Heraldo del Campo

frutos secos

Una de cal y otra de arena para los frutos secos

Esta campaña, marcada por la falta de lluvias, deja producciones muy distintas en el almendro y el pistacho. El primero verá notablemente mermada sus expectativas, el segundo duplicará la cosecha del año pasado.

La recolección del almendro y el pistacho ha comenzado en Aragón adelantada por la falta de lluvias y el calor.
La recolección del almendro y el pistacho ha comenzado en Aragón adelantada por la falta de lluvias y el calor.
UAGA

La extrema sequía que el campo aragonés ha tenido que soportar este año no ha perdonado a ningún tipo de cultivo. Se ha enseñado con el cereal, ha reducido el volumen de producción de los forrajes, ha mermado el tamaño de las frutas, ha dejado en la mínima expresión los frutos del olivar y su impacto no ha pasado desapercibido en los cultivos leñosos. Lo ha notado el viñedo y también los frutos secos, aunque en estas últimas producciones no todas las especies han corrido la misma (mala) suerte.

La catástrofe está servida para los almendricultores. Tras dos campañas para olvidar, primero por las heladas y luego por el abrasador calor, las estimaciones realizadas por la Mesa Nacional de Frutos Secos –integrada por representantes de las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, por Cooperativas Agroalimentarias de España y por Aeofruse (asociación española de organizaciones de productores de frutos secos y algarrobas)– han estado rodeadas de la incertidumbre que imponía la ausencia de precipitaciones. Se hablaba en mayo de una cosecha de 22.000 toneladas, que se redujo a 20.000 un mes después, una predicción que el sector mantuvo en cuarentena porque reconocía que iba a estar marcada (posiblemente todavía más a la baja) por la escasa pluviometría.

Así ha sido. Cuando las máquinas han entrado en los campos, la cantidad de fruto que ha caído de los árboles comienza a evidenciar que cosecha se quedará lejos de esa cifra y se situará alrededor de los 18.000 toneladas.

En los cultivos de pistacho –que comienzan a avanzar con paso firme sobre el secano aragonés– se vive una realidad distinta. Se prevé una cosecha que rondará los 25.000 kilos, lo que supone duplicar la producción obtenida hace un año. El secreto está en la propia naturaleza del cultivo, más resistente a la falta de lluvias y al calor, pero también tiene que ver con la entrada en producción de nuevas plantaciones.

Entre la expansión y la ¿especulación?

Se veía venir. La extrema sequía que ha barrido, sin distinción, la superficie agrícola aragonesa mantenía en la más absoluta incertidumbre a este sector, que arrastra dos campañas para olvidar. La situación era tan complicada en primavera que incluso la Mesa Estatal de Frutos Secos decidió posponer lo que ya era una costumbre: la publicación en el mes de mayo de sus primeras estimaciones de cosecha en almendra. Lo justificó asegurando que era muy complicado dar un dato general sobre lo que iba a ocurrir en campaña porque dependería de la evolución de la pluviometría.

Aragón es una de las comunidades con mayor superficie de almendros.
Aragón es una de las comunidades con mayor superficie de almendros.

Se atrevió a dar previsiones en junio, mes en el que estimó una cosecha de algo más de 20.000 toneladas, pero incluso entonces estas previsiones miraban al cielo con la esperanza de que las lluvias permitieran hacer realidad esta cifra. Pero, a la espera de que este organismo, formado por Cooperativas Agroalimentarias, por las organizaciones agrarias y la patronal del sector, confirme las sospechas de los agricultores, la producción aragonesa será incluso menor y apenas superará las 18.000 toneladas.

La cifra supone un incremento notable respecto al año anterior, pero solo es un espejismo, porque en 2022 las heladas apenas permitieron recoger 5.000 toneladas de almendra en las más de 67.000 hectáreas que este cultivo ocupa en la Comunidad. Se sitúa además muy lejos de esa producción de 25.000 toneladas con las que los agricultores califican un año como "bueno".

Los rendimientos son bajos y el calibre del fruto más pequeño del deseable. Los precios se encuentran en mínimos históricos, como denuncian las organizaciones agrarias, y por si todo esto no fuera suficiente, el almendro es uno de los cultivos que quedaron fuera de las ayudas con las que Ministerio quiere amortiguar el efecto de la sequía en el campo español. Un escenario que hace temer al sector "una evidente pérdida de rentabilidad".

El otro lado de la moneda es visible en los pistacheros. Este ‘exótico’ cultivo que comienza a ganar terreno en la Comunidad, donde ya ocupa 1.000 hectáreas, espera una producción de 25.000 kilos, más del doble que en la pasada campaña, cuando se recogieron 10.000 kilos.

No es que la sequía haya pasado de largo por esta producción. Pero el pistacho tiene sus propias armas para hacerle frente. Es más resistente a la falta de agua y soporta mejor las altas temperaturas. Pero "no es cultivo milagro", señala Ángel Morlanes, presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón (Apistar), que reconoce "los rendimientos que este cultivo está dando en el secano en los últimos años de sequía están siendo muy interesantes". Advierte, sin embargo, que con toda seguridad el próximo año habrá merma porque los árboles también están acusando el agotamiento que provoca la escasez de agua. No solo son estas cualidades las que han permitido el incremento de producción. Decisivo así también la entrada en producción de parte de las hectáreas cultivadas.

El reto está ahora no solo en crecer –que parece una posibilidad más que real– sino que esta expansión llegue acompañada de la necesaria industrialización. "Hace falta que el sector auxiliar crezca porque los productores lo van a demandar", destaca Morlanes. Se refiere así a la instalación de plantas de procesado en Aragón. En estos momentos existen dos instalaciones, una en Andorra (Teruel) y otra recien inaugurada en Barbastro (Huesca) dedicadas al primer proceso de pelaje y secado, pero sería convenciente disponer de industrias para clasificar el fruto, bien por tamaños o si se encuentran abiertos o cerrados. "Esto es importante porque permitiría vender mejor el producto a los tostaderos y conseguir así un mayor valor añadido para el agricultor y para el territorio", destaca el máximo responsable de Apistar. 

Entre el interés y el desconocimiento

Puede parecer una especie exótica, lejana y desconocida, pero el pistacho fue un potente cultivo en España. Hace más de de 1.000 años eso sí, pero lo cierto es que cuentan las crónicas más antiguas que este cultivo fue incorporado a la gastronomía durante el Imperio romano, época en la que los pistacheros comenzaron a florecer en tierras españolas. El país incluso llegó a convertirse en una potencia mundial de este cultivo, cuentan las crónicas. Y de repente, desapareció. Totalmente.

El ‘éxotico’ cultivo del pistacho, conocido también como oro verde, ya colorea los campos aragoneses.
El ‘éxotico’ cultivo del pistacho, conocido también como oro verde, ya colorea los campos aragoneses.

Ahora el cultivo vuelve a reconquistar los suelos agrícolas de España y de Aragón en particular, donde no ha dejado de crecer en la última década para extenderse ya por unas mil hectaréas repartidas por las tres provincias aragonesas, pero con una mayor presencia por las comarcas de las Cinco Villas, Cariñena, Belchite y Valdejalón.

"Su avance se debe a la poca rentabilidad de otros cultivos que han hecho que los agricultores buscaran nuevas alternativas", explica Ángel Morlanes, presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón (Apistar), que reconoce que este fruto goza de una importante demanda y unos buenos precios. De hecho, y dado que el pistacho español "es de muy buena calidad", estas producciones están muy solicitadas en los mercados exteriores, especialmente en el norte de Europa y en Italia, que cuenta con una industria muy potente en este sector que demanda mucho fruto para su uso en repostería.

Todas estas cualidades y su demostrada resistencia ante la indeseable sequía están despertando el interés y la "curiosidad" entre los agricultores aragoneses que, sin embargo, señala Morlanes, se mantienen todavía "expectantes" y antes de tomar sus decisiones de cultivo espera a ver qué es lo que está ocurriendo con las plantaciones ya existentes.

Porque el cultivo, reconoce el presidente de Apistar "todavía es un gran desconocido" para los profesionales agrarios de la Comunidad. Para cubrir esta carencia, Apistar participa en un proyecto de cooperación, coordinado por UAGA-COAG, que tiene como objetivo sentar las bases para orientar a los agricultores sobre las zonas más adecuadas para el cultivo del pistacho y las variedades que mejor se adaptan a cada una de ellas.

"Pensamos que en Aragón no se ha investigado lo suficiente y que habría que cubrir ese hueco para ofrecer a los agricultores una información que pueda servir de base para orientar en las posibilidades y manejos de un cultivo que ya es una realidad", insiste Morlanes. Reconoce también que será decisivo para la expansión del sector la instalación de una industria auxiliar que permita abrir las puertas de mercado de calidad para dar mayor valor añadido al fruto.

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