Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Inversiones empresariales

Laboratorio de la empresa aragonesa Operon.
Laboratorio de la empresa aragonesa Operon.
Toni Galán

La empresa biotecnológica zaragozana Operon celebrará el próximo miércoles el acto de colocación de la primera piedra de sus nuevas instalaciones en Plaza. El edificio se erigirá en una parcela de 17.800 metros cuadrados y supondrá el fortalecimiento de la producción de la empresa aragonesa, que conllevará un incremento de la actual plantilla en un 20%.

Especializada en la investigación y producción de anticuerpos monoclonales, Operon informó en diciembre de 2021 que sus instalaciones de Cuarte de Huerva se habían quedado pequeñas y que por ello necesitaba de un nuevo emplazamiento, en el que dijo entonces que invertiría 10 millones de euros. Su objetivo era que la sede estuviera lista en 2023, año de la celebración de su 50 aniversario.

Aunque con algo de retraso, el proyecto sigue adelante y será el miércoles cuando Tomás Toribio, director general de la compañía creada por sus padres hace medio siglo, ofrezca detalles de los planes que tiene para las nuevas instalaciones. Le acompañará Carlos Martín Montañés, científico aragonés pionero en la investigación y el desarrollo de vacunas vivas contra la tuberculosis.

La colocación de primeras piedras, como la inauguración de nuevos centros de trabajo, reflejan siempre el empuje de una sociedad en la que hay proyectos empresariales que generan riqueza y empleo en una región. En el sector sanitario y farmacéutico, Aragón tiene en agenda iniciativas anunciadas estos últimos años cuya materialización fortalecerá un ámbito empresarial que aporta mucho valor añadido.

Becton Dickinson, Certest Biotech, Faes Farma, Teva y Besins Healthcare cuentan con proyectos gestados en la legislatura anterior que avanzan con más o menos rapidez en Zaragoza, San Mateo de Gállego, Huesca y Muel.

La atracción de iniciativas empresariales se ha convertido en una de las tareas que más interés generan entre los gobernantes aragoneses. Todos quieren ser copartícipes de anuncios de buenas noticias y en estos casos las fotografías son a veces tan importantes como el monto económico de una inversión o el número de puestos de trabajo –directos e indirectos– que se crearán. «Ponerse la medalla», como se dice vulgarmente, tiene para no pocos políticos un interés capital.

Mucho se trabajó en las legislaturas anteriores, con Javier Lambán al frente de la DGA, en este terreno. Marta Gastón, consejera de Economía en esos ocho años, reveló en una comisión en las Cortes la semana pasada que tenían «un grupo técnico transversal» que dejó «una alfombra roja impoluta» que incluye unos proyectos que están a punto de ser anunciados y otros «con un desarrollo muy maduro en la negociación». Un «ingente trabajo en equipo», espetó a Mar Vaquero, vicepresidenta segunda y consejera de Economía del nuevo Gobierno de Aragón, «que no pueden dejar perder ni tampoco –le digo sinceramente– hacerlo exclusivamente suyo».

Lambán, Gastón y su equipo lograron que muchos proyectos empresariales cristalizaran. De diferentes sectores de actividad y en puntos diversos del territorio. Pero no consiguieron que llegara una fábrica de baterías para coches eléctricos pese a competir por dos de ellas, la de Volkswagen, que se fue a Sagunto (Valencia), y la del grupo indio Tata, adjudicada al Reino Unido.

Puede que a la tercera vaya la vencida. Stellantis, que cuenta con una planta muy competitiva en Figueruelas, se está planteando instalar una gigafactoría en España o Portugal y Zaragoza está muy bien posicionada. Para que esto ocurra, el grupo surgido de la integración de PSAy Fiat-Chrysler tendrá en cuenta muchos factores: los apoyos públicos que consiga (una parte importante de ellos del Perte del vehículos eléctrico y conectado), los índices de calidad y productividad de la factoría aragonesa, el ensamblaje aquí en los próximos meses de tres modelos eléctricos (el Opel Corsa, el e-Peugeot 208 y el Lancia Ypsilon), la paz social que garantiza el convenio colectivo de la fábrica, el acceso a energías renovables... «Hay partido», como se suele decir, y llevarse el gato al agua no es (solo) una cuestión política.

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