Heraldo del Campo

Aniversario

Secadero de Cereales Santiago de Grañén: el sueño que sigue creciendo medio siglo después

El Secadero de Cereales Santiago de Grañén, que está ubicado en el norte de Los Monegros y que suma un centenar de socios, ha alcanzado sus 50 años de vida en plena ampliación y modernización de sus instalaciones.

Las instalaciones de la sociedad agraria ocupan 6,8 hectáreas, con doce naves, un renovado secadero y una recién modernizada deshidratadora.
Las instalaciones de la sociedad agraria ocupan 6,8 hectáreas, con doce naves, un renovado secadero y una recién modernizada deshidratadora.
Javier Blasco

El 10 de septiembre de 1972 un grupo de 66 agricultores decidieron unir esfuerzos e impulsar la creación de un grupo sindical de colonización en la localidad de Grañén. Aunque todavía faltaba una década para la creación del Abrazo de Tardienta, el avance de los regadíos ya era imparable y, además, la unión ya se contemplaba como una pieza clave para la rentabilidad y comercialización de las crecientes cosechas.

Aquel sueño compartido se materializó en la instalación de un primer secadero de grano, un Giromatyc de la marca Law, que fue ubicado bajo un cubierto de uralita, justo en el lugar en el que el pasado mes de abril tuvo lugar la celebración del 50 aniversario del Secadero de Cereales Santiago de Grañén. Al acto, acudió uno de sus fundadores, Joaquín Buisán, quien se emocionó al recordar la ilusión y el trabajo invertidos en un proyecto que ha seguido creciendo con el paso del tiempo. De hecho, la sociedad agraria ha alcanzado esta efeméride en plena ampliación y modernización de unas instalaciones que son el símbolo más tangible de la determinación y compromiso de cada una de las personas que han logrado elevar aquel sueño compartido.

La celebración del 50 aniversario incluyó un acto de carácter institucional, con visita a las últimas actuaciones de mejora realizadas, así como la presentación de un libro que resume la historia de la sociedad agraria y aborda su presente a través del testimonio de sus protagonistas. A lo largo del tiempo, su actual presidente, José Luis Oria, asegura que el sueño siempre ha sido el mismo: "defender, proteger y aupar al profesional del campo", indica. Para lograrlo, siguen trabajando con las mismas mimbres: "unión y trabajo". "Nuestra apuesta por el cooperativismo es firme", subraya Oria, que tomó las riendas de la Sociedad Agraria de Transformación de Grañén en 2017.

A lo largo de este medio de siglo de vida, la entidad agrícola ha contado con ocho presidentes, que han tenido dos máximas en común: la mejora continua y la fidelización de socios, que suman un centenar. Ambas son también las metas de su actual dirigente. "Nuestro objetivo es seguir creciendo, en número de socios y volumen de producción. Ser una empresa fuerte y consolidada, que aporte riqueza y dinamismo a nuestra comarca. También dar estabilidad a nuestros agricultores, siendo ambiciosos y competitivos", señala Oria.

"Nuestro objetivo es seguir creciendo, en número de socios y volumen de producción. Ser una empresa fuerte y consolidada, que aporte riqueza y dinamismo a nuestra comarca"

Así, como ejemplo, el agricultor explica que las inversiones del año en curso superarán el millón de euros, con el fin de mejorar el rendimiento de la línea de forrajes y crear un parque fotovoltaico. Todo con el objetivo de hacer crecer el sueño colectivo. "Siempre decimos -explica- que vivimos en un mundo globalizado, donde los agricultores jugamos un papel importante, pero de forma aislada, por más tamaño y dimensión que alcancen nuestras explotaciones, siempre estaremos en desventaja frente a otros actores del sector como grandes corporaciones o compañías multinacionales. Lo importante es tener herramientas que a los agricultores nos aseguren nuestra viabilidad y sostenibilidad en el tiempo. Situaciones como las vividas de forma reciente, con fuerte volatilidad de precios, demuestran la importancia de la unión", concluye Oria.

Joaquín Buisán fue uno de los fundadores de la sociedad agraria. También fue secretario, trabajador y presidente. Javier Blasco
Joaquín Buisán fue uno de los fundadores de la sociedad agraria. También fue secretario, trabajador y presidente.
Javier Blasco

Cooperación

El deseo de cooperación es el que unió hace ya medio siglo a un grupo de agricultores de la localidad de Grañén, con el objetivo común de construir su primer secadero de grano y sacar adelante la creciente producción de maíz. Para ello, cada uno aportó 3.000 pesetas por acción (18 euros). La primera reunión tuvo lugar el 10 de septiembre de 1972 y tan solo tres meses después, las instalaciones ya estaban en funcionamiento. Su construcción tuvo lugar a contra reloj.

Así lo recuerda uno de sus impulsores, Joaquín Buisán, memoria viva del nacimiento y evolución del Secadero de Cereales Santiago de Grañén, que acaba de celebrar su 50 aniversario. A sus 81 años, el monegrino sigue formando parte de la sociedad agrícola, que está entre las empresas más pujantes de la zona norte de Los Monegros, con un centenar de socios de diferentes localidades y una facturación anual de 20 millones de euros. Ahora, cada una de sus acciones está valorada en 1.300 euros.

"El secadero es mi segunda casa, lo he visto nacer y crecer; es casi como un hijo", señala Buisán, al intentar resumir su estrecha relación con esta empresa de espíritu colectivo. En 1972, fue el secretario de su primera junta gestora y, después, presidente en tres etapas diferentes. La última entre 2006 y 2008. También fue uno de sus primeros trabajadores. De hecho, junto a otros dos socios fundadores, Miguel Oto y Alejandro Sánchez, se encargó del manejo de aquel primer secadero de grano, un Giromatyc de la marca Law, que tenía 8 metros de diámetro. Por turno, era posible realizar dos secados, lo que equivalía a entre 28.000 y 30.000 kilos de maíz. La producción de la primera campaña fue vendida a la empresa Porta Labata, que disponía de una factoría en Lérida y oficinas en la ciudad de Huesca.

A pesar de las reticencias de algunos de los agricultores, temerosos de ver fracasar el proyecto y perder la inversión realizada, lograron superar las expectativas iniciales. "La deuda fue liquidada en tan solo cuatro años y quedó un buen remanente en caja", explica Buisán. A partir de la segunda campaña, además de maíz, el secadero comenzó a secar arroz. Y no solo el de sus socios. De hecho, también comenzó enseguida a trabajar para terceros.

"No fue nada fácil, pero logramos superar las dificultades iniciales y avanzar con determinación, gracias al trabajo, dedicación y unión de muchas personas", indica Buisán, quien reconoce sentirse "orgulloso" del camino recorrido.

Los 50 años de historia de esta sociedad agrícola pueden explicarse en base a sus principales hitos, es decir, desde aquel primer secadero de grano al recién proyectado parque fotovoltaico, pasando por la instalación de nuevos silos de almacenaje, la creación de la deshidratadora de forrajes o la fundación de la Arrocera del Pirineo. 

A su evolución, siempre ha estado ligada la empresa Agropirineos S.A. (Apisa), que ha sido una de sus principales suministradoras. A través de sus responsables, sellaron la compra del primer secadero de grano y, después, la deshidratadora de forrajes en el año 1993, que marcó un punto de inflexión, ya que permitió ampliar su actividad a la producción, secado y comercialización de alfalfa. A nivel empresarial y económico, supuso un salto de nivel, que fortaleció la sociedad y amplió su mercado. Agropirineos S.A. y el Secadero de Cereales de Grañén han compartido, además, proyectos tan importantes como la instalación del sistema de cogeneración.

Nuevas inversiones

En 1972, las instalaciones originales eran muy sencillas, constaban del nuevo secadero de grano y de un cubierto de uralita. Actualmente, la superficie construida ocupa 6,8 hectáreas, incluyendo doce naves, el renovado secadero y la deshidratadora. Además, sus responsables tienen varios proyectos en marcha, que "están dirigidos a aumentar nuestra capacidad de producción y almacenaje, con el fin de adelantarnos a la culminación de los procesos de modernización en esta zona de Los Monegros y que harán crecer de forma exponencial las producciones de nuestro entorno de trabajo", explica su gerente, Mariano Ordás.

La plantilla del secadero está integrada por 25 personas.
La plantilla del secadero está integrada por 25 personas.
Javier Blasco.

En total, los proyectos en marcha afectan a unas 6.000 hectáreas de más de media docena de localidades: Grañén, Almuniente, Barbués, Sangarrén, Robres, Torres de Barbués o Valfonda de Santa Ana. «Para nosotros, es una gran oportunidad y, al mismo tiempo, un reto. Debemos adaptar y mejorar nuestras capacidades para atender el incremento de demanda de servicios y asesoramiento y, a su vez, mejorar nuestras instalaciones, tanto en capacidad de producción como en eficiencia», añade Ordás.

Y eso es lo que están haciendo. De hecho, incluyendo las previstas en este 2023, sus inversiones alcanzan ya los 2,6 millones de euros. Dentro de sus últimas actuaciones, destacan la construcción de nuevas zonas de almacenaje, la instalación de una nueva prensa empacadora así como la renovación del sistema de automatización de la fábrica deshidratadora. También están previstas nuevas mejoras en la línea de forrajes y la creación de un parque fotovoltaico de 800 kilovatios, que ayude a estabilizar los gastos energéticos.

También están previstas nuevas mejoras en la línea de forrajes y la creación de un parque fotovoltaico de 800 kilovatios, que ayude a estabilizar los gastos energéticos.

Atendiendo al presente y mirando hacia el futuro, Ordás insiste en que deben seguir preparándose para los nuevos desafíos, "buscando siempre la mejora continua, pero sin perder el foco en los intereses de nuestros agricultores y socios". En su opinión, "el éxito de esta sociedad pasará, como en el resto de las empresas, por adaptarse a las condiciones volátiles y cambiantes del entorno. Pero a diferencia de otros actores del sector, esta adaptación y mejora se debe realizar aportando soluciones y servicios para que los agricultores y socios dispongan de una herramienta eficaz, que les aporte valor y por lo tanto, asegure su futuro".

El Secadero de Cereales Santiago de Grañén se sustenta en la producción que aportan sus 100 socios y las alrededor de 40 explotaciones vinculadas. Por sus instalaciones pasan 50.000 toneladas de alfalfa, maíz, trigo y cebada. En su día, la sociedad agraria fue pionera en las exportaciones de forrajes a China y, en la actualidad, ha alcanzado además nuevos países como Corea y Japón. Para ello, es necesario ser competitivos, a base de calidad y volumen, lo que consiguen fomentando el espíritu cooperativista. Para Ordás, el sentimiento de pertenencia y la mejora continua son dos de los principales valores de la empresa.

Una plantilla comprometida

Entre otras virtudes, sus socios también destacan la profesionalidad y cercanía de sus trabajadores. En total, la plantilla está formada por unas 25 personas, a las que se unen los empleados temporales en periodo de campaña. Desde hace más de dos décadas, José Miguel Fuentes es el encargado de la planta y el responsable de mantener el ritmo en las instalaciones del secadero. Y no es tarea fácil. Las máquinas suelen trabajar día y noche. A lo largo de su jornada laboral, recorre de arriba abajo el complejo, supervisando el funcionamiento de cada equipo y la labor de los empleados. «Me gusta estar aquí; tener un contacto directo con los productos que llegan del campo y formar parte del proceso de transformación», señala el trabajador, un apasionado del sector primario. También valora el trato familiar que mantiene con los socios de la empresa, favoreciendo su confianza y compromiso.

Del conjunto de la plantilla, otro de los que mantiene una relación directa con los agricultores es el ingeniero agrónomo y responsable del área técnica, Ángel Mainer, que está entre los más solicitados. De hecho, pasa buena parte de su jornada laboral de finca en finca, visitando y evaluando cultivos, con el fin de asesorar a sus propietarios. Sin duda, es una de las áreas mejor valoradas, por su rápida respuesta e imparcialidad.

Banco de tierras

A través de sus instalaciones, la sociedad agraria también comercializa todo tipo de insumos (fitosanitarios, abonos y semillas) y cuenta con postes de gasoil y suministro a domicilio. Asimismo, incluye una tienda con un amplio catálogo de productos: aceite, arroz, vino o conservas.

De cara a sus socios, además de un asesoramiento técnico personalizado, el secadero ofrece todo tipo de servicios agrícolas: trabajos a terceros, cesión de maquinaria, transporte de cereal o aplicación de fertilizantes. También ha introducido el arriendo y gestión de tierras, con el fin de ofrecer una solución a aquellas explotaciones agrarias que no disponen de relevo generacional o que, por situaciones particulares, no pueden continuar. La idea es crear un banco de tierra. Es decir, ofrecer al agricultor la posibilidad de arrendarles de forma directa sus explotaciones, con el fin de mantener el patrimonio y la actividad del secadero.

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