La economía china se enfrenta a su primer bache después de cuatro décadas milagrosas

Tras la pandemia, el gigante asiático no arranca y la confianza se desploma, arrastrando consigo multitud de variables económicas.

Imagen de la ciudad china de Shenzhen
Imagen de la ciudad china de Shenzhen
Schindler

Ni el consumo interno, ni las exportaciones, ni la inversión en ladrillo. Ninguno de los tres motores que han convertido a China en la segunda potencia mundial levanta el pie del freno. "Aunque se vaticinó que a la salida del covid China se convertiría en la cabeza tractora de la economía mundial, lo que estamos viendo ahora son los problemas estructurales, no coyunturales, que sufría desde antes: la evolución demográfica, el desacoplamiento por parte de Estados Unidos, y la excesiva deuda en partes de su economía", analiza Luis Galán, fundador de la consultora 2Open, con sede en el noreste del país.

"Además, las exportaciones como motor del crecimiento de China han tocado techo. Y el problema es que el consumo no crece lo suficiente como para tomar el relevo", sentencia el consultor, especializado en comercio electrónico. Y todas las estadísticas le dan la razón.

Tras el fin de las restricciones en Occidente, las exportaciones chinas registraron un récord tras otro y afianzaron esa sensación de que China saldría reforzada de la pandemia. No obstante, tras el fin del 'cero covid' el comercio exterior ha caído en picado, arrastrando a la confianza empresarial, la producción industrial y, finalmente, a los precios, que el mes pasado entraron en terreno deflacionista.

Desafortunadamente para el Partido Comunista, no parece que las tímidas bajadas de los tipos de interés vayan a ser suficiente para estimular el consumo, cuya debilidad se refleja bien en las inversiones inmobiliarias -cayeron casi un 18% en julio-, el volumen de los nuevos créditos aprobados -en julio bajaron un 89% en comparación con junio y quedaron en la cuantía más baja desde 2009- o las ventas al por menor -crecieron solo un 2,5% a pesar de la base tan baja de la que partían-.

En cualquier caso, el foco global está ahora en el sector inmobiliario, que representa en torno a una cuarta parte del PIB, debido a las dificultades que están sufriendo promotoras como Evergrande o Country Garden.

¿Crisis o desaceleración?

"Desinflar la burbuja inmobiliaria parece totalmente inevitable y ya asumido tanto por el Estado como por la sociedad china. Los chinos se casan menos, tienen menos hijos, por tanto, seguirán comprando menos pisos. Estamos ante un entorno deflacionario y ahorrador"», avanza Galán.

Asier Bideguren, empleado por GH Cranes en Shanghái, es de la misma opinión: "El estancamiento de la economía ha cambiado los hábitos de consumo de la población china y ha afectado, por ejemplo, a la inversión en el sector inmobiliario. Hasta hace un par de años no había sufrido grandes problemas, pero quienes hemos vivido en países que han sufrido la crisis del sector ya lo veíamos venir. La burbuja está ahí, y habrá que ver si explota por completo o cambia de forma para no crear un pánico entre la gente de a pie». De momento, el Gobierno no ha anunciado un gran plan de estímulo como el que le sirvió para sortear la crisis de 2008

En esta coyuntura, la pregunta del billón de yuanes es si China se está asomando a la primera gran crisis desde que protagonizó el mayor milagro económico de la historia, o si solo ha entrado en un lógico proceso de ralentización. Antxon San Miguel, industrial con fabricación en Ningbo, es pesimista. "Parece que se avecina una gorda. Los centros comerciales están vacíos y regalan años de alquiler a las tiendas extranjeras si abren en ellos. Y muchos de mis clientes chinos ya han abierto plantas productivas en México, Tailandia y Vietnam", comenta.

"Hace dos años no dábamos abasto; ahora, lo que nos preocupa es el exceso de capacidad que tenemos en la fábrica", concurre otro compatriota que desempeña su labor en el sector de automoción y que prefiere mantenerse en el anonimato. "Las ventas de coches van mal a pesar de que todo el mundo está tirando los precios. Creo que la situación es más grave de lo que el Gobierno reconoc"», asegura.

De momento, las previsiones económicas caen con cada revisión. Y la mayoría ya están por debajo del 5% que el Partido Comunista se marcó como objetivo al inicio de 2023. "Entre todos mis amigos chinos, los optimistas ven dos años de crisis de consumo, los demás hasta cinco de frenazo en la economía", señala Alberto Fernández, empresario español afincado en China desde el año 2000 en el ramo de la distribución de vinos y productos 'delicatessen'. "Yo creo que China va a aprovechar para hacer encajes y cambios en la economía. Pero le va a llevar tiempo y falta que se avance en una mayor transparencia en los datos para aumentar la confianza", apostilla.

Bideguren también vaticina algunos cambios: «China volverá a subvencionar empresas de los principales sectores motrices. Continuará con políticas de autosuficiencia, y mantendrá bajos los tipos de interés». Galán, por su parte, ve la oportunidad para las empresas españolas: «Que la economía china vaya mal podría propiciar, precisamente, que surjan más oportunidades y que sea un buen momento de entrada al mercado. Una cura de humildad nos viene siempre muy bien a todos».

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