejado en el viñedo aragonés han sembrado el desánimo entre los agricultores y las bodegas que además tienen que hacer frente a unos elevados costes de producción derivados del incremento de los precios de la energía y de las materias secas (corchos, etiquetas, cartón, cápsulas, lacre...).

Inquieta además el comportamiento de los mercados, que no consiguen recuperar la "alegría" compradora que mostraban antes de la covid. "Estamos muy preocupados porque la demanda no tira y los gastos son muy elevados", señala Eduardo Ibáñez.

En Cariñena también preocupa la constante caída del consumo de vino, que, según el presidente de la denominación, está muy condicionada por "los nuevos hábitos de consumo y el culto al cuerpo"

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