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Alejandro Marín (OCU Zaragoza): "Siempre he sido un poco rebelde y reivindicativo"

Este abogado zaragozano es el delegado de la asociación de consumidores en la capital aragonesa.

Alejandro Marín, abogado y delegado de OCU en Zaragoza.
Alejandro Marín, abogado y delegado de OCU en Zaragoza.
Toni Galán

Alejandro Marín (Zaragoza, 1984) es la cara visible en la capital aragonesa de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) desde 2020, cuando la asociación decidió contar con delegados en algunas ciudades, más allá de su sede en Madrid. Su presentación oficial se produjo justo un mes antes de que estallara la pandemia de covid. Estudió Derecho y Administración de Empresas (ADE) en la Universidad de Zaragoza y ha desarrollado la mayor parte de su carrera como abogado en temas de consumo, desde cláusulas suelo a preferentes o reclamaciones por viajes. Entre sus aficiones, la cocina y viajar. Su próximo destino, Marruecos.

¿Era de los que se quejaban mucho en el colegio?

Estudié en el colegio del Sagrado Corazón del Actur. He vivido siempre en la zona de Ranillas. Mis abuelos vivían en las antiguas parcelas que existían cuando era Arrabal. Siempre he sido siempre un poco rebelde y reivindicativo. Fui durante varios años delegado de clase y nos quejábamos por los tiempos de descanso, los exámenes, por demasiada carga de trabajo... 

¿En la Universidad siguió siendo delegado de clase?

Estudié la doble titulación de Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE), que era de seis años y yo fui de la segunda promoción. Fui algún año delegado, pero siempre he tenido interés asociativo y estuve en una asociación que se llama AEGÉE, que promueve el intercambio cultural entre estudiantes europeos. Nosotros organizábamos actividades para un grupo de personas de distintos países. Eran actividades de ocio pero a mi me sirvieron también, por ejemplo, para en un viaje a Turquía ver la importancia del inglés, soltarte y descubrir que los mediterráneos somos muy comunes. Cada verano podías elegir un destino y durante el año había actividades. 

Entonces, ¿era como un intercambio Erasmus?

No. El Erasmus lo hice en Holanda. Fui a Tilburg, en el sur del país, cerca de Eindhoven.

En esos meses, ¿se aprende algo, se adquieren competencias o es cierta la idea generalizada de que hay más fiesta que estudios?

Sí que era gran parte de ocio, fiesta y viajar, pero veías otras cosas nuevas. Eran clases en inglés, en la facultad de Económicas. Noté mucha diferencia en el sistema de enseñanza español. Nos llevaban diez años, desde la biblioteca a que tu estabas trabajando en un ordenador que tenían y cada cierto tiempo te decía que descansaras, que pararas e hicieras ejercicios de estiramientos...

¿Aquí había ordenadores en las clases en el año 2004?

No, solo había alguna sala de ordenadores. Tilburg era una de las mejores facultades  y veías que llevaban profesores de otros países como Estados Unidos y también de España, pero la carga lectiva era muy poca comparada con España. Eran más trabajos en grupo.

¿Aprendió idiomas, otro de los objetivos del programa de intercambio de estudiantes?

En Holanda, por el carácter de los holandeses, que son más cerrados, era más difícil hacer amigos holandeses y la mayor parte del grupo era gente internacional: latinoamericanos, franceses, italianos, asiáticos... El problema al final es que te haces el 'gueto' de los españoles y te limitas un poco las relaciones por el idioma.

¿Los holandeses nos ganan en inglés?

Sí. Son prácticamente bilingües. Ellos ven la televisión desde niños subtitulada, algo que aquí ahora empieza a hacer más gente con las plataformas de televisión. Nosotros estábamos un poco como los italianos y los franceses. Yo iba a academia por mejorar, conversación que es lo que te permite más relacionarte.

Hablar, lo que peor llevamos.

Sí, conversación y pronunciación porque muchas veces piensas, '¿por qué no me entiende si te lo estoy diciendo?'

¿Por qué eligió esa carrera?

Siempre me había interesado el mundo de la empresa y el Derecho, aunque tuve otras inquietudes como estudiar Ciencias Políticas pero tenía que ir a Barcelona o cocina.

¿Es cocinillas o cocinero?

Soy cocinillas, me gusta cocinar para los demás, incluso amasar, antes de la pandemia, pizza, bizcochos y postres. Cuando llegó la pandemia era un problema porque no había levaduras. 

Hubo una fiebre por amasar. ¿Algún plato especial?

Las pizzas caseras, sushi también me gusta hacer, cocina oriental. No soy tradicional de paellas.

¿Esta afición por cocinar viene de la etapa de Erasmus por vivir solo?

No, de antes. Siempre me ha gustado. Yo creo que es heredado de mi abuelo que hacía migas, yo hago alguna vez. Y ahora, la barbacoa en la finca que tiene mi familia con un huerto en Alfajarín. 

¿Un lugar para confinarse?

Era una antigua granja de vacas que tenía mi abuelo, que fue una ruina económica, pero que ahora lo tenemos de rincón de esparcimiento mi familia y varios primos. Era pescatero, tenía puestos en varios mercados en Zaragoza y alguien le dijo que las vacas lecheras eran un negocio y fue la ruina. No tenía experiencia.

¿No quiso nadie seguir con la explotación familiar?

No. Mis padres son médicos, mi hermana anestesista y yo soy el díscolo. Ahí estamos ahora peleándonos con la bomba de agua porque somos urbanitas totales.

¿Cuál fue su primera experiencia laboral?

Me costó enfocarme un poco y estuve trabajando en el sector del juego de formador de empleados. Era el momento en el que había entrado la ley del juego. Llegó un momento en el que me di cuenta de que no era lo que quería hacer toda la vida. El mundo del juego tiene una parte además que cuando estás en los salones y ves lo que hay trabajar allí es difícil, por todo lo que implica, y decidí que quería hacer Derecho. Empecé a echar en distintos despachos y comencé a trabajar en la asociación de consumidores Adicae. Estuve como técnico pero no podía compaginarlo con el master de acceso a la Abogacía, que ya era obligatorio, y decidí hacer el master. Con varios compañeros monté le despacho. Volví a colaborar con Adicae donde toqué todo el tema de cláusulas suelo, preferentes... Y de ahí me surgió la posibilidad de pasar a colaborar con OCU. 

"El nivel de reclamación es un poco por encima de la media en Aragón. Conocemos bastante bien nuestros derechos y se reclama bastante"

¿Qué casos tiene sobre la mesa ahora?

Antes de la pandemia tuvimos un 'boom' de productos bancarios, luego estuvieron los gastos de formalización, tarjetas 'revolving', microcréditos de usura de financieras y con la pandemia hubo un cierto pico con el tema de cancelaciones de vuelos y ahora es preocupante todo lo que son estafas por internet. Pirncipalmente, el phishing en sus modalidades, desde virus, hasta que duplican tu tarjeta, se hacen con el control de tu teléfono y con eso consiguen las claves de doble firma para dar con tu entidad bancaria a otros que te llaman haciéndose pasar por tu entidad y consiguen que les des tu clave. Ahí tenemos afectados desde 200 ó 300 euros hasta 20.000 y más cantidades. 

¿Nos quejamos los aragoneses solo en la barra del bar o llegamos a reclamar?

Tenemos 6.176 socios activos en Aragón, 4.626 en Zaragoza, 1.043 en Huesca y 507 en Teruel. El nivel de reclamación es un poco por encima de la media en Aragón. Conocemos bastante bien nuestros derechos y se reclama bastante, al nivel del País Vasco y Castilla y León, pero nuestra labor de asesoramiento es también decirles si una reclamación es viable o no. 

Mucha gente prefiere no reclamar y olvidar el problema porque le supone una carga de estrés, de pensar 'cómo voy a ir yo contra tal banco' o contra una gran eléctrica, 

Además de cara económicamente.

El problema de las reclamaciones de consumo es que no es mucha cantidad, salvo, por ejemplo un producto bancario que pueden ser los ahorros de toda la vida y no queda más remedio que ir hacia delante. Pero en general son cantidades muy pequeñas que si tienes que contratar abogado y procurador puede resultar antieconómico para la cantidad reclamada. En temas de consumo debería haber mecanismos extrajudiciales de reclamación gratuitos.

Está el arbitraje de consumo, pero es voluntario. 

Es voluntario, no obliga a la adhesión, ahora el hecho de que los supervisores emitan dictámenes vinculantes puede ser bastante favorable para resolver muchos asuntos, pero mucha gente se queda en el camino y no reclama.

¿Nos cuesta comprometernos y asociarnos?

En el modelo de OCU la financiación es principalmente de la suscripción, de la cuota que se paga por las revistas. Hay veces que la gente acude cuando tiene un problema y luego se da de baja, pero también hay muchos socios que vienen a la oficina diciendo que son socios hace años por las comparativas de productos, las publicaciones...

 ¿No leemos la letra pequeña?

El problema es que muchas veces se consulta cuando ya se ha firmado, pero es muy difícil leerla, sobre todo, ahora en la contratación por internet, que aceptas unos términos y condiciones. Hay normativa que nos protege en caso de cláusulas abusivas.

¿Planes de verano?

Voy a Castejón de Monegros. Mi madre, Araceli Abad, se acaba de jubilar. Era médica rural y durante la infancia, tanto los veranos como cuando mi padre salía de trabajar, por las tardes nos íbamos allí. Este fin de semana que viene son las fiestas de Santiago y Santa Ana y es la mantenedora. El plan es estar allí en las fiestas y luego irme a Marruecos.

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