Panadería El Rocío, el negocio familiar de Borja que ya tiene 15 empleados y 2 tiendas

Jesús Serrano era hijo de panaderos y abrió este establecimiento por su cuenta hace 22 años. Falleció hace 8 pero su legado lo mantienen su mujer, Mari Carmen, y sus dos hijos, Óscar y Reyes.

A la derecha, Mari Carmen, junto con sus hijos Óscar y Reyes.
A la derecha, Mari Carmen, junto con sus hijos Óscar y Reyes.
Heraldo.es

Cuando Jesús Serrano cogió la Panadería El Rocío de Borja hace 22 años no sabía qué le depararía el futuro. Lo que tenía claro es que el oficio lo llevaba en las venas, por ser el de sus padres, y vio en el traspaso de este establecimiento situado en la carretera nacional la oportunidad perfecta para emprender un nuevo camino. Hasta entonces había trabajado como pintor de brocha gorda pero desde bien pequeño ayudaba en el horno de sus padres. Pero allí no había tanto trabajo como para que Jesús pudiera tener un horario completo y un sueldo digno. Por eso se buscó la vida en otro sector.

Después, pudo volver al ámbito de la panadería, aunque primero sería trabajando en la panificadora de Borja. Sería en el 2000 cuando, por fin, Jesús pudo subir la persiana de su propio establecimiento. Al principio estaba él solo porque no se sabía cómo iba a funcionar. Su mujer, Mari Carmen Navarro, trabajaba como ayudante de cocina en un restaurante de la localidad y cuando terminaba su turno, acudía a ayudar a su marido. Así estuvo durante un año, hasta que vieron que el negocio era viable y pasó a dedicarse plenamente a la panadería. Antes, Jesús ya había reclutado a su hijo Óscar, que también pasó por la panificadora previamente. Ahora, él es el panadero de El Rocío, tras el fallecimiento de su padre, hace ocho años. “Al pasar aquello nos planteamos si seguir adelante. Pasamos unos últimos años muy malos y nos tocó vivir la crisis económica. Solo sacábamos para los gastos. Pero mis hijos decidieron tirar para adelante y ahí seguimos”, explica Mari Carmen.

Haciendo balance, la decisión no pudo ser más acertada. Ahora tienen a 15 personas en plantilla y cuentan con tres despachos de pan en el centro de Borja, además de la panadería y el horno, que desde hace dos años están en el polígono industrial. “En los pueblos de alrededor han ido cerrando las panaderías. Ha pasado en Pozuelo, en Ainzón, en Magallón, en Maleján… Incluso la de mis suegros aquí en Borja. Una vez cerrados los hornos no hay quien los coja así que nosotros nos hemos ido extendiendo y servimos pan a muchas tiendas de la comarca”, comenta Mari Carmen. Además, más por mantener el servicio que por hacer caja, ahora también llevan la tienda de Maleján, cuya dueña anterior se jubiló y nadie la iba a coger. Lo mismo que sucedió en Tabuenca.

Durante muchos años, los cuatro miembros de la familia Serrano Navarro fueron compañeros de trabajo y esto de mezclar negocios y familia ya se sabe que tiene sus más y sus menos. Pero ni el fallecimiento del patriarca pudo con este clan de emprendedores, apasionados de la panadería, que no solo ha mantenido el negocio, sino que lo ha hecho crecer pese a las dificultades. “Hubo un momento en el que la panadería de la carretera se nos quedaba pequeña y pagábamos mucho de alquiler así que decidimos mudarnos a un sitio más grande en el polígono. Pero en pleno proceso llegó la pandemia. Teníamos la nave pero había que acondicionarlo todo. Estuvimos dos meses sin que pudieran venir los albañiles y luego no había materiales. Hemos salido a flote a puro de trabajar horas, horas y horas”, asegura Mari Carmen.

Con aquella etapa pandémica ya cerrada, el pan de la panadería El Rocío se vende, además de en Borja, en Bulbuente, Litago, Magallón, Pozuelo o Ainzón. También tienen clientes en el sector de la hostelería o el hospital de Borja y la residencia de Vera de Moncayo. Aunque hace tiempo que cambiaron el antiguo horno de leña, de aquellos de fuego directo, por otros más modernos de gasoil y leña, la mayoría de las recetas que usan son las de la abuela. De aquel libro secreto salen los pasos a seguir para conseguir los mejores mantecados, magdalenas, cocos o galletas de nata. Además, por supuesto del pan, que ahora es mucho más variado que antes. “Hacemos panes especiales como el de espelta, de centeno, integral o las hogazas”, ejemplifica Mari Carmen. En el apartado de dulces y repostería también han ido incorporando nuevos productos. “Mi hija se ha ido especializando y, por ejemplo, en Navidad se venden muy bien los panetones que hace totalmente caseros”. En estas fechas destaca también el turrón de yema o el de frutas, así como el guirlache. Son manjares navideños que Jesús aprendió a hacer de la mano del pastelero de la Pastelería Martínez, que conforme se hacía mayor y consciente de que sus hijos no iban a continuar con el negocio, quiso compartir sus conocimientos con otro profesional.

A sus casi 65 años, Mari Carmen ya ha pasado a un segundo plano dentro del negocio. Después de muchos años en primera línea de batalla, el fallecimiento de su marido fue un golpe duro y la edad también pesa. Además, ella misma reconoce que gestionar a una plantilla de 15 personas no es cualquier tontería. Por eso, ha preferido echarse a un lado y dejar que sean sus hijos quienes lleven ahora las riendas. En cualquier caso, ella sigue estando detrás del mostrador, vendiendo las rosquillas huecas los viernes, los roscones en Reyes o la culeca de San Jorge que, por cierto, en Borja es singular por su forma de caña.

Los establecimientos de El Rocío abren todos los días del año, excepto el de Navidad y el de Año Nuevo. La panadería del polígono dispensa pan desde las cinco de la mañana, el despacho de la carretera lo hace desde las seis y los del centro del pueblo suben la persiana a las 8.30. Cuando llega el mediodía cierran al público pero raro es el día que no hay luz en la trastienda y que Mari Carmen no esté por allí, aunque sea haciendo pan rallado. 

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