Heraldo del Campo

fruticultura

Una buena cosecha... si el tiempo lo permite

Las cooperativas prevén una cosecha de fruta dulce superior a la media. Advierten, sin embargo, que solo será así si se disponen de suficientes dotaciones para el riego.

Aunque comienzan a notar los efectos de la sequía, los frutales aragoneses presentan una buena producción, en volumen y en calidad.
Aunque comienzan a notar los efectos de la sequía, los frutales aragoneses presentan una buena producción, en volumen y en calidad.
O.M.

Los fruticultores aragoneses comienzan la campaña –en las zonas más tempranas ya se ha iniciado la recolección– mirando al cielo. Y sobre todo, no quitan ojo a las reservas acumuladas en los embalses, porque de la disponibilidad de recursos para el riego dependerá el devenir de una cosecha que, a priori, se califica como "buena".

Así lo dicen las estimaciones realizadas por Cooperativas Agroalimentarias de España y analizadas en el Grupo de Contacto de Melocotón, Nectarina y Albaricoque del Comité Mixto de España, Francia, Italia y Portugal y el Foro Europech en el marco de la feria Mdfel, los dos eventos europeos en los que los representantes de los principales países productores de la Unión Europea (UE) analizan y comparten la previsión de cosecha de fruta de hueso europea desde hace más de 30 años.

Dichas estimaciones elevan a 491.711 toneladas la producción de melocotón, pavía, nectarina y paraguayo –especies que se analizan con el conjunto de los países europeos productores– que se espera en Aragón. Una cifra que duplica el volumen conseguido el pasado año, aunque la comparación es engañosa porque la pasada campaña estuvo marcada por unas devastadoras heladas primaverales que dejaron muy maltrecha la producción de fruta de hueso en 2022. En cualquier caso, es reseñable también señalar que la producción esperada, si el tiempo no lo impide, mejora la media de los últimos cuatro años.

A esta cifras habría que sumar la cosecha de albaricoque, ciruela y, sobre todo, de cereza –especie en la que la Comunidad es la primera productora de España– y a la que también acompañan cifras positivas. De hecho, las estimaciones iniciales elevan la producción de este año a cerca de 80.000 toneladas de cereza que se recogerán en las más de 8.000 hectáreas que ocupa este cultivo, lo que supone incluso hasta un 40% más que en la campaña anterior.

"Todas estas previsiones están rodeadas de una gran incertidumbre", señala el presidente del grupo de trabajo de la fruta de hueso de Cooperativas Agroalimentarias, el aragonés Javier Basols, que reconoce que las buenas expectativas podrían irse al traste si finalmente los cultivos no cuentan con la suficiente dotación de agua para riego.

Al menos, las lluvias de las últimas semanas han caído como agua de mayo, porque el mayor temor de los agricultores no es solo perder la cosecha, sino que la severa sequía termine secando los árboles.

Las zonas más tempranas están ya prácticamente preparadas para que comience la recolección de la fruta dulce.
Las zonas más tempranas están ya prácticamente preparadas para que comience la recolección de la fruta dulce.
O.M.

Es difícil elaborar una previsión de cosecha debido a las circunstancias climatológicas que atraviesan las principales regiones productoras». Lo dice Javier Basols, fruticultor aragonés y presidente del grupo de trabajo de fruta de hueso de Cooperativas Agroalimentarias de España, que, a pesar de toda la incertidumbre que rodea la campaña marcada por la severa sequía y la constante incógnita que planea sobre las dotaciones de agua para riego, ha lanzado las primeras estimaciones de producción de melocotón, paraguayo, pavia y nectarina. Son más las especies de fruta dulce que se cultivan en Aragón, pero si la entidad pone el foco en estas cuatro es porque en ellas se centra el análisis que España realiza conjuntamente con los principales países europeos productores: Italia, Grecia y Francia.

A priori, las perspectivas son buenas. Para el conjunto del país Cooperativas Agroalimentarias de España prevé un volumen de producción superior a las 1,5 millones de toneladas, un 50% más que en 2022, cuando la producción apenas alcanzó el millón de toneladas, el registro más bajo de los últimos 10 años.

Las estimaciones en Aragón también apuntan a una "buena campaña". Según los cálculos de esta organización, se espera recolectar 491.711 toneladas. La cifra duplica las 238.760 toneladas obtenidas en pasado año. Es cierto que la comparación puede llevar a equívoco, porque fue durante 2022 cuando el sector frutícola tuvo que soportar el azote de unas heladas primaverales que en apenas un fin de semana mermaron la mayor parte de la producción aragonesa. Pero también es cierto que si se echa la vista atrás, hasta 2019 no se encuentra una cifra similar a la esperada este año. Se acerca la cosecha a la obtenida hace cinco campañas, cuando la producción que suma la nectarina, el melocotón, la pavía y el paraguayo rozó las 484.000 toneladas.

Las cuatro especies analizadas muestran buen comportamiento en la Comunidad, según los cálculos de Cooperativas. Destacan las previsiones en paraguayo, donde se espera una cosecha de 89.068 toneladas, que casi triplica la conseguida un año antes, cuando apenas se recogieron poco más de 30.000 toneladas.

Un destacado incremento se produce también en las expectativas de producción de nectarina. Las previsiones de la entidad que representa a las cooperativas habla de 190.922 toneladas, lo que supone un 126% más respecto a las 83.050 toneladas recolectadas en la pasada campaña. El aumento de producción estimado es menor en pavía y melocotón, pero no por ello menos importante. Para el segundo se estima una cosecha de 71.403 toneladas, un 61% más que en 2022, mientras que Aragón recogerá 140.308 toneladas de pavías, o lo que es lo mismo, un 73% más que en 2022, cuando la producción sumó 81.000 toneladas.

Producción "potencial"

Basols matiza que se trata de una "producción potencial" que refleja el estado de desarrollo de las plantaciones a mediados de mayo. Y añade que las buenas previsiones se explican por "el buen desarrollo alcanzado por los frutos, al no haberse registrado ningún accidente climático grave en primavera que haya impedido una floración y un cuajado correctos, de forma que estos permitirían devolver a la normalidad el nivel productivo de España después de tres campañas muy cortas".

Sucede así también en Aragón, donde, como recuerda el fruticultor, este año, dado que no ha habido incidencia climatológica a destacar en la primavera, no se han producido heladas y, de momento, no se han registrado daños por pedrisco, "tenemos una cosecha buena ya que, en estos momentos, las plantaciones tienen en su mayoría bastante carga y un buen número de unidades de fruta en los árboles".

Si las previsiones en volumen son "buenas", también lo son aquellas que se refieren a la calidad de la fruta. "Estamos notando que las plantaciones están muy limpias, no hay problemas de ningun tipo, ni en la hoja ni el fruto, y eso es muy importante", señala el representante de Cooperativas Agroalimentarias.

Sin embargo, hay un pero. "Este potencial productivo –reitera Basols– solo se alcanzará si las disponibilidades hídricas dieran un vuelco en las próximas semanas y permitieran evitar las severas restricciones de riego anunciadas, debido al bajísimo nivel de los embalses que abastecen al valle del Ebro". Si esto no sucede, las previones se tornan muy poco halagüeñas y la entidad advierte que el sector sufrirá graves pérdidas cuantitativas, reducción de calibres, acortamiento de la campaña e, incluso, en el peor de los casos, afecciones en la pervivencia de los árboles.

"Lo que interesa ahora es que llueva en el Pirineo para que mejore la complicada situación de los embalses de cabecera", señala Basols. Reconoce, sin embargo, que las lluvias caídas en las últimas semanas han supuesto un ligero respiro. "Este agua va ser positiva, era lo que necesitábamos y aunque hubiera sido mejor que lloviera más, es cierto que ha habido zonas en las que han caído 25 litros e incluso 50 litros, que desde luego suponen un alivio", insiste.

Y es que las precipitaciones han permitido que los fruticultores pudieran dejar de regar algun día o, al menos, bajar la intensidad del riego, con lo que han tenido que echar menos mano a las escasas reservas que almacenan los pantanos. De esta manera, matiza Basols, tanto los sindicatos de riegos como el sistema central pueden así retener agua para que cuando lleguen las épocas de mayor necesidad, especialmente durante los meses de julio y agosto, se intente disponer de suficiente reserva para acometer la campaña en las mejores condiciones posibles.

En el mercado

Mientras avanza la campaña, el sector frutícola no solo mira al cielo. No pierde de vista tampoco el mercado. Pero las sensaciones iniciales también están siendo positivas. Las cerezas –la producción comienza con la cosecha en Aragón– y las nectarinas más tempranas ya han empezado a comercializarse "a unos precios bastante buenos", destaca Basols, que confía en que esta pueda ser también una "buena campaña" en lo que a cotizaciones se refiere.

Todo dependerá también de los consumidores europeos, ya que la producción española es de tal volumen que en su comercialización juegan un papel decisivo los mercados exteriores, en especial los de los socios comunitarios. Para eso, reconoce Basols, es necesario que haga calor en estos países, porque con altas temperaturas se come más fruta.

En cualquier caso, el representante de Cooperativas Agroalimentarias está convencido de que "el consumo de frutas y verduras va a ir a más, porque el consumidor cada vez prioriza más estos alimentos en su dieta".

Por eso, asegura que a poco esfuerzo que los productores hicieran en promoción se obtendrían rápidamente mejores resultados en ventas. "Si en el sector explotásemos esa baza que tenemos, notaríamos pronto el incremento del consumo", reitera.

Mano de obra

El sector de fruta dulce –de hueso y de pepita– no solo es importante en Aragón porque coloca a la Comunidad entre las principales productoras del país, con un volumen medio de alrededor de 590.000 toneladas anuales que se recogen en las más de 37.000 hectáreas que este cultivo ocupa en las tres provincias aragonesas y con las que factura una media de 327 millones de euros.

Es además importante por la elevada cifra de mano de obra que ocupa en campaña. Desde el mes mayo –con el inicio de la recogida de la cereza–, fundamentalmente en julio y agosto –cuando la cosecha se generaliza en todas las comarcas y en todas las especies de hueso– y hasta bien entrado el mes de septiembre, las explotaciones frutícolas de la Comunidad –y las empresas que giran en torno a ellas– dan empleo a unas 15.000 personas, una cifra que, según datos de las organizaciones agrarias, pueden alcanzar picos de hasta más de 20.000 personas.

Y como sucede con las previsiones de cosecha, en materia de empleo la campaña frutícola de este 2023 también viene rodeada de incertidumbre. Ya se han realizado las primeras contrataciones de temporeros en un escenario económico complicado para los agricultores, que este año han tenido que hacer frente a unos disparados costes de producción, tanto por el incremento de las materias primas y la energía como de los costes laborales, y en el que cada año comienza a hacerse patente la falta de mano de obra disponible.

"Se nota cada año más falta de personal", asegura Basols, que reconoce que es difícil definir cuáles son los motivos que están generando que cada año sea más complicado disponer del número de trabajadores que necesitan las explotaciones frutícolas.

"Posiblemente muchos de los trabajadores de otros años se han ido a sus países", explica el representante de Cooperativas Agroalimentarias, que reconoce que en las dos últimas campañas este sector redujo notablemente sus contrataciones debido a la merma de cosecha que provocaron las intensas heladas.

Otro de los motivos podría ser, apunta Basols, que los temporeros han encontrado otras alternativas de trabajo que pueden darles más estabilidad frente a la estacionalidad de la campaña.

Esa situación se ha hecho muy visible especialmente en la comarca de La Litera, una de las principales zonas productoras de Aragón, en la que ha proliferado la instalación de empresas cárnicas y mataderos "muy intensivas en mano de obra, que están empleando a mucha gente, y eso se está notando en el campo", destaca Basols.

En cualquier caso, y a la espera de cómo avanza la campaña, y si el tiempo permite recoger la cosecha que se prevé, Basols insiste en que, de momento, la disponibilidad de mano de obra "está estable". Reconoce, sin embargo, que cuando coincida la recolección en todas las zonas productoras y haya mayor demanda de trabajadores "veremos qué pasa", aunque recuerda que se liberará mano de obra de la zona catalana de Urgell, muy afectada por la sequía.

Eso si las previsiones son buenas, porque si las lluvias no llegan y las restricciones de riego son cada vez mayores puede que muchas cosechas no lleguen a buen puerto. Y cuando no hay nada que recoger, no se necesitan manos para hacerlo.

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